Amanecer y otros poemas

Amanecer y otros poemas
Amanecer y otros poemas

I. Amanecer

Aman nacer y aman el ser
por eso la gastada aurora
lame sus ventanas
como la loba al cachorro moribundo
que se enfría inédito.

Lázaro de mediastintas
levántate y escribe
la luz quema los pentagramas
los cuadernos se desleen 
en los árboles  que viven al pie
de una acequia furiosa,
las puntas de colores
de las almas de invierno 
aún no tienen punta

Ama la necesidad de nacer
o no serás nada.

V. CREATURAS

Estamos hechos
no de pan, no de agua
ni barro  ni maíz 
o madrépora.

Nuestros dioses
son crueles fantasmas 
nunca se amaron
unos a otros.

De una inmensa 
delicada e inútil 
verdad de mirarnos 
y quedarnos sin goce,
sin palabras o miel
de aire o minutos 
de fina arena.

De distancia
y levadura de coral,
gusanos veloces
para el río de la vida.

Lentos en demasía
para alejar el rayo
de la noche
en que no estás.

Estamos hechos.

VI. INSOLANTE

Caída vertical
del sol en el patio
la luz fusila
las tiernas yemas
del cerezo y sus gajos
nada recuerdan 
del abrazo de ayer
ni del hielo cruel
que mutiló en silencio 
su regazo.

Asciende la tierra
su débil promesa 
redonda y roja
por parir,
quién tendrá 
más fuerza al fin
¿la lenta sal
que disuelve el muro 
por su hiedra
de antiguo carmín?

¿Quién celebrará 
la impar victoria
con clarín de abejas:
la memoria tierna 
sin presumir
que dio su hígado
al leve pájaro
del tiempo 
o el magro olvido
que se entierra 
vivo y solitario
bajo el jazmín?

VIII. EL AMOR-VAMPIRO

El amor-vampiro
el que es des-hecho
el que es dejado hacer como pesadilla
de una muñeca exánime,
el que succiona prematuro
el brillo incandescente de la tarde
en la cima de la sangre con su ola
chocando en páramo mudo
piel sin resonancia
dormidos músculos del alba.

El amor de trasiego
el que heredaron las tías solteronas
en sus hamacas talladas 
fiebre a fiebre por hombres invisibles,
sobre la progenie invicta 
de sus hermanas lobas,
nuevo vino en copa opaca
en cerámica rota
viejo alcohol de abalorios
desvanecidos en la memoria,
el que perdió toda la posibilidad
ambigua de su grito de guerra
contra tribus y clanes inamorables
la independencia de las pupilas
la des-creación gozosa
de un reino muerto hace muchas lunas.

El amor-vampiro
sobrevuela, confundido,
los pezones de la abuela, 
madre de las madres del silencio, 
y cumple -fatal- su hechicería de enaguas
en los ríos de la sangre.

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