La vida de Pablo Picasso no sólo estuvo marcada por el frenesí creativo sino también por sus múltiples pasiones amorosas.
El último gran amor y musa de Picasso fue Jacqueline Roque, a quien el artista conoció en 1952, cuando él tenía 71 años y ella 27. Roque, a quien Picasso pintó en óleos y cerámicas, se suicidó en 1986, disparándose un tiro en la cabeza. Está enterrada en el castillo de Vauvenargues, junto a quien amó durante casi 20 años.
También se suicidó otro de sus grandes amores, Marie-Thérèse Walter, que tenía 17 años cuando Picasso, entonces de 46, se enamoró de ella. El artista la retrató en “El sueño” (1932), óleo que se vendió hace unos días por 120 millones de euros al magnate estadounidense Steve Cohen.
La musa de los sueños de Picasso se ahorcó cuatro años después de la muerte del artista.
Otras mujeres amadas por Picasso, que fue siempre fiel al amor del momento, fueron la atormentada fotógrafa Dora Maar, con quien vivió una pasión conflictiva, y la pintora francesa Françoise Gilot, que tiene ahora 91 años, y con quien el artista vivió diez de intenso y dulce romance.
El artista se casó dos veces: la primera con la bailarina rusa Olga Kokhlova (1918-1955), madre de su primer hijo, y la segunda vez con Jacqueline Roque, su última mujer.
Picasso fue padre de dos hijos y dos hijas: Paulo, que tuvo con Olga; Maya, que tuvo con Marie-Thérèse, y Claude y Paloma -a quienes llamó así en honor al símbolo de los carteles que creó para el Congreso por la Paz -, con Françoise Gilot.
Sus amigos destacan la sencillez y humanidad del artista, su generosidad y, pese a todo, una forma de modestia. “He pasado mi vida pintando como un niño”, aseguraba el maestro.
Otros, como Françoise Gilot o Marina, su nieta- subrayan su crueldad psicológica y su personalidad irascible.