Anarquía relacional: una forma de “amor libre”

En estos tiempos en los que se habla de “poliamor” han surgido múltiples términos que diferencian las prácticas sexuales.

Anarquía relacional: una forma de “amor libre”
Anarquía relacional: una forma de “amor libre”

Poliamor, relaciones abiertas, arromanticismo, matrimonio grupal, swinging. Hay todo un mundo fuera de la monogamia que se comienza a visibilizar más por estos tiempos.

Pero no todo lo que se distancia de lo que se suele llamar la "mononorma" (la monogamia impuesta por defecto en los vínculos) tiene el mismo color. Hay variantes, matices, y una de ellas es la anarquía relacional. Esta forma, que eligen algunas personas, resulta una de las más radicales en su cuestionamiento a las relaciones amorosas y sexuales tradicionales. Veamos por qué.

De la monogamia a la pareja abierta hay un trecho, de la pareja abierta a la anarquía relacional hay unos kilómetros más. La unión que se arma de a dos y que permite que los miembros de la pareja tengan relaciones con otros, es una versión dosificada o light del amor libre. Incluso puede que el acuerdo sea "no me entero de sus otras relaciones así no sufro" (se llama en la jerga "ojos que no ven corazón que no siente").

Para la anarquía relacional es distinto. No hay entre dos personas acuerdos, reglas, compromisos o promesas que enmarquen las relaciones. Hay un presente continuo y cambiante sostenido en las cuestiones del sentir-deseo.

Explica Deb Barreiro, activista en Amor Libre Argentina (ALA): "El poliamor hace una jerarquía de las relaciones sexoafectivas (que pueden ser varias) por sobre el resto de las relaciones, y la anarquía relacional no hace jerarquías, tampoco le da poder a las etiquetas, si no le sirve no las usa y si las necesita para comunicarse las usa, pero no le da poder a diferenciar un novio de un amigo, son simplemente relaciones". Anárquicas, es decir, al mismo nivel.

En el artículo "El anarquismo relacional no es poliamor" de Olle Ekman (traducción en la página de ALA), dice: "Para nosotrxs, no necesariamente existe una diferencia clara entre amigxs y amantes. Nos importa el contenido único de cada relación, y no tanto en qué categoría cae la relación de acuerdo a ese contenido, a lo cual le sigue lo que creo que significa 'anarquía' en este contexto. He escuchado a personas que describen el anarquismo relacional literalmente como 'la práctica de no organizar tus relaciones jerárquicamente', y luego no saben explicar claramente qué significa eso en la práctica".

Claudia tiene 30 años, es licenciada en física y doctora en química, aunque fue monogámica gran parte de su vida (tuvo una relación de cinco años, y otra de año y medio), desde hace tres se identifica como "anarquista relacional", pero la cuestión no empezó por la teoría, sino por "el sentir".

“Lo que me pasaba era que mientras estaba de novia siempre alguien me gustaba en el medio, nunca hacía nada porque la culpa me mataba, pero siempre alguien me atraía, con alguien me daban ganas de estar y lo reprimía, lo dejaba pasar y seguía con mi pareja. Hasta que hace tres años empecé a salir con una chica que me dijo ‘estoy saliendo con un chico y con otra chica también’ y dije probemos y veamos cómo se siente’ y lo hice. Fui en el camino armando mis reglas, jugando con eso, me relacioné con alguien que tenía una relación jerárquica pero no me cerró y seguí buscando cosas y experiencias. Hablar de mis vínculos con otros vínculos me hacía sentir cómoda, bien, busqué la fluidez. Ahí fui leyendo y encontré que el anarquismo relacional era lo que me iba a mí”.

Con un amigo se puede compartir la cama, con un amante se hacen cosas de amigas, y todo se desestructura.

¿Dónde quedan las reglas? ¿Y si queremos compartir más con una persona? ¿Y si esperamos más? ¿Y los celos?

Los escollos del camino

“La dificultad más grande que me encontré es cruzarme con alguien que no tenía más ganas de tener una relación de ese tipo pero me dijo ‘bueno, puedo probar’. A mí me costaba soltarme, ella me decía ‘cuando me lastime me voy a alejar’, venía de estar en relaciones monogámicas siempre y quería ver, pero no estaba tan convencida. Eso fue un impedimento enorme, porque yo no quería andar convirtiendo gente al anarquismo relacional, sino que cada une haga lo que le hace más feliz”, cuenta Claudia para seguir graficando este curioso fenómeno.

Otra dificultad: los celos 

“Darme cuenta de que una persona que yo quiero un montón pasa más tiempo con otras, a veces me daban celos -sigue explicando la mujer-, sobre todo cuando me sentía desplazada por completo, pero siempre lo pude charlar. Hay un montón de cosas para entender y nadie la tiene del todo clara. Quien dice que no se pone celoso es porque tiene demasiada experiencia o es porque un poco está mintiendo, porque te pasa. A mí me pasó que quería ver más a una persona que a otra a veces y me daba culpa, pero pude charlarlo. Y descubrir dónde está esa culpa me hizo bien. Hay mucho alivio en hablar, decir, poner en palabras y desarmar los condicionamientos culturales que tenemos.

“Nunca me cerró tener un vinculo afectivo y sexo con un montón de personas, porque para mí la sexualidad va muy de la mano de la afectividad. No me pareció jerarquizar eso porque le saca el encanto o lo arruina. No quiero que haya prioridades, sino lo que sentimos en ese momento. Si necesito priorizar a una persona, que eso se dé libremente sin necesidad de estar discutiéndolo o rejerarquizando cosas. la intensidad de mis vínculos fluctúa”, concluye la mujer.

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