Amor de verano: “flechazos” de vacaciones

Todo un clásico: el romance de vacaciones. Cómo afecta esta estación a nuestra sexualidad, a la pulsión deseosa del contacto, y a la empatía que permite el encuentro con el otro. Estos asuntos, que generalmente se adscriben al universo adolescente pero no

Se han escrito canciones, poemas y hasta libretos para películas clásicas. El amor ha sido motivo de diversas producciones de verano y hay quienes disfrutan hacerlo realidad durante la época estival. El simple hecho de estar “más libre de ropa y con más tiempo” pareciera hacer a Cupido más exacto en sus flechazos. Y, al fin y al cabo, esa es su labor. Y las vacaciones suelen llenarse de esos flechazos.

Sea que elijamos vacaciones familiares, entre amigos o solos, hay algo que es inevitable: el vínculo con otros. Sea que vayamos a un boliche, un bar, un club, un paseo turístico, un recorrido por el parque o seamos “vecinos” momentáneos en la playa, siempre nos relacionamos con otros y el calor hace que la temperatura sea mayor a la que realmente se siente.

Científicamente se ha demostrado que la testosterona (la hormona del amor y el deseo sexual) “se eleva considerablemente cuando los días son más largos, o sea en verano”, comparte Mónica Álvares –enfermera-.

Y, por eso mismo, cuando hay más luz se segregan más hormonas, éstas influyen en nuestro comportamiento y en época estival solemos salir más, asistimos a fiestas, conocemos nuevas personas, las frecuentamos más seguido; por lo tanto, establecemos nuevas relaciones en las que todo puede pasar.

Otra hormona que calienta motores en verano es la serotonina que, con el buen tiempo, se multiplica dándonos mayores sensaciones de placer, relajación y euforia. “O sea que baja nuestro estrés y nos volvemos más impulsivos, ya que se reciben muchos estímulos sexuales”, agrega Álvares.

En veranos somos más receptivos a la conquista

El bronceado de la piel, la ropa ligera, las diversas maneras de socializar, el alcohol, la noche y el tiempo libre nos hacen ver más distendidos y abiertos a nuevas experiencias. Entonces, tengamos presente que Cupido puede acertar su tiro cuando nuestras hormonas explotan y se incrementan los encuentros amorosos.

“Durante estos meses aumenta el acercamiento entre las personas y por lo tanto los encuentros sexuales, lo que ocasiona mayor concepción de bebés”, comenta Lorena Díaz, sexóloga. A esto se agrega que los comerciantes afirman que también aumenta la venta de preservativos.

Y como los encuentros pueden ser diversos, tanto en los escenarios como en los vínculos, “el verano ayuda a que las personas tengamos fantasías sexuales que quizás en otras épocas del año no suceden”, comenta Díaz. Y suma a la situación el contar con tiempo libre, sentirnos relajados y las hormonas que, como ya dijimos, se elevan considerablemente en los días de altas temperaturas.

Me enamoré en mis vacaciones

Bien, en esos encuentros de verano puede ocurrir que el amor llegue a nuestra vida. Pero, ¿qué hacer cuando se aproxima el día en el que la rutina nos recuerda que debemos volver?, ¿cómo disfrutar de ese amor sin salir herido cuando debamos decir adiós?, ¿cómo continuar con esa relación en caso de así quererlo?

Quizás, planificamos todas nuestras vacaciones pero no pusimos en la lista de excursiones el conocer a alguien y enamorarnos. Salimos para descansar, divertirnos y vivir nuevas emociones. Y conocer a alguien siempre es un “riesgo” a correr.

“Todo puede pasar al salir de vacaciones, el tema es tener claro qué hacer si experimentamos un amor de verano porque, tarde o temprano, tenemos que volver a la rutina”, apunta la sexóloga. Y agrega que “es bueno disfrutar de ese encuentro, pero no idealizar la relación; ya que todo ocurre en lo lindo y divertido de esos quince o más días de esparcimiento, donde estamos predispuestos y las horas del día nos sobran para pasear, salir, reír y demás cosas”; sabiendo también que, cuando sentimos las mariposas en la panza, perdemos la capacidad de percibir la realidad de manera objetiva.

O sea: “lo pasamos tan bien con esa persona que todo se potencia, lo vemos más bonito o bonita, sonreímos a cada palabra, es más simpático, divertido y demás”, cosas que en el resto del año -quizás- no ocurran en la misma medida.

Si aparece alguien en esos días, y tenemos la libertad de disfrutar de esa compañía, no perdamos la oportunidad de conocerlo y compartir lindos momentos: “siempre cuidando el cuerpo y las emociones”, aconseja Díaz.

Así cuando llega el momento de decir adiós ya estábamos preparados para eso. Podemos intercambiar datos para “mantenernos en contacto” y dejar que el tiempo se encargue del destino de esa relación: o se transforma en algo más, o solo queda en el recuerdo de un buen momento compartido.

A veces, la formalidad es pedir datos con la idea de “seguir en contacto”, pero un llamado telefónico al tiempo de la despedida tampoco significa una relación verdadera.

Hay que saber medirse en estos casos para que nadie salga herido, “cuando estos amores de verano se presentan lo mejor es disfrutar los días que se estén en compañía y luego dejar que el tiempo pase”, apunta la profesional. Es buena la idea de querer seguir en contacto, pero sin ilusionar, ni ilusionarse, porque la rutina nos encuentra siempre en lugares diferentes.

Pero si esa relación está destinada a prosperar, las cosas se van a ir dando más allá de las obligaciones diarias. Podemos si no, mantener una buena amistad. “Por eso debemos tener en claro qué queremos y buscamos en el momento de aceptar que ese coqueteo inocente se transforme en algo más. O sea: ¿queremos algo serio y que vaya más allá, o preferimos algo placentero y de momento?”, comenta. Y no solo saber eso en nosotros, sino hacérselo saber a la otra persona.

Puede ocurrir que, acabado el estío, ese amor continúe y pase a etapas más serias y formales. “En esos casos es bueno tener en claro que lo real comienza en ese momento que se decidió continuar con la relación, por eso es bueno manejar las expectativas que se depositan en la otra persona y sobre todo ser sincero en todo momento”, dice la profesional.

Es por eso que la actitud que tengamos durante las vacaciones (las reales, las nuestras), el humor y el estado de ánimo -si hemos ocultado nuestra verdadera personalidad no va a facilitar que esa relación perdure-; todo esto evitaría convertir algo tan lindo en una mala experiencia.

Así las cosas, si en estas vacaciones tu idea es salir, divertirte y abrir el corazón a una relación -sea ésta pasajera o con visión a futuro- es aconsejable estar predispuesto a pasarla bien, estar relajados, vivir el momento; pero ser sincero con uno mismo y con aquella persona para luego, en la rutina, recordar esos buenos momentos con alegría y no sintiendo una espina en el corazón.

Es importante disfrutar esos días pero cuidando el cuerpo y el corazón. Y, en caso de que la relación prospere, “mantener aquello que los enamoró durante esos días de verano”, cierra la sexóloga.

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