Desde el caso de espionaje de Estados Unidos que afectó a Brasil hasta la presión de los fondos "buitre" sobre la Argentina, pasando por el capitalismo salvaje y la falta de democracia en la ONU, América Latina se hizo oír con fuerza ante la Asamblea General en Nueva York.
Si es necesario otorgar un liderazgo a la "rebelión" latinoamericana, sin dudas hay que pensar en la presidenta brasileña Dilma Rousseff, encargada de abrir la gran cita anual de líderes mundiales con un discurso de inusitada dureza de cara a EEUU delante del propio Barack Obama.
A Rousseff, que acaba de suspender una visita oficial a Washington por las revelaciones de que fue objeto del espionaje norteamericano, no le tembló el pulso para denunciar sin concesiones a EEUU en su casa en el momento clave de la Asamblea, justo antes del discurso de Obama.
La cuestión de la "vigilancia electrónica que no hace otra cosa que generar desconfianza", como la llamó de manera elegante el presidente uruguayo José Mujica en su poético y sorprendente discurso, estuvo en la boca de varios de los mandatarios latinoamericanos, pero no fue la única denuncia.
En su debut en la ONU, Mujica destrozó sin miramientos las consecuencias del capitalismo y el avance tecnológico, cuya máxima encarnación es Estados Unidos: "Parecería que hemos nacido sólo para consumir y consumir", afirmó, señalando que si la humanidad aspirase a "vivir como un norteamericano medio" serían necesarios "tres planetas". Con un tono tanguero, solenme y al mismo tiempo cálido, Mujica criticó también el actual orden mundial, recordando "los restos del colonialismo en Malvinas" y los "bloqueos inútiles a ese caimán bajo el sol del Caribe que se llama Cuba".
Si temas como Malvinas y Cuba están en la agenda latinoamericana desde hace años, la mandataria argentina Cristina Kirchner eligió como blanco un asunto que pende como una espada de Damocles sobre su país: el juicio que los fondos "buitre", llevan adelante en Estados Unidos para cobrar bonos en default desde 2001.
"Estamos pidiendo simplemente que nos dejen pagar. Hoy no nos quieren dejar pagar la deuda", denunciando a ese 0,45% de acreedores que puede bloquear el pago al 93% de tenedores de bonos que entraron en las reestructuraciones de deuda hechas por Argentina en 2005 y 2010 y llevar al país a un nuevo default.