La ley 14.346, conocida como la Ley Sarmiento, permite la experimentación con animales sólo en los casos en que sea científicamente demostrable y por personas idóneas, castigando como acto de crueldad las acciones contrarias a ello.
La vivisección es la práctica de experimentos fisiológicos o quirúrgicos efectuados sobre todo tipo de animales vivos, como primates, perros, gatos, hurones, ratones, conejos, entre otros; ya sea con o sin anestesia. El resultado de estas prácticas es la muerte del animal a través de un sometimiento a todo tipo de suplicios. Generalmente, sus cuerpos son usados en vida para inocularles virus, contagiarles enfermedades, provocarles adicciones, cortarles sus huesos y extraerles sus órganos. Son sometidos a dosis letales, de todo tipo de ingredientes.
En la actualidad se discute en el Congreso de la Nación un proyecto de ley de protección para los animales de experimentación utilizados con fines científicos y educativos que es cuestionado categóricamente por la Comisión Derecho Animal del Colegio de Abogados de Mendoza ya que lesiona los derechos básicos de los animales, considerados seres sintientes, es decir con capacidad de sentir dolor, ansiedad, aburrimiento, angustia, miedo, alegría y deseo. Entre los derechos referidos se encuentran el derecho a la vida, a la integridad física y psíquica, a la salud, a la libertad, a desarrollarse en su hábitat natural, consagrados también en la ley 14.346 como así también en la Declaración Universal de los Derechos del Animal.
El proyecto parte de una premisa equivocada, que es considerar que existe una categoría de animales de experimentación, cuando en la naturaleza no hay tal diferencia. La Comisión Derecho Animal del Colegio de Abogados de Mendoza considera que la norma en cuestión, más allá de su supuesta finalidad de proteger el bienestar animal, en definitiva perpetúa el estado de esclavitud de estos seres que son los más vulnerables del planeta. La justificación de los partidarios de la experimentación, vivisección y testeo con animales se encuentra en una aparente elevación de la calidad humana, cuando científicamente está probado en forma contundente la ineficacia de estos procederes, ya que el mundo gasta "20 billones de dólares al año matando a 100 millones de animales vertebrados en investigaciones médicas".
La probabilidad de que un fármaco proveniente de esos estudios sea eficaz en seres humanos, es apenas de un 6 por ciento (Philip Low investigador de la Universidad de Stanford). Otro dato importante es que, en condiciones de experimentación, se produce una situación de estrés que necesariamente cambia la química, base de la experimentación. Por lo tanto se parte de una falacia para la obtención de resultados.
Por ello, adherimos al movimiento científico antiviviseccionista y a la Declaración Universal de los Derechos del Animal, que en su artículo 8 expresa: "La experimentación animal que implique un sufrimiento físico o psicológico es incompatible con los derechos del animal, tanto si se trata de experimentos médicos, científicos, comerciales, como toda otra forma de experimentación. Las técnicas alternativas deben ser utilizadas y desarrolladas"; en síntesis, propicia la sustitución de todo método que implique maltrato o crueldad de animales.
Entendemos que a esta altura de la evolución humana y del progreso científico y tecnológico alcanzados es inconcebible desde el punto de vista ético y humano continuar con métodos de investigación que generan sufrimiento y esclavitud animal. Se debe promover el conocimiento biológico y encauzar posibles inquietudes científicas en perfecta compatibilidad con el respeto y piedad por todas las formas de vida.