El 29 de febrero de 1960 fallecía en Córdoba uno de los más grandes gobernadores que tuvo esa provincia mediterránea. Amadeo Sabattini fue electo Gobernador de dicha provincia en representación de la Unión Cívica Radical que acababa, en el orden nacional, de levantar la abstención impuesta por la Convención Nacional de dicho partido como consecuencia de la eliminación de las legítimas elecciones ganadas por la UCR bonaerense el 5 de abril de 1931, por parte del partido conservador.
Realizada la elección en 1936 en la provincia de Córdoba donde también imperó el entonces denominado “fraude patriótico” (se decía desde la escena oficial que se votaba mal, pero se elegía bien) y que ocasionó la muerte de varios dirigentes radicales que defendieron el comicio, Sabattini fue ungido junto a Gallardo como Vicegobernador para el período de 1936 a 1940.
De inicio tuvo problemas por su rígido e intransigente carácter, rebelde a todo acuerdo, ya que a pesar de ser agnóstico, tuvo que jurar por los Santos Evangelios pues la Constitución cordobesa se lo imponía.
Existen en la memoria popular diversas anécdotas que lo pintan de cuerpo entero. Una de ellas fue pedir a un familiar muy próximo, que se desempeñaba como empleado público con anterioridad a la asunción de Sabattini, que renunciara. El motivo fue que dos personas de la misma familia no podían estar desempeñándose simultáneamente.
Otra de las anécdotas fue pintar de verde los automotores oficiales para evitar que los mismos fueran utilizados en tareas extrañas a la administración.
Como las ideas fuerza que tuvo para enfrentar la elección fue “agua para el norte”, “caminos hacia el sur” y escuelas en todas partes, fiel a su promesa electoral fue el impulsor de los grandes diques cordobeses que aún hoy siguen siendo motivo de orgullo para Córdoba y el país.
Impulsó la educación pública con la creación de innumerables escuelas con salarios bien pagos para los docentes.
Políticamente fue “tentado” por el entonces Coronel Juan Domingo Perón para que integrara la fórmula como candidato a Vicepresidente en las elecciones de 1946. Su rechazo total le valió el mote, a su sector interno, de Intransigencia Nacional como dando a entender que la UCR, siempre debía ir con candidatos propios aunque las elecciones se perdieran, así la identidad partidaria se preservaba.
Como un deber moral de mi parte, las enseñanzas actuales del recio ejemplo de Sabattini nos han quedado a los que seguimos bregando para que retorne la identidad partidaria, su rechazo a los frentes o alianzas con otros sectores, la no inclusión de familiares en los cargos públicos (hoy frecuente en todos los partidos) y el progreso espiritual y material de los habitantes.
Este reconocimiento no lo necesita el ilustre muerto. Lo necesitamos todos los radicales para continuar pensando que deben terminar alianzas con sectores que nada tienen de correspondencia ideológica, como sucede en el presente que sólo desvirtúan la confianza en los partidos políticos y, seguramente, lo que es más grave, la pérdida de la razón de su existencia.
Juan Fernando Armagnague
Convencional Nacional UCR