Del amor y otros demonios

El artista plástico mendocino, Andrés Casciani, señala los creadores locales que lo marcaron, cuál es su obra preferida y qué significa para él enfrentarse a una hoja o un lienzo en blanco.

Del amor y otros demonios

"El dibujo es mi principal herramienta a la hora de hacer imágenes y el trazo es como mi ‘voz’ personal", dijo nuestro artista de la semana, el mendocino Andrés Casciani.

Nacido en 1978, con el título de Licenciado en Artes Visuales, este joven dibujante ha sabido mantener en toda su obra, una permanente tensión entre la figuración y la abstracción, la línea y la mancha pictórica. Materializa en pequeñas o grandes dosis tanto el "caos" interno como el externo. Puede ser suave y frágil, como a la vez nervioso y furioso.

¿Cuál es su obra propia favorita y por qué? "La creación -dice el artista- amenaza con destruir al personaje pero en cambio se transforma en el viento que le permite volar en el momento de enfrentarse esta ‘hoja en blanco’”. "Hoja en blanco" es justamente el título de la obra elegida por el artista.

También, manteniendo la incógnita y preguntándonos ¿qué pintura ama un artista?, ¿cómo la ve?, el dibujante compartió una obra que siempre lo emocionó e incluso lo marcó como creativo en su búsqueda. Se trata de “Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión” del irlandés Francis Bacon, uno de los más oscuros y desgarradores al momento de darle forma al alma humana. "Bacon siempre es un fuego que reaviva mi energía creativa a la hora de continuar por este camino", explica.

Además, se refirió a la noticia que lloró el mundo del arte esta semana: la muerte del gran dibujante suizo Hans Ruedi Giger, creador de la criatura del clásico de ciencia ficción "Alien". "Un genio", indica el mendocino: "Imposible no relacionarlo con Francis Bacon. Su obra tiene fluidez, la figuración es totalmente orgánica. Giger es dueño de un surrealismo oscuro, denso y a su vez contiene una belleza tan grande como abrumadora".

-¿Cómo te iniciaste en el dibujo?

Andrés Casciani: Empecé de muy chico a dibujar basándome en lo que veía publicado, no recorría muestras de arte. Lo mío estuvo desde siempre relacionado al dibujo, a la ilustración para niños, a la historieta, a las películas de dibujos animados. Todos esos ámbitos tienen en común el hecho de que ilustran una historia, no se trata de la obra por si misma. Mas tarde entre a la universidad y paralelamente me formé en talleres de artistas particulares como el de Osvaldo Chiavazza, Gastón Alfaro y Marcelo Marchese. En esos lugares descubrí la parte del “oficio del arte” que no encontré en la facultad.

-¿Qué le reconoces a la educación formal que recibiste en la universidad?

-En la facultad no encontré gran apoyo, salvo excepciones como con Eduardo Tejón, Drago Brajak, Estela Labiano, Cristian Dellez o Carlos Gómez, que plantearon cosas que sí me sirvieron. Creo que es difícil justificar y mantener la enseñanza formal. Te dan talleres de dibujo de cinco horas y ni los profesores terminan de entender para qué los estás haciendo. No se sabe por qué hay una modelo desnuda al frente del curso, si en realidad vos tenés ganas de hacer una cosa totalmente distinta.

El oficio incluye disciplina de trabajo, cierto conocimiento del material y eso sólo te lo da el paso del tiempo y si se encara con más seriedad la búsqueda te puede llevar toda la vida. Creo que uno aprende verdaderamente observando a quienes admira. Kandinsky decía que el arte es muy similar a la religión porque requiere de un nivel de fe y de convicción casi ciega.

El trabajo del ilustrador depende en gran parte del concepto que tenga que ilustrar. ¿Nunca debe dejar de pensar en el lector?

Yo trato de tirar siempre de la soga… y ver hasta donde te permite el medio para el que trabajes expresar esa parte más interna, que provenga especialmente de lo artístico… esa parte que surge como una intuición vital. La realidad es que cuando se te encarga una ilustración para acompañar una columna política, se hace difícil encontrar “ese” elemento artístico. Tengo que tomarlo de otra manera.

Claro que en cualquier encargo hay una oportunidad fantástica, pero está usado para otro nivel de información. Siempre relacioné al trabajo del ilustrador con una propuesta más realista. Sin embargo vos estás al borde, un paso más y serías un dibujante o ilustrador abstracto… A mí me interesa mucho la figura humana, los gestos, los rostros. Pero además siempre me llamó la atención la posibilidad de crear una imagen que permita mostrar algo invisible, algo que no se expresa con palabras, ni con la razón. Este espacio te da la posibilidad de crear, te habilita una puerta hacia otra cosa.

-Dentro del ámbito artístico: ¿Cómo se hacen notar las ¨diferencias¨ entre quienes se dedican a la plástica y los ilustradores?

-El espectador no hace grandes distinciones entre el que se dedica a la historieta, al dibujo, o el que pinta un cuadro… Se tiende a pensar que el que hace una cosa puede hacer todo y no es tan así, no es tan sencillo. Son diferentes ámbitos con distintos códigos de comunicación. En el ámbito “artístico” existe un prejuicio con la ilustración, el dibujo y lo gráfico. Es un tema muy viejo y acá en Mendoza está latente, está incrustado. El reconocimiento a la historieta, por ejemplo, y sobre todo en la Argentina… se ha tenido que pelear mucho. El grabado y el dibujo siempre fueron considerados secundarios a la pintura. No son más que prejuicios.

En honor a...

-¿Cuáles son sus fuentes más grandes de inspiración y tus maestros más influyentes?

-El tipo de trabajo que hago esta muy enganchado a toda una corriente de dibujantes que acá en el país se manifestó a través de la obra de Luis Scafati, Carlos Alonso o Roberto Paez. Mi arte consiste en representar un objeto y plasmar una “energía” que pueda percibirla el que ve. Los recursos del expresionismo me tienen fascinado porque toda la vida podés dibujar un rostro y siempre va a ser distinto, por eso me gusta Francis Bacon. Siempre admiré la obra de los post impresionistas, con ellos me siento muy identificado. Nunca me sentí atraído por lo más clásico, o por el renacimiento aunque no niego su importancia.

-Veo en tus dibujos un trazo nervioso, hasta furioso… ¿Cómo defines tu estilo?

-Creo que mi estilo se ha ido depurando. Ha sido importante reconocer que la voz que tengo para trabajar es la línea. A partir de ahí surgen las otras cosas, como la interacción con lo abstracto, el uso del color, las texturas... Mi manera de pensar está en la línea, de pensar entre comillas, porque al momento de usarla no hay muchos argumentos racionales. Trato de abrirme a todas las técnicas posibles y trabajar por ejemplo con el grabado y lo digital que estarían en dos extremos opuestos… Se puede raspar una madera y usar Photoshop.

-¿Cómo ha sido tu incursión con el color?

-Trabajé mucho tiempo con tinta china en blanco y negro, sin forzarme me liberé y busqué otras cosas, así encontré el color. Al aplicarlo uno se da cuenta que el papel a veces no se lo aguanta y eso es lo que me “tira” un poco hacia la pintura. Sucede también que es necesario buscar otras superficies, incluso otros tamaños. El color impone esas búsquedas.

-¿Qué opinión te merecen los conceptos en torno al arte moderno, la vanguardia o lo contemporáneo?

-Creo que lo bueno de nuestra época es que vale todo y se puede hacer arte con lo que quieras. Se pueden elegir objetos que ya existen, usar fotografías, usar a una persona como la obra misma y me parecen opciones absolutamente válidas. Antes si querías estudiar arte en un contexto académico y tenías problemas de dibujo te decían que no eras artista, que no podías hacer nada y eso es una gran mentira.

Van Gogh tenía serios problemas para dibujar, no era un virtuoso pero encontró su camino. Hace falta entender que no se trata de una guerra… ¡es arte! Se han caído ahora un montón de barreras que eran estúpidas. Conozco gente que es muy mala dibujando pero tiene una sensibilidad fantástica. Hoy a través de una instalación se reúnen objetos y se puede mostrar un aspecto de la realidad diferente a la que le ve el resto. Es todo viable, aunque lo mío es el dibujo.

Elige tu propia pintura

-¿Nos podés describir la obra que has elegido para ser reproducida en esta entrevista?

-La obra que he seleccionado se titula “Hoja en Blanco”, está realizada con acrílico sobre lienzo y tiene un tamaño de 1,50 x 1 mts. Encuentro en ella una confluencia de varias de mis más profundas búsquedas y obsesiones visuales: el dinamismo de la imagen, la tensión figuración-abstracción y la fusión del trazo con la mancha pictórica.

La figura casi caricaturesca se acerca a mi trabajo en el terreno de la historieta pero se fusiona con  dimensiones pictóricas amplias. La obra la hice pensando en el caos interno y creativo de cualquier artista -en este caso un escritor- y me centré en la relación entre el “movimiento de la realidad” y la interioridad humana filtradas por un pequeño y frágil dispositivo -la máquina de escribir-, que hace las veces de traductor sensible. Siempre he visto la obra de arte como un “rastro de vida” o una plasmación de la interioridad del ser que la realiza. Por eso mi visión se encuadra dentro del expresionismo, ese que  distorsiona el mundo del personaje del cuadro, lo transforma en un torbellino de vida para pasar a ser un “fruto creativo”. Los colores cálidos hacen referencia al fuego interno.

Acá vemos la línea que trata de “romper” los límites del dibujo para fusionarse con el movimiento de las manchas y el color. El personaje se eleva del suelo en la liviandad de trazos caligráficos y se pierde en un espacio de fuego y viento. La creación amenaza con destruir al personaje pero en cambio se transforma en el viento que le permite volar en el momento de enfrentarse a la “hoja en blanco”.

-Si tuvieras que pensar en una pintura que siempre te haya causado profunda admiración. ¿Cuál elegirías y porqué?

-Elijo “Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión” de Francis Bacon (1944). Esta obra me impresionó muchísimo desde la primera vez que la vi. Por un lado el fuerte contraste entre el naranja eléctrico del fondo y por otro,  las figuras desgarradores, antropomorfas  en tonos grisáceos .

Ese choque es muy impactante. Maneja una tensión entre la razón y lo visceral que siempre me ha inspirado. Genera un ambiente  frío y cruel. Los planos cubistas delatan una  reconstrucción  hasta dolorosa de la realidad humana. Se oponen en un mismo cuadro la pureza eléctrica del tinte de color y los  movimientos  hirvientes de sus figuras que son en igual proposición, oscuras y patéticas. Sus  personajes torturados se sacuden en un fondo eléctrico que no puede dejar de hacerme vibrar.

Me siento reconocido en esa fragilidad y cambio constante. Bacon siempre dejó un rastro de vida sensible en su  obra, como si se tratara del rastro de la “baba de un caracol”. Me impactó tanto este trabajo y la obra de este artista en general, que me significó alejarme en mi adolescencia de la idea  de ser dibujante de humor gráfico por ejemplo, para meterme  de otra forma en el mundo de las artes plásticas. Bacon siempre es un fuego que reaviva mi energía creativa a la hora de continuar por este camino.

-¿Estás preparando una exposición con tus últimos trabajos?

-Estoy produciendo obras para una exposición que inauguraremos el 10 de julio en “La Vereda Alta” - 25 de mayo 71 de Las Heras-. Trato el tema de los músicos folclóricos y los pueblos originarios a través de mi figuración de gráfica expresionista.

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