Siete chicos crecen en el condado de Derry, en Maine, haciéndose llamar a sí mismos “El Club de los Perdedores”. ¿Por qué? Porque cada uno de ellos tiene puesto un blanco en su espalda por la pandilla local de matones. Pero hay algo que también une a este grupo, y es que todos han visto sus peores miedos cobrar vida, en la forma de un antiguo depredador que cambia de formas. Desde que el pueblo existe, ha sido el lugar de caza de esta entidad que sale de las alcantarillas, cada 27 años, para alimentarse de los terrores de sus presas elegidas: los niños de Derry.
Esta estupenda historia escrita por Stephen King en 1986 se convirtió en el suceso cinematográfico del año, en materia de terror. Y quienes están al frente de esta formidable y taquillera producción son Andrés Muschietti (director) y su hermana Bárbara (productora).
Andy se ha convertido en uno los realizadores mimados del mainstream estadounidense (pero es argento como el mate), luego de que Guillermo del Toro se interesara en un cortometraje de horror sobrenatural que también produjo con su hermana. El corto se convirtió en la película “Mamá” (2013); protagonizada por la solvente Jessica Chastain y Nikolaj Coster-Waldau (Jaime Lannister en “Juego de Tronos) y le significó una entrada con gloria en el círculo de los “grandes”.
Hace tres años sorprendiste a todos con "Mamá". En ese film transgrediste una regla sagrada de Hollywood que es no matar a ningún niño en pantalla. ¿No te tiembla el pulso a la hora de mostrar el horror?
- Andy: Creo que para la gente fue como un sacudón, e incluso a muchos no les gustó el final de la película. Pero esa muerte de la niña sucede de una manera muy poética.
- Bárbara: Yo siempre digo que no está muerta.
- A.: Depende de dónde lo veas, porque es un largometraje que juega mucho con el punto de vista. Mamá es un monstruo siempre que la ves del punto de vista de los adultos. Cuando pasás a verlo desde el lado de las niñas, es una madre. El final se presenta dividido entre esas dos perspectivas.
- Un director norteamericano no se hubiese animado a tanto…
- A: No quiero generalizar, pero muchos cineastas norteamericanos crecieron viendo sólo películas de su país. Entonces, lo que pasa en el filme no sucede generalmente en los largometrajes estadounidenses. No sé si por ser latinoamericanos, o qué, pero tenemos la tragedia folclórica como más integrada. Era un final viable para nosotros, completamente consistente con la historia.
- ¿Por qué tuvimos que esperar cuatro años para volver a ver un nuevo trabajo?
- A.: Es que somos muy selectivos (risas).
- B.: Cada película es un milagro, es dificilísimo llegar a hacer una para cualquier persona. En realidad, es difícil en cualquier país y en cualquier industria del mundo. Poner todos los patitos en línea es muy complicado, y cuanto más grande sea el presupuesto, más difícil es llegar a esa línea, ¿no? En nuestro caso, estuvimos esa cantidad de años entrando y saliendo de proyectos. O porque se caen, o no está la financiación, o simplemente hay una diferencia entre la visión del estudio y la del realizador; son numerosos los motivos por los que un filme puede no llegar a concretarse. Por ejemplo, Cary Fukunaga, que iba a ser el director original de "It", justamente se fue por una cuestión de visión. Es un realizador que hace largometrajes de manera muy personal, al igual que Andy; pero su mirada sobre este proyecto no estaba en paralelo con la del estudio.
- ¿Es cierto que cuando te enteraste de que Fukunaga había renunciado hiciste lo posible para llegar al proyecto?
- A.: Sí, absolutamente. Yo crecí con Stephen King y la novela "It" fue muy significativa para mí. Es una historia que llevé en el corazón durante años. Y, además, cuando salió el proyecto, las oportunidades que se presentaban para renovar al personaje eran ilimitadas, porque es un monstruo que cambia de forma. No iba a hacer que se transforme en el hombre lobo, o la momia, ni en la criatura de la laguna negra, como en la novela.
Ahí es donde se abría el espacio de creación y por eso entré con mucho entusiasmo. La libertad que me dio New Line para que crear a mi antojo fue casi total.
- Era una parada muy difícil, debido a la miniserie y el legado que dejó esa historia...
- A.: Lo lindo de una reinterpretación, o remake, es que la esencia está. Si te sale bien, estás respetando esa esencia, el alma y el corazón de la historia. Pero en la textura hay cosas distintas, que no te esperás, y cambios que pueden llegar a ser muy efectivos.
- El Pennywise de esta versión es sumamente escalofriante, muy diferente al de Tim Curry de los años noventa, ¿por qué?
- A.: Es impredecible. También hicimos un gran trabajo conceptual junto a Bill Skarsgård, que después él comenzó a construir y solidificar. La idea principal era hacerlo distinto a lo que la gente espera, aunque respetando la esencia del monstruo del libro. Pero aprovechando ese margen que el personaje deja abierto. En el libro hay cosas que la miniserie de 1990 no toma ni en cuenta, como la parte en que se explica que es un monstruo que tiene muchos problemas en fingir emociones humanas. Curry lo hizo siempre muy parejo, y con Bill hablamos de hacerlo terrorífico desde la impredecibilidad, que hiciera cosas que no te esperás y que te dejara abierta una puerta al misterio de lo que hay al otro lado. Es un ente de otra dimensión, que no es humano; entonces, al humanizarlo demasiado, deja de asustarte. Otra de las cosas que yo quería era que el personaje crezca en la intuición del público, incluso cuando no está en pantalla. Quería esas dos cosas esenciales para poder pegar fuerte en la audiencia.
- Es muy difícil adaptar un libro al cine, sobre todo de alguien como King. Pero ustedes se enfrentaban a dos problemas: los fans de la novela y los de la miniserie. ¿Eso fue una presión?
- A.: Hay un solo camino para dirigir una película, y es encontrar una visión. Y tiene que estar íntimamente relacionada con tu experiencia emocional, porque no la podés ir a buscar en otro lado esa experiencia. Podés pasarte horas leyendo blogs, página webs o lo que quieras de los millones de fans, pero a cada uno le gusta una cosa distinta. La única forma de encontrar esa visión para hacer la película es recuperar tu relación con el libro. Y de esa manera es fácil porque hay un solo camino, el que te conecta emocionalmente a la historia original. Después está el otro que es el de creatividad, en el que podés hacer lo que quieras. En ninguno de ellos sentís la presión exterior. Por supuesto, no te voy a decir que en ningún momento pensé en lo que iba a pensar la gente de esta película. Pero primero el filme lo hacés para vos, que es la única persona a la que conocés en carne propia. Así que a lo largo de todo el proceso te vas escuchando qué te parece que pueda funcionar.
- ¿Qué recuerdos tienen de la primera vez que se cruzaron con esta historia?
- B: Lo primero que recuerdo es el libro. A la miniserie la vi de a pedazos, y recién a los 26 o 27 años.
- A.: Yo la vi apenas salió editada en VHS, pero no me pareció buena.
- B.: La novela la leí cuando tenía 15. Y lo que increíblemente se me quedó en la cabeza, y era una imagen que me volvía siempre, era Ben caminando por la nieve y el payaso con el traje plateado en el canal congelado. Quizás no es algo naturalmente aterrorizante, pero con sólo pensar en esa imagen me quedo dura.
- A.: Aparte del horror, recuerdo que con lo que me identifiqué mucho fue con la historia de amor, el triángulo amoroso entre Bill, Ben y Beverly. Tenía 14 años, y todas esas sensaciones las viví a flor de piel porque estaba en plena adolescencia. Igual hay cosas que te quedan grabadas; como por ejemplo las tragedias más grandes. Porque esas cosas no les suceden a los personajes principales sino a los secundarios, como la muerte de Eddie Corcoran. Eso me pegó mucho.
- A Stephen King le gustó muchísimo la adaptación que hicieron de su obra, ¿qué sintieron al enterarse esta noticia?
- B.: Primero que nada, nos avisaron con muy poca antelación que iba a ver una copia de forma anticipada -creo que no nos quisieron asustar demasiado-. Entonces le dejé a Andy un papel en el escritorio en el que le puse que le escribiera una carta, y eso fue lo que hizo. Stephen King vio la película, y Andy recibió de vuelta un mail de amor (risas).
- A.: Con la película le envié la carta en donde, básicamente, le decía lo mucho que lo lamentaba y le pedía disculpas por todas las cosas que había cambiado, que es algo que no había pensado antes. Me respondió que no me preocupara, que la película era brillante y que los cambios estaban aprobados.
- ¿Estaba pensado de antemano hacer sólo la historia de cuando son chicos?
- B.: Eso vino heredado, quiero aclarar. Cuando a nosotros nos presentaron la idea, la historia ya estaba dividida en dos. Y lo mismo con la idea de que se desarrollara en los años ochenta. Pero, claro, es natural, es el libro perfecto para hacerlo en dos partes: 1.200 páginas, dos líneas de tiempo, era casi una obviedad.
- En todos estos años sus nombres aparecieron ligados a muchísimos proyectos: "He-Man", "Shadow of the Colossus", "Cementerio de Animales", "Robotech", ¿a cuál de todos hay que darle más importancia?
- A.: "Robotech" es una de las cosas que más me fascinó de niño, así que siempre me imaginé lo increíble que sería hacer una película de acción real sobre eso. Fue un proyecto que los fuimos persiguiendo, persiguiendo, persiguiendo, pasó por distintas manos, estudios que no sabían si hacerla o no, hasta que finalmente la enganchamos. Recién empezamos en ese proyecto, yo ya escribí un tratamiento de la historia que la reduje en una trama muy concisa, y que a mí me encanta. Y ahora la estamos transcribiendo a un guión. Pero "Robotech" puede llevar más tiempo, ya que lo primero es hacer la segunda parte de "It".
- ¿Conocen Mendoza?
- A.: Yo conozco. Fui de vacaciones y pasé días muy lindos. Recuerdo haber estado en el zoológico.
- B.: Yo no tuve la suerte, pero estoy dispuesta a que me recomienden los hermosos lugares que tienen para ir a visitar.