Yaneth Molina, la controladora que estuvo en comunicación con el piloto de la aeronave del equipo brasileño de fútbol Chapecoense, accidentada el pasado lunes en el municipio colombiano La Unión (noroeste), denunció amenazas a su "integridad física".
En un comunicado que dirigió a sus colegas controladores, Molina expresó que es "reconfortante" sentir su apoyo en medio de esta tragedia que la enfrentó a la "crudeza de la realidad" y que provocó que "personas ignorantes" pongan en riesgo su integridad.
"Lamentablemente" he "conseguido que personas ignorantes y ajenas a este oficio, y sobre todo que ignoran los procedimientos, amenacen mi integridad física y mi tranquilidad personal por lo que he estado analizando soluciones al respecto las cuales espero discutir con las directivas de la entidad", declaró la controladora en el comunicado.
Molina manifestó con "absoluta certeza" que el trabajo que realizó con el avión Lamia CP2933, proveniente de Bolivia minutos antes del accidente, estuvo orientado a conservar la vida de los pasajeros.
"Puedo afirmar con absoluta certeza que de mi parte hice lo humanamente posible y técnicamente obligatorio para conservarle la vida a esos usuarios del transporte aéreo, lamentablemente mis esfuerzos resultaron infructuosos por las razones que son de todos ustedes conocidas", expresó la funcionaria.
Molina lamentó que la vida y su profesión la pusiera en una "poco agradable" posición, pese asumir que los controladores aéreos están expuestos "todos los días" y "todos los turnos" a situaciones de emergencia como la ocurrida el pasado 28 de noviembre con el avión siniestrado, que dejó 71 muertos y seis sobrevivientes.
La noche del siniestro ocurrido en el sitio conocido como "Cerro Gordo", el piloto del avión de Lamia que transportaba al equipo Chapecoense, finalista de la Copa Sudamericana, se puso en contacto con la controladora para solicitarle prioridad para aterrizar al identificar que tenía poco combustible.
Sin embargo, no reportó en ese momento la emergencia y Molina decidió darle el primer turno a otra aeronave que había presentado un problema por una fuga de gasolina.
Durante esa espera, el avión del Chapecoense sufrió una falla eléctrica y se declaró en emergencia, pero cuando le fue concedido el permiso para aterrizar, el avión empezó un rápido descenso y se estrelló en el municipio de La Unión.
La controladora aseguró que todo lo que hizo en "la frecuencia" fue con la intención de "preservar la integridad de los ocupantes de esas dos aeronaves principalmente y, por ende, de los ocupantes de la otras aeronaves que estaban bajo" su "responsabilidad".