"Estamos en un 90%", dice Guillermo Amstutz. Se suponía que el partido que el lasherino preside, Unidad Popular, sería de la partida en el frente opositor que conformaron el PD, el Pro y una parte del PJ no kirchnerista. Pero Amstutz y los suyos no estarán ahí y apuran una alianza con el PJ mendocino, dentro del Frente para la Victoria.
Resulta raro el acuerdo que suscribe Amstutz con el oficialismo mendocino, cuando desde hace cinco años milita en el antikirchnerismo. De hecho, él mismo asume que si el peronismo disidente que firmó con el PD y el Pro hubiera prescindido de esa alianza (que la Justicia ayer rechazó -ver aparte-), Unidad Popular hubiera estado allí. Pero para un peronista no hay nada mejor que otro peronista y prefiere jugar con los propios, aunque coqueteen con el kirchnerismo.
Tampoco hubiera sido raro que el amstutcismo fuera parte del ahora fallido frente. De hecho, en 2011 estuvo en esa coalición, junto con los seguidores de Adolfo Rodríguez Saá y otros peronistas disidentes, con el PD y el Pro. No era raro que ese armado se repitiera, sobre todo cuando juntos rondaron los 15 puntos en la elección.
Pero los años pasan y la estrella kirchnerista empieza a desvanecerse ante la evidencia de que la presidenta, Cristina Fernández, no tendrá otro mandato. Amstutz entiende que el postkirchnerismo ya empezó y, después de tanto peregrinaje, el hijo pródigo desea volver a abrevar en las fuentes peronistas.
Ya estuvo mucho tiempo afuera. Después de enfrentar a Julio Cobos en 2003 y ser derrotado, se alejó del PJ y un par de años después empezó a coquetear con la experiencia concertadora que terminó llevando al entonces gobernador radical a la Vicepresidencia.
En 2007 fue candidato a intendente de Las Heras por la Concertación Plural, el redil adonde deseaba volver. Hizo una buena elección pero no le alcanzo para desbancar a Rubén Miranda.
En 2009, Amstutz y Unidad Popular fueron de parte de la lista 503, ésa que se publicitaba como ?la gente de Cobos', y en esa oportunidad logró ingresar al Senado provincial, mandato que se le acaba en abril del año próximo. "Me he excluido de ser candidato en las próximas elecciones", dice para sacar de las motivaciones de la vuelta al redil el interés personal.
No es que el giro de Amstutz haya sido inesperado. Hace más de un año que viene despegándose de sus socios electorales de 2009 y votando esas leyes que el oficialismo necesitaba. En los corrillos legislativos ya se lo consideraba un aliado estratégico del PJ, que le permitía obtener mayorías. Uno de los casos más paradigmáticos fue la avanzada del peronismo local para lograr la reforma constitucional que empujaba el gobernador, Francisco Pérez.
Esa buena sintonía con el oficialismo le valió que algunos hombres suyos fueran nombrados en puestos clave en empresas del Estado, como la EPTM y Emesa.
Así es que el oficialismo lo espera con los brazos abiertos y las ideas más alocadas. La idea que parece un engendro es que Amstutz, al haber sido parte de la 503 en 2009, abriría una puerta para relegar a la mujer al tercer lugar de la lista y permitir resolver la interna del PJ: así podrían ir en los dos primeros lugares Alejandro Abraham y Omar Félix.
La idea es realmente alocada. En el decreto 1.246 de 2000 (que rige para los aspirantes a diputados nacionales), se indica que la mujer debe ir en un lugar entrable, de acuerdo a la cantidad de bancas que se renuevan. En 2009 el sello FPV logró sentar sólo a Félix en el Congreso, por lo que sí o sí la mujer debería ir en el segundo casillero.
Pero Amstutz formó parte de la 503, frente que en esa elección metió tres diputados nacionales. La idea es que, como Unidad Popular fue parte del Frente Cívico Federal, también fue parte de esa victoria y, por lo tanto, podría esperarse que entren dos o tres aspirantes. El decreto es claro cuando dice que, en caso de renovar más de tres bancas, la mujer podría ir en el tercer lugar de la lista.
El problema es que está claro que el sello FPV metió sólo un diputado nacional. Hay quienes dudan del argumento, pero esperan que el juez Walter Bento sea benévolo con el oficialismo, en caso de que alguien reclame en la Justicia Federal.
