Digo yo, con todas las cosas que están pasando en el mundo, el año que viene ¿se animará a venir? Por otro lado, el año que viene, ¿de qué lado viene? Porque no es bueno que uno lo esté esperando para el lado del amanecer, como correspondería, y el tipo venga caliente y con Zonda del lado oeste y nos agarre dándole la espalda, sería toda una descortesía.
Dicen que se encontraron el 2017 y el 2018, y el viejito le dijo al culillito (con voz de viejo): -Tené cuidado con estos tipos. Te hacen laburar todo el año, no te dan vacaciones y encima al año te jubilan.
Uno dice en estos momentos Feliz Año Nuevo, o próspero Año Nuevo, o Felicidades para el nuevo año. Y está bien, los deseos generalmente apuntan hacia adelante, se conjugan en futuro imperfecto. Nadie dice Feliz Año Viejo.
Porque un año, todo un año, todo ese amontonamiento del calendario que ocurre en 365 días, no puede haber sido feliz en su totalidad. Siempre alguna situación en contra se da, y de acuerdo a su tamaño es que encuadramos el año en bueno o malo. Valoramos lo que nos sucedió, rara vez valoramos lo que nosotros hicimos para suceder.
Y es posible que mucho nos haya llegado de arriba, como llovido por las circunstancias, pero también es posible que muchas de las cuestiones desagradables se deban a nuestra ancestral vocación de meter la pata, en los negocios, en el trabajo, en los sentimientos, en las relaciones.
Así que vamos a desearnos lo mejor para el año que viene pero poniéndole al año que viene lo mejor de nosotros. No esperar, ir al encuentro. No sentarse a ver qué ocurre, sino caminar hacia adelante y participar activamente en lo que ha de ocurrir.
Lo mejor que podemos desearnos todos es un país mejor. Tenemos gobiernos que han pasado su primer período. Mas allá que compartamos o no el signo político de quienes nos mandan, que le vaya bien al gobierno, muy bien de ser posible, porque eso nos hará bien a todos.
Que la desocupación disminuya hasta el exterminio, que las injusticias se acaben, que no haya niños en las calles, que la educación sea un ejemplo, que los jubilados sean tratados como seres humanos, que la salud esté protegida en todos los aspectos, que la población cuente con algunas moneditas más para hacer sus proyectos.
Que sea un año en que las cosas oficiales se resuelvan con el correspondiente disenso, la unanimidad es a veces peligrosa, que aceptemos que no todos tienen por qué pensar igual que nosotros y que de las diferencias han de surgir los mejores proyectos y las mejores realizaciones. Que más allá de posturas políticas (siempre válidas) reconozcamos que todos somos argentinos y que entre todo podemos lograr un país más justo y más solidario.
Es lo mejor, lo que mejor que “NOS” puede ocurrir. Por lo demás, por lo personal, que de acuerdo a las condiciones de vida que cada uno posee, termine el 2018 sintiéndose mejor, pero con todo el esfuerzo que nos va a requerir lograr ese objetivo. Ustedes lo saben, nada se logra sin esfuerzo, al menos nada importante. En definitiva, que el año que viene sean ustedes todo lo felices que se les dé la gana.