América Latina necesita una nueva clase dirigente

América Latina necesita  una nueva clase dirigente

En primer lugar el político que aspira a realizar un buena gestión, debe huir de las improvisaciones a la que somos tan afectos a nivel regional. El postulante a gobernar el país debe contar con un programa, lo más detallado posible de su plan de gestión. Ese programa cuya redacción debe ser clara y comprensible, sin tecnicismos innecesarios, tiene que publicitarse en forma masiva y obviamente después cumplirlo. La expresión "si yo decía lo que iba a hacer, no me votaban", constituye una burla a la voluntad popular, inconcebible en un gobernante, que se precie de serio y responsable.

Este programa no puede prever todo lo que pueda acontecer, en el interior o en el resto del mundo, de allí que tendrá carácter de estratégico, dejando lo imponderable para ser resuelto en la coyuntura. Esto no le otorga "carta blanca" al gobernante para adoptar cualquier medida. Las soluciones que se adopten deben ajustarse a los lineamientos generales de su gobierno, aprobados por el pueblo en el proceso electoral. Si durante el ejercicio de su gestión hay un apartamiento grosero de dichos principios, debe preverse algún sistema correctivo. Por ejemplo un juicio político, cuyos instructores y jueces, no sólo sean miembros del parlamento, sino que es conveniente que participen miembros del Poder Judicial.

En lo coyuntural, quien es mandatario del pueblo, debe en lo posible adelantarse a los hechos, para ello es necesario conocer la realidad interna y externa, minuto a minuto, hoy la tecnología se lo permite. Debe tener muy presente, que lo que ocurre en las antípodas del mundo o en cualquier rincón de su país, va a repercutir en mayor o menor medida en su gobierno. En consecuencia, es conveniente no descuidar nada y tener en cuenta que lo que nace como el "aleteo de una mariposa" en cualquier lugar del mundo, puede terminar en huracán.

Tomar en cuenta lo que sucedió con la llamada "Primavera árabe". Iniciada en Túnez en 2011 y que aún se prolonga en Siria, con una feroz guerra civil, en Yemen, y en casi todo Medio Oriente, con miles de refugiados, con la creación de un Estado "trucho", el Estado Islámico (EI), con atentados terroristas en casi todo el mundo y que pone al planeta al borde de la tercera guerra universal.

En cuanto a la extensión de los mandatos, en la mayoría de los Estados democráticos es de cuatro años, con la posibilidad de una sola reelección. Es conveniente que no halla reelección. En cuanto al término 4 años es poco y 8 es mucho. Un plazo conveniente son 6 años. Así, sabe de antemano que si quiere ser "Gardel", debe hacerlo en el tiempo acordado. en los 6 años improrrogables que dura su mandato. Podría contemplarse la posibilidad de incorporarlo, al concluir su mandato, como Senador ad honorem por otros 6 años más.

Asimismo es conveniente establecer en la carta magna del país, la prohibición estricta de su modificación cuando el cambio propuesto tenga por finalidad encubierta o abierta favorecer a las actuales autoridades, en forma directa o indirecta.

El pueblo que en las calles de Buenos Aires hizo sonar las cacerolas y al grito de "que se vayan todos," que se repitió luego en San Pablo, la ciudad más poblada de Brasil, no propiciaba que la anarquía debía reemplazar al autoritarismo y a la corrupción. Exigía sólo un recambio generacional y de modelo de conducción para refundar la nación.

País emergente

La nueva dirigencia debe sancionar una legislación que atraiga inversiones serias, no voraces buitres a quienes sólo les interesa una rápida ganancia dejando tras de sí tierra arrasada, sino inversores, que sean auténticamente tales, capitales destinados a crear fuentes de trabajo.

Pero si exigimos responsabilidad y seriedad también hay que brindarles seguridad y confianza, que se obtiene con una normatividad necesaria, que debe cumplirse a rajatabla, que garantice la inviabilidad de su capital, de la renta que obtenga y de las condiciones pactadas. Basta de picardía criolla. Asimismo, que no sean expoliados a través de impuestos confiscatorios, y que no les cambien las reglas del juego en mitad del baile, es decir requieren seguridad y previsibilidad.

Por ello, la tasa de interés que se le cobra a Bolivia, por los préstamos internacionales que obtiene, es mucho más baja que la que tiene que oblar nuestro país, por ejemplo. A los inversores extranjeros poco les importa el signo político del país donde van a invertir, lo que sí vale y mucho, es la confianza a la que se ha hecho acreedor por el estricto cumplimiento de las reglas de juego. Por eso también la Argentina no ha logrado ser calificada como país "emergente". El recuerdo del cerrado aplauso con el que nuestros legisladores recibieron la noticia de que la Argentina se declaraba en cese de pago, continúa pesando en los inversores o prestamistas, a la hora de otorgar un crédito al país. También influía la negativa del país al control económico, por parte del FMI.

Características de clase política

La nueva clase política debe, en primer lugar, desarrollar el país siguiendo los lineamientos estratégicos, que el pueblo apoyó con su voto. Este programa debe surgir de un análisis serio y profundo de los contextos nacional y mundial y dentro de ellos cómo estamos posicionados nosotros. Conocer a fondo hacia dónde marcha el mundo y verificar si por desconocimiento o por ideologismo no estamos remando en contra de la corriente. Esto no implica una actitud de sumisión, sino de conocimiento y de adecuación o no a dichas corrientes, pero a sabiendas de lo que hacemos.

El gobernante debe generar confianza en su pueblo. Saber que el timón del país está en buenas manos, inspira tranquilidad y confianza. El habitante requiere paz, trabajo y vivir con los menores riesgos posibles. Evitar el despilfarro de los dineros públicos y sobre todo impedir y castigar severamente la corrupción y el cohecho. Impedir las injusticias.

El mundo del trabajo, comenzando por el empleo, las organizaciones sindicales, los salarios, etc., es otro tema que no puede faltar en la agenda del gobernante actual.

La protección de los ancianos, de los más débiles y de los marginados, debe constituir un tema de prevalente atención. Fomentar o recuperar la cultura y la dignidad del trabajo. Evitar caer en el clientelismo político a través de los planes de ayuda. Estos deben tener el carácter de emergencia y no deberán prolongarse mas allá de un plazo determinado.

Hacer respetar la libre circulación por calles y lugares públicos, aplicando estrictamente la ley, evitar y recuperar los inmuebles o terrenos usurpados, también a través de la intimación y el desalojo.

Aplicar la ley, con equidad y justicia, a todos por igual. Un gobierno de corte popular no significa "populismo".

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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