Las autoridades han destinado 157 mil policías y militares para garantizar la seguridad a equipos, autoridades e hinchas, incluso contra ataques terroristas. Tampoco permitirán el ingreso a estadios de barra bravas extranjeros con antecedentes.
Pero Brasil ya tiene grandes problemas domésticos de seguridad. Es considerado uno de los países más violentos del mundo, con un promedio de 23 homicidios por cada 100 habitantes, cinco veces más que Estados Unidos y 10 veces más que Japón, explicó el consultor en seguridad y especialista en contraterrorismo, Marcus Reis.
Para el experto, Brasil tampoco está preparado para enfrentar incidentes terroristas a gran escala. “Brasil no es un blanco de organizaciones terroristas, pero sus invitados sí.
El Mundial es visto por millones de personas y cualquier organización que quiera difundir su ideología, podría aprovechar”, sostuvo.
Según Reis, la policía brasileña no está preparada para entender la ideología ni de sus propios indígenas, que protestaron hace unos días y fueron dispersados con gases lacrimógenos, y menos de organizaciones fundamentalistas religiosas o de otra índole.
“El costo de cometer un crimen en Brasil es bajo. No hay legislación para protestas con violencia ni para sancionar atentados terroristas como tales. La policía no tiene adecuados instrumentos de investigación”, aseguró.