El actor y director Aníbal Villa es en esta "Sinfonía azul para el vino nuevo" el personaje principal. Encarna a un director de orquesta que intenta descubrir la nota azul. Asume este desafío con una gran emoción, una gran pasión, con ganas de aprender y de disfrutar, como un mimo al corazón, al alma.
"Vos sabés que con el teatro no te vas a hacer millonario; sin embargo, este tipo de cosas te llenan absolutamente... Siento que me gané el premio. Veo que la Vendimia ha dado un vuelco enorme en la dinámica, sobre todo en la parte de actores. Es muy disfrutable. Mucha gente super preparada; en lo personal, el hecho de que haya llegado este personaje es como un premio al trabajo. Así lo siento", confiesa.
Villa está convencido que el haber hecho otras cosas antes de dedicar su vida al teatro lo ha retroalimentado. “Va más allá de que si sale bien o mal. El teatro juega con esa dicotomía de que puede irte muy bien, o mal, o más o menos”, analiza.
"Me llamó Golondrina que lo conocía de vista. Cuando me dijo me emocioné, lloré...", aclara.
Su personaje se llama Sinfonicus. El director de una orquesta a quien le han encargado la composición de una sinfonía para el nacimiento del vino nuevo. En esa sinfonía tiene que estar la nota azul. Y el no encontrarla lo vuelve loco. Entonces, son las memorias las que van ayudando y lo van nutriendo para que pueda encontrar esa nota azul. "Ahí se da la relación con las memorias... Actuar con semejantes grosas es invaluable. Desde ese lugar, tengo otro premio", admite.
"He trabajado bajo la dirección de Mariú. Con Sandrita he estado bajo su dirección, su par, su todo porque en La Libélula hemos trabajado muchísimo tiempo. Alicia sí me ha dirigido en la Escuela de Teatro. Vilma también en alguna práctica escénica. Con Elena también he trabajado con ella. Y si no lo hice tan de cerca, ahora lo estoy haciendo. Si no aprendo a actuar este año, no aprendo más", cierra.