Buenos Aires. El senador nacional y ex presidente Carlos Menem y el ex juez federal Juan José Galeano se negaron ayer a declarar en el juicio denominado “AMIA II”, que se les sigue por supuesto desvío de la investigación del atentado terrorista a la mutual judía, perpetrado en 1994.
El Gobierno nacional había informado al Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) que Menem no tenía restricción a la hora de declarar, desmintiendo a su defensa, que en la última audiencia había advertido que al ex presidente había que levantarle el secreto de Estado si querían que hablara.
Menem nunca se había presentado ante el tribunal por problemas de salud -que aún resta verificar, dijo el TOF-, pero ayer tuvo que enfrentar uno de los pasos ineludibles para cualquier acusado al inicio del juicio: la invitación a prestar declaración como acusado.
Vía el sistema digital Skype, desde su departamento del barrio porteño de Belgrano, Menem, de 85 años, apareció en la pantalla gigante de la sala de audiencias mirando a la cámara: estaba sentado en un sillón blanco, con un cuadro de una carrera de rally detrás suyo y vestido con una camisa azul y un pulóver a rombos en negro y grises.
Sin un “Buenos días” mediante, el presidente del TOF2, Jorge Gorini, le informó al acusado que tenía la oportunidad de hacer un descargo, si así lo deseaba, y le pidió sus datos personales. El ex presidente recordó que nació “en la ciudad de La Rioja, Capital” el día “2 de julio de 1930” y, tras pronunciar el nombre de sus padres, confirmó que actualmente es “senador nacional”.
“¿Va a declarar o se va a negar?”, consultó el juez Gorini, a lo que el ex presidente respondió: “Me niego a declarar, señor”. Aunque el auditorio había comprendido las palabras del ex mandatario, el juez no había escuchado -”no se entendió”, dijo- situación que llevó a Menem a ratificar, con firmeza: “Me niego a prestar declaración”.
En consecuencia, el TOF2 dispuso que se leyera la declaración que Menem había prestado -por escrito- durante la instrucción, cuando negó las acusaciones de haber desviado la denominada “pista siria” en los primeros días posteriores a la voladura de la mutual judía. Entonces, las sospechas apuntaban a un empresario de origen sirio, Alberto Kanoore Edul, cuya familia era oriunda del mismo pueblo que la familia Menem.
Según la acusación, hubo un llamado desde la Casa Rosada para frenar los allanamientos que había ordenado Galeano sobre la casa en el barrio porteño de Constitución de Kanoore Edul, quien había llamado al ex reducidor de autos Carlos Telleldín el 10 de julio de 1994, día en que se entregó la Trafic que se utilizó como coche-bomba.
Oída la declaración antigua de Menem, la teleconferencia terminó y el tribunal dispuso seguir con la ronda de indagatorias por lo que llamó al banquillo al ex juez Galeano, quien tuvo en sus manos la causa durante una década y ahora enfrenta cargos de peculado, privación ilegal de la libertad, coacción, falsedad ideológica y prevaricato.
Galeano se dirigió al tribunal para decir: “Señor presidente, hace diez años que vengo dando explicaciones sobre este tema. De los 95 ó 96 cuerpos que tiene esta causa, un cuarto son declaraciones mías”, dijo.
“¿Esto es parte de su declaración?”, lo interrumpió el juez Gorini, pero Galeano aclaró que le pedía al tribunal que considerara que en todas las exposiciones anteriores había “negado los hechos”, solicitó que los analizaran en “profundidad” y prometió dar más explicaciones “oportunamente”.
“Bien, lo tomo como una negativa a declarar en este momento”, respondió Gorini, y dio paso a una lectura de varias horas con las declaraciones de Galeano, en donde el ex juez insistió en justificar el pago de 400 mil dólares a Telleldín como una “compra de información” en una operación de la ex SIDE.
El ex titular de la ex SIDE, Hugo Anzorreguy, también acusado en el juicio, no estuvo presente en la sala de audiencias por problemas de salud, así como otro de los hombres de la central de inteligencia acusados, Juan Carlos Anchezar, quien se encontraba en reposo por un cuadro “depresivo”.