Los 100 años de la escuela más grande y tradicional de la Quinta

La Daniel Videla Correas nació en 1913 y estrenó su espectacular edificio en 1941. Los recuerdos de directivos, docentes y ex alumnos de una institución ya centenaria.

Los 100 años de la escuela más grande y tradicional de la Quinta
Los 100 años de la escuela más grande y tradicional de la Quinta

Quien pasa por la intersección de Paso de los Andes y Manuel A. Sáez difícilmente pueda evitar mirar dos veces la edificación que se levanta en la esquina suroeste, con su amplia explanada. Su estilo -el mismo del ex balneario Playas Serranas, donde ahora funciona el Museo Cornelio Moyano- suele despistar en un primer momento. Pero las letras en la fachada alejan toda duda: alberga a la escuela primaria Daniel Videla Correas, que celebra su centenario.

Como le ha ocurrido a varios establecimientos, la Videla Correas fue cambiando de ubicación desde su creación el 21 de abril de 1913. De hecho, pasó por cuatro inmuebles hasta que, como la cantidad de alumnos había llegado a 400, le construyeron un edificio propio, que se inauguró en 1941. La directora, Patricia Alfandari, cuenta que su padre Isaac (79) cursó allí la primaria y recuerda cuando con sus compañeros fueron arrastrando los pesados bancos de madera y hierro -se encontraban cerca- hasta el flamante inmueble.

Alfandari confiesa que le costó un tiempo acostumbrarse a la inusual distribución del espacio, pero que todos los que llegan terminan encantados con las amplias y luminosas aulas, y las galerías cerradas con inmensos ventanales. Sin embargo, reserva una especial admiración por el salón de actos, que se ubica en la planta alta.

La directora explica que han encontrado fotos en las que se aprecian unas butacas (que desaparecieron cuando se convirtió en un salón de usos múltiples). Las imágenes plasmaron exhibiciones de cine, a las que asistía toda la familia, como también algunos conciertos musicales. La sala conserva los pisos de madera, un pequeño escenario estilo italiano y los agujeros en una pared por donde se proyectaban películas.

Los niños de la Quinta

La escuela nació sin nombre, como "infantil alternada" y recién en 1915 se le impone el de Daniel Videla Correas. En 1931 asistían apenas 21 niños y a fines de la década del ?30, cuando se empieza a levantar el edificio propio, la matrícula había llegado a unos 400, para rondar los 900 en los ?60. Es que en aquellos años era un establecimiento de élite donde estudiaban los hijos de las familias acomodadas de la Quinta Sección.

Esto, explica Patricia Núñez -la vicedirectora-, hasta que los habitantes del entorno comenzaron a mandar a sus hijos a colegios privados. La matrícula fue descendiendo, al tiempo que recibían niños de Godoy Cruz (Villa Hipódromo y Villa Marini), Las Heras y la zona de La Favorita. Pero el golpe más importante fue en 2006, cuando, para hacer una recuperación integral del inmueble, los trasladaron durante todo el año a la Casa del Maestro, en calle Alem. Muchos papás eligieron otros establecimientos más cercanos y al regresar a Paso de Los Andes y Manuel A. Sáez sólo tuvieron -como hasta ahora- turno mañana.

Costumbres de antaño

Los directivos y docentes de la escuela comenzaron a organizar actividades para el centenario en abril de 2012 (ver aparte) y tienen planeado promover varias más durante todo el año. Además de revisar todos los historiales disponibles, contactaron a ex alumnos a través de las redes sociales y la guía de teléfonos, y un grupo de ellos se sumó al comité de festejos.

Norma Suárez, una de las más involucradas en la tarea, señala que fue promoción ?52, es decir, del segundo grupo en egresar del edificio nuevo. La mujer destacó que en sexto grado tuvieron tres maestras, para prepararlos para la secundaria, algo nada habitual en la época. Como contraparte, cuenta, en el patio había una línea imaginaria que lo dividía en dos: en una mitad jugaban las niñas y en la otra los niños. Los cursos también eran uno de chicas y otro de varones (excepto el 6°C, que tuvo que ser mixto).

Norma agrega que el director de ese entonces era muy bueno, pero machista, y estableció que no podía portar la bandera una mujer. Esto, al punto que el abanderado fue el séptimo promedio, Eduardo Dabiá. Lo irónico fue que, como era bajito, tuvieron que terminar ayudándolo en los actos las hermanas Lucía y Rosita Piai, quienes tenían el primer y segundo promedio (y eran más altas).

Momentos lindos y no tanto

Lidia Rosales ingresó como celadora a la escuela con 24 años y se jubiló con 67, a mediados de 2012, lo que la convierte en la persona que trabajó durante más tiempo en la Videla Correas. "Cuando empecé había mil alumnos, repartidos en dos turnos. Me acuerdo de los asados que se hacían en el patio para que todos los chicos tuvieran la oportunidad de ir al viaje de egresados. Y de las ferias de platos. Era mucha la cantidad de gente que venía", contó.

Lidia, quien durante 17 de esos 43 años vivió en una casa que hay dentro del predio de la escuela, comenta que acompañó a varias promociones en sus viajes a Cataratas de Iguazú, Córdoba y Bariloche. En uno de esos trayectos en micro se enamoró del chofer, con quien lleva 38 años de casada y tuvo dos hijas, ambas ex alumnas de la escuela.

Pero también recuerda a maestras muy queridas que fallecieron o cuando en 1995 entraron a robar y destruyeron una biblioteca de madera tallada y vidrios biselados, y quemaron libros y documentos históricos.

Ese mismo año, continúa, decidieron transformar el salón de actos en uno de usos múltiples y sacaron todas las butacas, que si bien estaban deterioradas no fueron conservadas. Es más, las tiraron desde el primer piso a la vereda, donde se destruyeron.

Luego recordó la historia de un ex alumno, cuya familia era muy humilde y se lo ayudó para que pudiera seguir su educación, incluso cuando ya había terminado la primaria. El chico estudió abogacía mientras trabajaba en un quiosco de la Peatonal y cada vez que la veía, corría a abrazarla. "Casi como si fuera un hijo", señaló emocionada Lidia.

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