Anneliese nació en Hamburgo, Alemania hace 91 años pero ella se considera sanrafaelina.
Llegó a estas tierras mendocinas desde Buenos Aires allá por 1951 y "estaba horrorizada cuando mi esposo decidió venir a trabajar una finca que había comprado porque el agua venía del cielo, decía. Pero nadie le dijo del granizo y los vientos", recuerda con una contagiosa sonrisa y asombrosa lucidez.
Aunque es lógico que sea jubilada todavía hace traducciones y da algunas clases de alemán porque ella es profesora de ese idioma.
Agrega a los recuerdos de su llegada que "en esa época en San Rafael había un solo hotel y mientras hacíamos la casita en la finca, parábamos en el Rex", recuerda.
Quedó viuda muy joven cuando su marido Otto falleció pero eso no la hizo bajar sus brazos y crió a Renata, Ernesto y Gerardo e intensificó su interés por el prójimo trabajando en distintas entidades de bien público.
"Siempre trabajé mucho con los jóvenes. A los 21 años viajé a Crespo, en Entre Ríos, como directora de un internado de chicas. Allí cumplí funciones hasta que Argentina le declaró la guerra a Alemania y se confiscó todo. Hasta ahora sigo en contacto con esas chicas", recordó con melancolía.
Previo preparar un café que compartió durante la charla, Anneliese Vezmer de Brunner se sentó en un cómodo sillón de su vivienda y se mostró dispuesta a hablar de "su obra" aunque ella se preocupa en señalar que todo lo que ella ha realizado lo hizo acompañada siempre de un grupo de personas. "Los méritos son de todos los que trabajamos en Alcec" (Asociación de Lucha contra el Cáncer) se apura a decir.
Lo cierto, y es innegable, es que ella ha sido por más de treinta años el motor de esta institución señera en el interior del país y única en nuestra provincia.
Es muy difícil hablar de su vida porque ella la asocia indefectiblemente a esa institución y a los colaboradores (todos voluntarios) y es también imposible referirse a Alcec (antes se denominaba Lalcec) sin mencionarla.
Por su trabajo voluntario y constante fue distinguida este año como "Ciudadana ilustre de San Rafael" y puede vérsela por las veredas de la ciudad caminar con la fibra que siempre la caracterizó.
Anneliese relata pormenores del crecimiento de prácticamente "su institución", aunque ella lo niegue.
Llegó casi por casualidad y representando a la Asociación de Mujeres de Negocios de San Rafael a las reuniones de la incipiente institución que guiaba el doctor José Antonio Martínez y se quedó a colaborar.
"Todo ha costado mucho y hemos intentado activar filiales o delegaciones en Malargüe y Alvear, pero sólo ha progresado la de Alvear.
"Nosotros creemos en la prevención del cáncer", afirma. "Si se detecta a tiempo es posible transformarlo en una enfermedad crónica pero llevadera y con dignidad".
Es por esa convicción que hoy la casa ubicada en Coronel Suárez y 9 de Julio de la ciudad de San Rafael presta un servicio esencial.
"Hay mucha gente que carece de obras sociales o posibilidades de tratamientos que son muy costosos. Alcec ofrece eso gracias a la inestimable colaboración de la gente. No sólo de los socios sino de los profesionales de la salud que desinteresadamente colaboran. Ellos atienden nuestras derivaciones en forma gratuita y siempre hay un turno para los pacientes que enviamos.
"En la casa hemos logrado instalar consultorios y se hacen algunos tratamientos especialmente los de rehabilitación. Ahora hemos logrado acondicionar un salón de usos múltiples donde se dictan conferencias, se hacen reuniones sociales y todo lo que esté relacionado con el tema.
"Desde Buenos Aires, Lalcec, nos piden que tratemos de formar en la ciudad de Mendoza o en el Gran Mendoza una sociedad similar pero es muy difícil. Tenemos contactos pero es muy difícil conseguir gente que quiera trabajar ad honorem y lo único que hace falta para esto es voluntad, responsabilidad y mucho amor", dice.
Con su cabellera muy blanca y la amplia sonrisa, habla de los proyectos para 2013 mientras se prepara a recibir sus nietos que llegan para las Fiestas. "Vienen todos a acompañarme", afirma orgullosa mientras se despide en la puerta de su departamento.