Los esfuerzos de la municipalidad por controlar el turismo que desborda la zona roja de Ámsterdam tropiezan con la oposición de las presuntas beneficiarias de esas medidas: las trabajadoras sexuales, que no quieren que se restrinjan las visitas guiadas.
La municipalidad quiere prohibir las visitas guiadas al sector, diciendo que son una falta de respeto y congestionan las calles estrechas de la zona, donde mujeres ligeras de ropa se exhiben detrás de vidrieras para atraer gente.
La primera de estas medidas entró en vigor el lunes, con la prohibición de tours a partir de las siete de la noche.
El problema se hizo evidente un reciente viernes por la noche, cuando varios grupos de turistas bañados en rojo por la iluminación de las vidrieras y las luces de neón de los peep shows se amontonaron en los callejones y no dejaron espacio para moverse.
Pero el sindicato Proud que agrupa a las trabajadoras sexuales pone en duda que las restricciones a los tours vayan a reducir la cantidad de turistas y sostiene que los guías educan al visitante y lo alientan a respetar a las mujeres.
“También puede suceder que al no haber guías, la gente deambule por la zona, se quede boquiabierta ante las mujeres de las vidrieras y se ponga a tomar fotos porque no hay nadie que le diga cómo comportarse o cuáles son las reglas en este sector", expresó una trabajadora sexual que se hace llamar Velver y que colabora con Proud.
El Centro de Información sobre Prostitución de Ámsterdam, que ocupa el mismo edificio que Prouda, ofrece sus propios tours de la zona roja.
La prohibición total de los tours guiados en la zona roja y el distrito histórico entrará en vigor el 1 de enero y es parte de los esfuerzos por reducir los problemas asociados con el turismo desbordado, no solo en la zona roja sino en toda la ciudad.
Bobien van Aalst, de la asociación de tours guiados Guidor, dijo que las restricciones a los tours en toda la ciudad impedirán que se explique al turista dónde Rembrandt van Rijn pintó sus primeras obras o dónde está enterrada la esposa del pintor.
"Es como si en París prohibiesen a los tours ir al Arco del Triunfo o a la Torre Eiffel", sostuvo. La municipalidad dijo que en la actualidad operan más de 1.000 grupos de tours en la plaza de la Iglesia Vieja, en el corazón de la zona roja.
“Sí, hay demasiado turismo aquí, demasiada gente. Ha habido noches en las que los residentes de la zona básicamente no podían salir de sus casas porque los callejones estaban repletos de gente", declaró el vicealcalde Udo Kock.
La gente que trabaja en la industria del sexo se pregunta si realmente hay más turistas o si simplemente se concentran en un espacio más reducido porque en los últimos tiempos cientos de vitrinas cerraron en un esfuerzo por limitar la cantidad de locales abocados a ese negocio.
Kock admite que no todo el mundo ve con buenos ojos estas iniciativas. Pero agrega que mucha gente ve complacida el que la municipalidad trate de reducir la cantidad de tours.
La zona roja es un imán para el turista, sobre todo al anochecer. Multitudes tratan de ingresar a espectáculos sexuales y visitan el Museo de la Prostitución, en el cual pueden experimentar lo que vive una trabajadora sexual desde una vitrina.
La administradora del museo, Natascha Flipsen, está de acuerdo en que los tours guiados ayudan a educar al visitante no solo acerca de siglos de historia de la zona roja sino también sobre cómo tratar a las mujeres que trabajan allí, respetuosamente. Para el turista, "es una experiencia de esas que se dan una vez en la vida", dijo Flipsen.