Se han reportado raros y sorprendentes descubrimientos en las excavaciones actuales en la Cueva Alepotrypa, un sitio del Peloponeso que un arqueólogo calificó de “Pompeya neolítica”, según informó el Ministerio de Cultura, Educación y Asuntos Religiosos de Grecia.
El descubrimiento más impactante fue el entierro de hace aproximadamente 5.800 años que contiene dos esqueletos humanos adultos bien conservados, un hombre y una mujer, con brazos y piernas entrelazados en un abrazo. Encontraron también huesos de otras dos sepulturas neolíticas dobles, así como un osario micénico de aproximadamente 3.300 años con fragmentos de decenas de individuos y numerosos y costosos ajuares funerarios.
“Como la mayoría de las cosas en Grecia, es complicado”, dice Bill Parkinson, director asociado de antropología euroasiática del Museo Field de Chicago y uno de los arqueólogos que trabajan en el sitio.
La Cueva Alepotrypa (“Hoyo de Zorro”) representa uno de los sitios mortuorios neolíticos más grandes que se conocen en toda Europa. Sus enormes cámaras interiores alcanzan más de medio kilómetro dentro de la montaña, sobre la bahía Diros, y las sepulturas cubren todo el período neolítico de Grecia, desde el 6.000 al 3.200 aC. Dentro de la cueva hay huesos de al menos 170 individuos.
Alrededor del 3.000 aC, un terremoto colapsó la entrada de la cueva, sellando y conservando su interior. Redescubierta en 1958, las excavaciones iniciaron en la década de 1970. La datación con radiocarbono de los tres sitios mortuorios arroja un resultado de entre el 4.200 y el 3.800 aC. Un sepulcro contiene los restos de un niño y un recién nacido. Otro contiene los huesos de un hombre y una mujer, ambos jóvenes, mirándose uno al otro en pose acurrucada, con las rodillas acomodadas bajo la barbilla, y el último sepulcro contiene la pareja abrazada.
“Están haciendo 'cucharita', totalmente”, dice Parkinson respecto al último par. “El joven es la cuchara grande, y la mujer es la cuchara chica: tienen los brazos colocados encima del otro, las piernas están entrecruzadas. Es inconfundible”. Anastasia Papathanasiou, arqueóloga griega, dice: “Es un abrazo muy natural; no pareciera que hayan sido acomodados con esta postura en fecha reciente”.
Vidas breves y violentas
Un osario contemporáneo del neolítico tardío ubicado dentro de la cueva sugiere que la pareja vivió durante un período violento. Alrededor de 31% de los esqueletos mostraron evidencia de trauma craneal. Papathanasiou atribuyó la extrema violencia a la competencia por tierra, agua y otros recursos vitales.
La esperanza de vida media en los adultos era de 29 años, y la anemia era la condición médica más predominante que afligía a los sepultados. Análisis de isótopos de carbono y nitrógeno verificaron que sus dietas consistían principalmente de cereales como el trigo y la cebada; el bajo consumo de proteína animal probablemente causó la alta difusión de la anemia.
La cueva fue un sitio mortuorio, ritual y de habitación intermitente durante los 3.000 años comprendidos entre 6.000 y 3.000 aC. Grandes pilas de estiércol de oveja calcinado cercanas a la entrada de una caverna tan espaciosa como una catedral pudieron haber aportado iluminación a los ritos funerarios.
Huesos trasladados a sitio sagrado de entierro
El osario micénico tardío de alrededor del 1.300 aC plantea un misterio adicional. “Huesos terriblemente erosionados de decenas de individuos fueron vueltos a enterrar en este sitio”, dice Parkinson. La hipótesis es que los cuerpos fueron expuestos o sepultados en otro lugar durante un tiempo considerable antes de ser mudados a Alepotrypa.
El reenterramiento era una práctica común en el período micénico, pero el sitio micénico más cercano que se conoce está a decenas de kilómetros de allí. Esto sugiere que sitios micénicos no descubiertos yacen más cerca de la cueva y que los huesos fueron transportados largas distancias y sepultados en un lugar que ya era antiguo y ritualmente importante a finales de la Era de Bronce.
Giorgos Papathanassopoulos, director de excavación del lugar, ha especulado que una sola tradición ritual podría conectar la prehistoria neolítica con prácticas griegas posteriores del período Clásico. Leyendas de la antigüedad ubicaban la entrada a Hades en Cabo Ténaro, un sitio cercano a la Cueva Alepotrypa que también albergaba un oráculo de la muerte y un templo de Poseidón.
Aunque actualmente es imposible probarlo, la tradición fúnebre en Alepotrypa pudo haber sobrevivido en la memoria cultural, asociándose eventualmente con Ténaro en el período Clásico. El osario micénico es un vínculo sugerente que podría indicar una tradición persistente desde el neolítico hasta la Grecia Clásica. “No hay evidencia directa, pero no podemos descartar esa posibilidad”, agrega Papathanasiou.