Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
En el gobierno de Mauricio Macri siguen esperando poder mostrar los brotes verdes, es decir, esos signos de reactivación que dejen constancia de que la economía ha retomado un ritmo de crecimiento y dejado atrás la pesada recesión.
Recién se conocieron los datos de marzo del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que mostró un crecimiento del 0,8% en el primer trimestre, lo que puso contentos a los funcionarios que, incluso, se entusiasman con los del segundo trimestre, aunque todo está en el terreno de las estimaciones.
Algunos datos que van saliendo confirman esta tendencia que muestra un comportamiento dispar entre los distintos sectores de la economía. El sector de mayor crecimiento es el de la construcción, que tiene un registro interanual del 10%, con un crecimiento del 3,5% en el nivel de empleo.
El dato del empleo, en general, seguirá dando buenos resultados, ya que se verifican aumentos importantes en la recaudación de aportes y contribuciones laborales por encima de los niveles de inflación y muy por encima de los aumentos dados en convenciones colectivas de trabajo.
Por otra, casi todos los sectores muestran distintos indicadores positivos. Los dos únicos que mantienen aún indicadores negativos son los de industria manufacturera y comercio. El primero, muy impactado por el sector automotriz, que viene disminuyendo su producción por la caída de la demanda de Brasil.
En el caso del comercio, las mediciones son erráticas. Si bien los datos relevados por CAME muestran una constante caída del comercio tradicional, también los del Indec revelan una retracción en las ventas en súper e hipermercados y en centros comerciales, pero otros datos dan cuenta de un crecimiento muy importante de las ventas en mayoristas y en supermercados chinos y negocios de cercanía.
Además, en rubros como indumentaria y calzado, se está dando mucha compra en países vecinos, aunque en la última experiencia de “hot sale” se verificó un crecimiento muy importante de las ventas electrónicas. Todo indica que los consumidores están adoptando nuevas formas de compra, además que están pagando muchas cuotas de consumos anteriores a la espera que de que se concedan los nuevos aumentos salariales.
Otro dato que sobresale es la cantidad de préstamos hipotecarios concedidos a partir de las nuevas normativas. Sólo el banco Nación generó 5.500 nuevos préstamos en 2016, contra un promedio de 300 en los años anteriores. En los primeros 4 meses del año ya otorgó 3.200 préstamos, estimando que en el año se pueden superar los 7.000 préstamos, a los que se debe sumar los que están concediendo otras bancos oficiales y privados
Es indudable que hay mucha ansiedad por mostrar datos positivos, mientras algunos sectores pretenden sacar ventajas políticas haciendo ver todo negro. En realidad, la economía argentina viene de un largo letargo y con una acumulación muy grande de distorsiones que hasta ahora no se han removido. Desde ese punto de partida, se tomaron medidas que generaron un ajuste parcial de los precios relativos que seguirá hacia el futuro.
Expectativas por el futuro
Mientras el grueso de los trabajadores espera que se resuelvan las paritarias, subsiste la expectativa por la evolución de los índices de precios. La inflación es un flagelo muy complejo para la sociedad, que afecta el desempeño de la economía en general y ataca la competitividad de la economía.
Lo más cercano es esperar los índices de mayo y junio, que se espera puedan oscilar entre 1,6 y 1,2%, mostrando un camino descendente que muestre una tendencia firme. El Banco Central mantiene firme el objetivo de 17% y, aunque no lo pudiera lograr y el año terminara cerca del 20%, la caída interanual será muy importante, desde el 36% de 2016.
También genera expectativas la evolución que pueda tener el valor del dólar en nuestro mercado. El Banco Central ya se había puesto en marcha con el objetivo de aumentar sus tenencias de dólares para llegar a los 75.000 millones, de los 48.000 actuales. Pero se sumó la crisis de Brasil y eso hizo saltar el valor de la moneda norteamericana a $ 16,41 para luego retraerse hasta el nivel de $16,33.
Estos valores son mejores que los que traía y el valor actual quebró el precio de $ 16 que actuaba como una resistencia. No obstante, no se esperan movimientos importantes, salvo que ocurrieran episodios inesperados en la órbita internacional. Hasta fines de junio seguirán ingresando divisas por liquidación de exportaciones de soja, por lo que se espera una oferta abundante que mantenga estos niveles de equilibrio.
La autoridad monetaria sabe que el valor de la divisa recorrerá un camino ascendente hacia fin de año, que los analistas colocan en un rango de entre $ 17,50 y $ 18, pero quieren evitar movimientos bruscos que puedan generar un traslado a precios, estimulando la inflación. Con todo, el valor del dólar crecerá bastante menos que la inflación y no recuperará competitividad.
En el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), los especialistas también calcularon que la actividad económica crecerá entre 2,5 y 2,7% a lo largo del año, con un comportamiento muy positivo en el segundo y tercer trimestre. Subsisten dudas con el sector agrícola, que este año tuvo un gran desempeño, por la cantidad de campos afectados por inundaciones en distintas zonas del país.
El otro número que se espera es el relativo al desempleo. Por ahora se sabe que está creciendo la cantidad neta de nuevos empleos, pero como hay un crecimiento vegetativo de la población, basta ver el comportamiento de la oferta y demanda para saber si efectivamente comienza a caer la tasa de desempleo. Por ahora, es el sector de la construcción el más dinámico, con un crecimiento cercano al 17%, pero no es general. A su vez, este crecimiento se da por las obras públicas, mientras el sector privado todavía no termina de reaccionar, a la espera de una caída de las tasas de interés y de la inflación.
Mucha ansiedad esperando los números, mientras se acercan las elecciones, y es probable que la economía no sea la carta ganadora del gobierno.