Alemania ha conseguido una vez más imponer su visión para resolver la crisis de Chipre, tal como ocurrió con los rescates de otros países de la Zona Euro, pero su imagen sale malparada por acusaciones de someter a sus socios a durísimos planes de austeridad, en manifestaciones que le recuerdan su pasado nazi.
“La batalla para salvar a Chipre ha dejado heridas profundas en la Zona Euro. El precio del rescate es alto: Alemania es otra vez el chivo expiatorio”, comentaba este martes el semanario Spiegel en su página web.
“Ya había ocurrido otro tanto en Irlanda, Portugal, España, Grecia y ahora es el caso de Chipre”, estima Spiegel. En Italia, la última campaña electoral estuvo marcada por la explotación de sentimientos antialemanes, en particular por Silvio Berlusconi y el cómico metido a político Beppe Grillo.
Cada vez que un país cae en la crisis de la deuda y pide ayuda a sus socios, se repite la misma situación: se ve a Alemania como el país que mueve los hilos e impone los planes draconianos de austeridad a cambio del salvamento financiero.
La jefa del gobierno Angela Merkel, que bate récords de popularidad en su país por haber asumido el papel de protectora de los intereses alemanes en la crisis del euro, es el blanco preferido de los manifestantes en los países en crisis.
Ha aparecido caricaturizada como nazi en pancartas de manifestantes en Chipre. El domingo, el diario español El País tuvo que retirar de su página web un comentario que la comparaba con Hitler tras reacciones indignadas. Estos ataques tocan una fibra sensible en un país marcado por la vergüenza de su pasado nazi. También son consideradas como una injusticia ya que Alemania es el principal contribuyente de los rescates a su socios.
“Siempre es la culpa de los alemanes”, titulaba la semana pasada el diario populista de gran tirada Bild. “Somos los que más pagamos (para los demás) pero siempre somos nosotros los abucheados”.