Hace más de 10 años Betiana Blum contó al director
Marcos Carnevale
la experiencia de una amiga que había acordado una cita a ciegas con un hombre al que sólo conocía a través del chat. Ella creía que su obesidad podría ser un obstáculo al momento de verse cara a cara con el otro cibernauta, que resultó tener unos cuantos años menos que lo esperado. El cuento se remata con la frase: “Compartieron una década”. Así se inspiró el guión de “Corazón de León”, una comedia romántica en la que los prejuicios marcan el ritmo de la historia de amor.
Guillermo Francella
interpreta a León Godoy, un arquitecto que cosecha éxitos profesionales mientras ve crecer y madurar a su hijo Toto, a quien le da vida
Nicolás Francella
, el auténtico primogénito del actor.
Pero no todo es alegría en la vida de León porque, aunque las cosas le salgan bien, sufre las consecuencias de luchar cada día contra los prejuicios que generan sus austeros 135 centímetros de estatura.
Él sabe que la talla puede ser una barrera para seducir a Ivana Cornejo (
Julieta Díaz
), una abogada, morocha, hermosa, alta, a la que cita para devolverle el celular que encontró en la calle. León sale a matar o morir. Lo que sigue es el reflejo de prejuicios propios y de terceros que van a condicionar cualquier vínculo posible entre ellos.
El elenco se completa con Mauricio Dayub, Jorgelina Aruzzi, Nora Cárpena, y María Nela Sinisterra.
Un actor en serio
Desde que decidió modificar el rumbo de su carrera, el cine se transformó en una faceta marcada en la vida de Francella. En 2008 sorprendió con una participación en “Rudo y Cursi”, junto a Gael García Bernal y Diego Luna, y un año más tarde se lo vio irreconocible en “El secreto de sus ojos”. Después vinieron “¡Atraco!” y un regreso a la TV de la mano de Juan José Campanella como protagonista de “El hombre de tu vida”, trabajo por el que acaba de recibir el Martín Fierro como Mejor Protagonista de Unitario.
Actualmente filma “El misterio de la felicidad”, junto a Inés Estévez y con dirección de Daniel Burman. Fue precisamente en una pausa del rodaje de esta película, que se estrenará en enero de 2014, cuando el director habló de su trabajo en “Corazón de León”, cómo fue meterse en la piel de un hombre que mide apenas 135 centímetros, sobre la experiencia de actuar junto a su hijo, del cambio en su perfil profesional y hasta de la alegría que le produjo el descenso de Independiente, rival de su Racing Club.
-¿Cómo era tu relación con las comedias románticas antes de “Corazón de León”?
-Hay comedias románticas que me gustó mucho ver como “Un lugar llamado Notting Hill”, pero más me gustó hacerla, transitarla. Más con un personaje tan difícil como el de León, que tiene una lucha titánica todos los días de su vida para que lo miren de otra manera, porque los prejuicios, el mandato social, castigan mucho.
-¿Cómo te acercaste a esta historia?
-Marcos (Carnevale) me contó el comienzo: hay una discusión telefónica, una mujer tira un celular, León lo encuentra y se cita en un bar con la dueña para devolverlo. Recién después me dijo “tu personaje es así” (señala con la mano la estatura de un niño). No quería algo burdo, hicimos pruebas y quedaba bárbaro. Después trabajé lo corporal, la mirada hacia arriba, el pechito erguido, saltar de los sillones.
-¿Ahí se sumó tu hijo Nicolás?
-Cuando el director me propuso que Nicolás fuera Toto (el hijo de León) tuve todos los reparos del mundo porque él no había tenido nunca un texto en la mano, salvo en sus talleres. Le hicieron una audición y salió airoso. Ahí Marcos me pidió que no le marcara nada y yo le dije que era en lo único en lo que le iba a fallar, que me diera las coordenadas de lo que quería pero que no me pidiera que no ensayara en casa. Lo hicimos muy intensamente y cuando llegamos al set yo ya estaba muy relajado.
-A partir de “Rudo y Cursi” replanteaste el rumbo de tu carrera.
-Fue una necesidad personal, una búsqueda de contenidos nuevos. Me parecía que no estaba bien trabajar lo mismo a los 20 que a los 50 años. Necesitaba textos más profundos y que otros directores posaran la mirada en mí. Fui valiente, no me importaron los riesgos y tuve enormes satisfacciones.
-¿El encasillamiento para un actor es un acto discriminatorio?
-Ése es otro tipo de prejuicio. Creer que tocás una cuerda sola y que no quieran que incurras en otra, o que los directores no te llamen porque hacés productos demasiado industriales, taquilleros o pochocleros. Lo pude revertir con mucha tenacidad. Siempre me trataron bien, pero castigaban los proyectos que yo hacía, que eran muy light. Por más que fueran convocantes, en la crítica siempre generaron rechazo.
-Estás en tevé en las repeticiones de “Poné a Francella” o “Casados con hijos”. ¿Con qué volverías?
-No haría una tira pero sí un programa como “El hombre de tu vida”. Si tuviera otra vez un producto tipo “Casados...”, una sitcom de las de afuera, volvería. Me encanta el género, con pocos actores, dos decorados, sin exteriores, todo tiene que ver con la palabra, la esgrima verbal.
-¿Te ves como director de cine en algún momento?
-Siempre lo tengo en la cabeza. En teatro dirigí “La cena de los tontos” en 2009, con Adrián Suar en Mar del Plata. Me gusta marcar actores, proponer. Toda mi vida estoy hablando y sugiriendo. En teatro me resultaría más fácil porque un largometraje no implica solamente marcar actores; hay que tener en la cabeza toda la película, tener muy claros los planos. Creo que me animaría si tuviera una historia chiquita, intimista, algo que me guste contar.