Joyas, trajes de baño y aparatos electrónicos: esas compras realizadas con dinero público forzaron al vicepresidente de Uruguay Raúl Sendic a renunciar, reflejo de una América Latina cansada de dirigentes deshonestos, que sin embargo continúan contándose de a muchos.
El monto malversado llegaría a miles de dólares en cinco años, pero la polémica se cocinó durante meses: finalmente se vio obligado a abandonar su cargo el 9 de setiembre pasado.
"Por unos calzoncillos"
El ex presidente José Mujica, correligionario de Sendic, intentó tranquilizar las aguas: “En Brasil aparecen bolsones de plata y acá en frente (en Argentina) vimos a unas monjitas que andaban con bolsones de plata, y nosotros discutimos unos calzoncillos”.
Ciertamente en la región no faltan historias jugosas sobre dineros malhabidos: en 2016 el ex funcionario argentino José López -con rango de ministro durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner- fue sorprendido mientras escondía, con la ayuda de una religiosa, 160 bolsas con fajos de dólares, euros y relojes en un convento.
En México, fue un procurador general y ex senador el señalado cuando una ONG reveló que poseía un Ferrari radicada en una dirección fantasma, una estrategia frecuentemente usada para escapar de las autoridades tributarias.
En Brasil, un antiguo ministro acaba de ser enviado a la cárcel luego de que la policía hallara más de 16 millones de dólares ocultos en maletas que tenían sus huellas dactilares.
La región que hace un año vivió el escándalo de los Panama Papers, ahora consume las revelaciones sucesivas en el caso de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, con ramificaciones por varios países y un final aún fuera de vista.
Corrupción en el ADN
Raúl Ferro, analista del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), instalado en Chile, es poco optimista: “La corrupción desafortunadamente ha sido parte del ADN político de América latina durante mucho tiempo”.
Pero “hay menos tolerancia hoy. Hay mayor conocimiento, mayor difusión de los casos de corrupción y también hay un fenómeno de empoderamiento de la opinión publica, de la sociedad civil que facilita que tenga una visión mucho más crítica”.
Para Adolfo Garcé, politólogo de la Universidad de la República en Montevideo, “en el caso uruguayo hay más investigación que antes, hay un periodismo más profesional, hay menos influencia de los partidos políticos, y nuevas leyes que facilitan el acceso a la información”.
Justamente, el asunto Sendic salió a la luz cuando periodistas usaron la ley de acceso a la información pública de 2008 para saber de los gastos efectuados con las tarjetas bancarias corporativas de la petrolera estatal Ancap, cuando él la presidía.
Los políticos latinoamericanos enfrentan en la actualidad a una clase media mejor educada y más exigente hacia sus dirigentes, a las redes sociales que facilitan la movilización, pero también a una justicia más agresiva.
Para Gaspard Estrada, director de Opalc, el observatorio para América Latina de la universidad Sciences Po de París, el ejemplo perfecto es Brasil, donde “la justicia ocupa un lugar central en el juego político”.
El “pequeño” juez de la corte de Curitiba (sur), Sergio Moro, se hizo un nombre llevando sus investigaciones hasta la cima del poder: condenó al expresidente Lula Da Silva a casi diez años de prisión por corrupción.
Y el ex fiscal general Rodrigo Janot acusó al actual presidente, Michel Temer, de ser el "líder de una organización criminal".
Valijas de billetes
Pero “¿quiere eso decir por tanto que el país es menos corrupto?”, se pregunta Estrada. “No lo pienso, lamentablemente”. “Por mucho que se hable de renovación de prácticas, de una toma de conciencia por parte de los actores políticos, nos damos cuenta de que más de 10 años después del Mensalao (un megaescándalo de corrupción en Brasil en 2005), las prácticas de favores y maletas de billetes continúan”, dice.
Estrada menciona Guatemala donde, después de meses de manifestaciones contra la corrupción en 2015, el presidente Otto Pérez renunció y fue encarcelado. Pero actualmente su sucesor, Jimmy Morales, es señalado de financiamiento ilegal de su campaña.
Esa sensación de eterno recomienzo “puede explicar en gran medida porqué los presidentes latinoamericanos tienen, de manera general, niveles de popularidad muy débiles”, según el director del Opalc.
Y se vislumbran, de aquí a 2018, elecciones importantes: Chile, México, Brasil, Colombia. “Tengo la esperanza que lo que está ocurriendo en América Latina (los escándalos de corrupción) pueda tener un gran impacto en los próximos procesos electorales”, dijo a la AFP el peruano José Ugaz, de la ONG Transparencia Internacional. Para Ugaz, dos países serán cruciales: “Si en México y en Brasil la ciudadanía vuelve una vez más a optar por los corruptos y por los partidos que los representan, la lucha va a ser mucho más prolongada”.
Un general brasileño propone "solución" para ilícitos
Un general advirtió que si la vida política seguía degradándose en Brasil, el Ejército se vería obligado tarde o temprano a “buscar la solución”. Y ante el asombro de muchos, no recibió ninguna sanción pública.
El general en jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, se vio en cambio obligado a reafirmar el viernes, una semana después de las polémicas declaraciones del general Antonio Hamilton Mourao, que el arma que dirige está “comprometida con la consolidación de la democracia”.
Mourao había afirmado que si la crisis que sacude a Brasil -donde los principales responsables del poder y la oposición enfrentan graves acusaciones de corrupción- no encontraba solución, el Ejército acabaría por tomar cartas en el asunto.
“O bien las instituciones resuelven el problema político mediante la acción del Poder Judicial, sacando de la vida pública a todos los elementos involucrados en los ilícitos, o bien tendremos que imponer eso”, declaró Mourao en la reunión de una logia masónica, divulgada por internet.
“En el momento actual, vislumbramos que los Poderes tendrán que buscar la solución. Si no lo consiguen, llegará la hora en que tendremos que imponer una solución”, insistió, tras afirmar que estaba expresando “la manera de pensar del Ejército”.
En su comunicado, Villas Boas recordó que solo él está habilitado para manifestar “la posición de la Fuerza” e indicó que ya había informado al ministro de Defensa, Raul Jungmann, de “las circunstancias y las medidas adoptadas sobre el episodio que implica al general Mourao”.
Télam