Nunca dejé la música, siempre seguí cantando. Regresé a Mendoza después de vivir diez años en Buenos Aires. Llegó un momento que me cansé, es un ambiente muy duro, muy difícil y quería que mis hijos crecieran en Mendoza. Y sabía que al volver no podía seguir viviendo de la música. Al comienzo viajé a Buenos Aires, pero no pude continuar con el ritmo. Hice algunas presentaciones más públicas, en Fiestas de la Vendimia, lancé otros discos, pero todo muy esporádico.
En ese momento bajar del tinglado al llano no fue problemático porque nunca me subí. Además, vengo de una familia de músicos y médicos, entonces no me costó dejar los escenarios y dedicarme a la Psicología. Incluso en una entrevista en mis comienzos de popularidad lo dije: "En el caso de que el furor pase, voy a estudiar psicología". Y lo cumplí. Además la salud y el arte están relacionados y yo también ayudo como psicóloga. Son dos formas de darle al otro.
La música siempre estuvo en mi vida, desde chica, porque en mi familia todos cantaban. Mis tías eran excelentes cantantes. Y desde el inicio cantaba en los coros de la escuela, luego en el Coro de la Filarmónico en los años '60 y comencé cantando jazz. Ese fue mi inicio, aunque el reconocimiento llegó con otro tipo de música: la música pop y rock a partir de Los Beatles. A quienes tuve el gusto de ver en persona en California. Y comencé a cantar como Ana Hamilton a principios de los '70 con un conjunto pop de San Francisco, donde cantaba en inglés, portugués y algunos temas en castellano.
"L" de Luciana. Me cambió el nombre artístico, porque cuando firmé mi primer contrato con el sello Odeon me pidieron un nombre que no fuera tan serio como Ana Alsina, porque era la época de Palito, Sandro. Entonces elegí Luciana porque no había nadie con ese nombre y me gustaba. Es curioso, pero desde que empecé a cantar como Luciana, en esos años aumentó la utilización de ese nombre para bautizar a las mujeres. Inclusive en el hospital una de las psicólogas se llama Luciana y le pusieron ese nombre por mí.
Otro de los cambios fue cantar en castellano, que era algo que no había experimentado demasiado. Pero fue la razón del éxito, no copiar a nadie porque no había referentes femeninos en la música.
Camino. Me hice el camino a pulmón y demostré que venía de otro andarivel. Y todo eso culminó con un disco muy lindo que se llamó "De Buenos Aires morena", que incluso no fue el disco que más vendió, pero para mí fue una satisfacción. También grabar con Lito Nebbia a finales de los '80. Y ahí me di por satisfecha con mi carrera, sentí que había hecho todo lo que quería.
Lo que sí me hubiera gustado es que en Mendoza reconozcan un poco más mi trayectoria como a otros artistas. Aunque el público me sigue reconociendo. El otro día me llamó una paciente que estaba viendo unos videos míos y no podía creer que fuera la misma persona.
De alguna manera voy a volver, no con la misma espectacularidad, porque de alguna manera lo sufrí. Mi estilo es más intimista, soy la antítesis de Valeria Lynch y no tengo ese estilo que es necesario para una cantante popular. Volvería a cantar jazz, shows más íntimos, en mis inicios, siempre están las ganas de volver.
