No fue vicepresidente de la Nación, ni gobernador de la provincia, ni legislador, ni campeón mundial. Pero dejó un legado de suma importancia para las generaciones futuras.
Se llamaba Américo Brega, era ciego pero esa dificultad no lo hizo claudicar en la vida. De espíritu inquieto y decidido, se destacó como un excelente músico; fue el primer maestro ciego de Mendoza y pionero en formar un instituto.
Una vida de lucha
Américo Brega nació en nuestra provincia por 1888. Aquel el pequeño, nunca pudo ver la luz. La noticia caló hondo entre sus padres y a pesar de todo intentaron estimularlo.
De espíritu inquieto; hábil e inteligente, Américo supo ganarse el afecto de todos. El pequeño agudizó su sensibilidad auditiva y táctil, que lo llevó desde muy niño a inclinarse por la música.
Muy atentos, sus padres observaron el gran interés que tenía por este arte y se enteraron que en Buenos Aires, un italiano también ciego llamado Francisco Gatti, tenía una escuela especial para chicos no videntes. Sin pérdida de tiempo, partieron hacia la Capital Federal para inscribirlo y el niño fue recibido por el profesor Gatti quien al percibir sus excelentes cualidades para la música, se interesó por él.
Un camino en la oscuridad
A fines del siglo XIX, existía en Buenos Aires, una escuela especial para ciegos creada por el profesor Francisco Gatti y la vida de este italiano nacido en Nápoles en octubre de 1865, es desconocida por gran parte de los argentinos.
Gatti, con tan solo 8 años de edad perdió su visión luego de enfermarse de viruela. A pesar de esta triste realidad, sus padres se esmeraron para que siguiera en su formación educativa y obtuvo una vacante en el Instituto del Príncipe Caravaggio.
El niño se destacó como alumno y sus profesores sugirieron a sus padres incorporarse a la Escuela Normal de Nápoles, fue allí en donde se recibió como profesor. Al mismo tiempo realizó estudios de piano, armonía y composición musical.
Contaba con 26 años de edad cuando partió desde Italia hacia América del Sur con el sueño de educar y llegó a nuestro país a finales del siglo XIX.
Radicado en la ciudad de Buenos Aires, se dedicó de lleno a las actividades educativas vinculadas con su impedimento visual.
Sus iniciativas fueron apoyadas por el presidente de la Nación Carlos Pellegrini, además de legisladores y otros funcionarios. Gracias a su perseverancia y dedicación, este italiano creó la primera escuela pública para ciegos en Argentina. Muchos fueron los años de laboriosa actividad que desarrolló este destacado profesor, quien falleció el 25 de marzo de 1941, en un barrio, suburbano de aquella metrópoli.
El músico que conquistó multitudes
Varios años pasó Américo Brega internado en el Instituto del profesor Gatti en donde aprendió a leer y escribir a través del sistema Braille, pero fue la música lo que apasionaba a este chico mendocino.
En esa escuela, se destacó en la ejecución de varios instrumentos musicales. Su carrera fue dirigida por el renombrado italiano profesor Atilio Galvani Viccinelli y obtuvo además de excelentes notas una medalla de oro.
Así, Américo se recibió como profesor de mandolín. En esta disciplina realizó importantes conciertos en varios lugares, ejecutando piezas clásicas que fueron aplaudidas por el público. Además, Brega inventó y patentó una especie de acordeón denominado filarmónico. El invento atrajo a varios fabricantes de acordeón y uno de ellos se lo llevó a Italia en donde fueron construidos una importante cantidad.
Luego de muchos años de permanecer en Buenos Aires el destacado músico regresó a su terruño e inició una nueva vida.
Una iniciativa luminosa
A partir de 1930, el músico Américo Brega participó activamente de conciertos y presentaciones en diferentes teatros y eventos de la alta sociedad mendocina. También, sus estudios le permitieron ejecutar obras clásicas con una notable perfección y además fue creador de varios temas.
Como su mentor, Francisco Gatti, fue el precursor y primer profesor de no videntes en Mendoza, al crear con el apoyo de otras personas, la Escuela para Ciegos, quien con mucho esfuerzo inició sus actividades en 1933 como una iniciativa particular.
Muchos años de lucha llevó a Américo seguir adelante con esa importante iniciativa. Luego de casi dos décadas, la escuela fue oficializada.
Su vida se apagó a principios de la década del 60 pero su obra marcó el camino para las generaciones futuras.