El fenómeno astronómico más impactante presenciado por la humanidad ocurrió en el año 1006 y atrajo la atención de observadores en todo el mundo. Hoy se conmemora su aniversario.
La supernova SN 1006 fue vista por primera vez en la constelación de Lupus, cerca del límite con Centaurus, entre el 30 de abril y el 1 de mayo de 1006. Varios testigos en Suiza, Egipto, Irak, China y Japón la describieron como una “estrella repentina”. Las narraciones históricas más detalladas sobre este evento fueron hechas por astrónomos chinos y árabes.
Ali ibn Ridwan, astrólogo y astrónomo egipcio, declaró que “el espectáculo era un cuerpo circular grande, de 2 y media a 3 veces más grande que Venus. El cielo brillaba debido a su luz. La intensidad de su luz era un poco más de una cuarta parte de la luz de la Luna”.
Al igual que los demás observadores, Ali ibn Ridwan marcó que la nueva estrella estaba baja en el horizonte sur. Algunos astrólogos interpretaron el evento como un presagio de peste y hambruna.
La estrella tenía un diámetro similar al de una media luna y su luminosidad era tan intensa que iluminaba el suelo en la oscuridad, permitiendo ver los objetos terrestres. Se percibía de un tono amarillento y su resplandor persistió por más de un año, sugiriendo que posiblemente se trataba de una supernova Tipo Ia.
El resto de supernova asociado a SN 1006 no fue identificado hasta 1965, cuando Doug Milne y Frank Gardner, demostraron que la radiofuente PKS 1459-41, cerca de beta Lupi, tenía la apariencia de una cáscara circular de 30 minutos de arco.
La teoría sugiere que la SN 1006 era en principio un sistema estelar binario. Una de las estrellas, una enana blanca, entró en erupción debido a la acumulación de gas proveniente de su compañera, superando así el límite de Chandrasekhar, que representa la masa máxima que una enana blanca puede alcanzar.