Tres andinistas subieron al cerro Aconcagua los bustos de Juan Domingo Perón y Eva Duarte a modo de homenaje. La expedición fue llevada a cabo el pasado domingo 16 de febrero en una travesía que duró 15 días y que tenía por objetivo volver a colocar las figuras del ex presidente y su esposa en la cima, algo que ya había sucedido en 1954 pero que, dos años más tarde, fueron quitados por el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu en la autodenominada "Revolución Libertadora".
Los tres expedicionarios que subieron los bustos fueron el militante peronista Alfredo Alvarez, el oficial de reserva del ejército argentino Tabaré Muñoz y el docente Julián Prato. Para ello tuvieron el apoyo logístico de ATE, representado por su secretario general y militante peronista Daniel Catalano, quien compartió la travesía en su cuenta oficial de Twitter.
La idea de volver a subir los bustos de Eva y Perón surgió de Alfredo Alvarez luego de leer una entrevista que diario La Nación le había hecho al suboficial mayor Andrés López, quien lideró la expedición inicial en 1954.
Alvarez explicó a sitio BigBang News que la iniciativa comenzó en 2014 pero que recién pudieron concretarla este verano debido a que jamás habían hecho cumbre en alta montaña, entonces necesitaban preparación y tiempo para crear las representaciones del matrimonio presidencial.
Los tres andinistas crearon una nueva representación en las que cada busto terminó pesando tres kilos y medio, algo que pareciera ser de mínimo peso en tierra pero que en ascenso a la cima marca una gran diferencia en cuanto a esfuerzo.
Las nuevas estatuas fueron realizadas de fibra de vidrio pero huecos en su interior, con la idea de rellenarlos de piedra una vez colocados en la cima. Allí, además, les colocaron un pegamento especial para que la inclemencias del tiempo no les afecte.
Historia de los bustos peronistas en el Aconcagua
En 1954 un grupo de 20 suboficiales del ejército argentino decidió homenajear al presidente Juan Domingo Perón y a la primera dama Eva Duarte, quien ya había fallecido, llevando un busto de cada uno a la cima del coloso más alto de América. Aquellos militares lograron su objetivo en febrero de ese mismo año en una misión colmada de secretismo y planificación estratégica.
Quien estuvo a cargo del grupo de suboficiales fue el suboficial mayor Andrés López, militar peronista que entre los años 1951 y 1955 fue custodio de Perón e incluso lo acompañó en su exilio a Venezuela.
"Mi general -le dije- [...] vamos a organizar una expedición al Aconcagua para rendirle un homenaje a usted y a la señora Evita, colocando sus bustos en la cumbre del cerro. '¿Ustedes están locos?', dijo Perón. '¿Cómo se van a exponer a eso? Es una locura...' Vea mi General, los muchachos ya lo decidieron y lo vamos a hacer. 'Bueno', concluyó Perón, 'Es cosa suya, pero considero que es una locura", contó López, años atrás, en una entrevista a diario La Nación.
A diferencia de estos nuevos bustos, los originales subidos al Aconcagua en 1954 fueron hechos de aluminio duro y entre ambos pesaban 50 kilos. Como eran desarmables se dividieron en 5 partes cada uno para ser llevados en diferentes mochilas y alivianar peso en el ascenso. Una vez en la cima, los militares armaron las piezas formando sendos bustos. Junto con los imponentes monumentos, los suboficiales también llevaban el escudo peronista y dos placas para colocar debajo de cada busto.
En la placa de Perón rezaba la frase: "Al general Perón dedican los suboficiales del Ejército Argentino este esfuerzo, para que la cumbre más alta de América sirva de pedestal al más alto genio político del Continente. Este busto no será retirado como trofeo por las futuras expediciones, sino que debe permanecer en esta cima por los siglos de los siglos, para que el espíritu y las ideas del Conductor de la Nueva Argentina hermanen a los pueblos de América".
En tanto en la placa de Eva se podía leer: "A nuestra compañera Evita, jefa espiritual de la Nación para que sea la cumbre del Aconcagua el altar intermedio entre nuestras plegarias de agradecimientoy el lugar de su eterno descanso. Este busto no debe ser retirado sino que debe permanecer en esta cima por los siglos de los siglos, para que el intenso amor de que la Martir del Trabajo profesó por la humanidad se expanda por todos los pueblos del Orbe".
Cuando se produjo la autodenominada "Revolución Libertadora" en 1955, los bustos fueron retirados por una expedición supuestamente secreta un año más tarde, y nunca más se supo de esas reliquias. Años más tarde, en 1973 cuando Perón asume su tercera presidencia, el suboficial López insistió con que otros militares andinistas volvieran a subir el busto del presidente a la cima del Aconcagua pero fue el propio Perón quien se rehusó a que eso sucediera.