A raíz del alud precipitado a última hora del domingo sobre la ruta 7, a la altura del Kilómetro 1.165, el tránsito se tornó caótico por momentos en corredor internacional durante el lunes. Ya a la altura de la Destilería de Luján de Cuyo, efectivos policiales no permitieron durante gran parte del día pasar a nadie que no sea vecino de alguna de las localidades de Alta Montaña. Y quienes decían serlo, debieron acreditar su domicilio con el DNI.
“No va a pasar, no hay forma de que pase ahora. Usted puede seguir insistiendo, pero hasta que no esté habilitado nadie va a pasar”, repetía una y otra vez cera de las 11 de ayer uno de los uniformados a un pasajero que se había puesto insistente. El hombre fue invitado a aguardar en la cola de vehículos que se estaba formando en la ruta interna de la refinería y donde estaban los otros vehículos esperando que se reabra el tránsito; y no tuvo otra alternativa.
Desde primera hora de ayer, personal de Vialidad Nacional, de Gendarmería y de bomberos trabajaron en la ruta. Y pasado el mediodía habían logrado habilitar uno de los carriles, que en un primer momento se utilizó para permitir que regresen quienes venían de Chile.
En la zona del alud (Quebrada Seca) la acumulación superó 1,80 metros de barro, y para el mediodía de ayer ya aguardaban 475 vehículos entre Polvaredas y Puente del Inca. En Uspallata, en tanto -del otro lado del alud- aguardaban otros 500 vehículos.
Recién pasadas las 17 el tránsito fue habilitado plenamente en ese sector, aunque la alerta de tormentas se mantuvo hasta el final del lunes.
Encapsulados y con obleas
En el camping municipal de Uspallata, algunos los viajantes “truncos” llevaban ya casi 20 horas de estadía ayer a las 13:30. En ese momento se les informó que había sido habilitada una de las vías, pero también se les dijo que primero deberían aguardar a que traspasaran la zona del alud todos los que se encontraban ruta arriba.
"Llegamos ayer a las 18:30 (por el domingo) y nos dijeron que no íbamos a poder pasar. Y nos dijeron que nos quedemos acá", contaron los hermanos Ariel y Daniel Luna, quienes iban de vacaciones a La Serena con sus familias. Como ellos, otras tantas familias se habían instalado en el lugar con reposeras y sillas, muy probablemente las mismas que tenían destinadas para utilizar en las playas chilenas.
Policía, Gendarmería y Municipalidad de Las Heras se encargaron de organizar la logística, y de instalar un tablón con bidones de agua mineral para abastecer a los inesperados huéspedes.
“Nos han dado obleas numeradas para ir ordenados cuando salgamos. Es el mismo operativo de la visita del Papa”, destacaron los hermanos Luna, quienes aún no tenían alquilado nada en la ciudad balnearia transandina, pero se resignaron a perder un día de vacaciones.
“No alcanzaron las obleas para todos los vehículos. Pero cuando habiliten el paso a quienes van para Chile, saldrán de forma ordenada y encapsulados por Gendarmería y Policía”, destacaron desde el stand ubicado en el camping.
Varados y en espera
Alejandro Pedrosa volvía el domingo por la tarde de Chile y estuvo en el primer contingente de vehículos que debieron quedarse del otro lado del alud, entre la acumulación de barro en la ruta y Polvaredas.
“Fue cerca de las 17:45. Nos paramos y veíamos como pasaba todo el río de barro por la ruta. Recién como a la hora llegó Policía y Gendarmería y nos recomendó volver a Penitentes o Punta de Vacas, porque nos dijeron que no íbamos a poder pasar”, resumió el hombre, quien hasta ayer al mediodía aguardaba en el refugio de montaña Mundo Perdido, ubicado en el kilómetros 1.110, a 55 kilómetros del alud.
“Es para destacar lo que hicieron en el lugar, porque cuando vieron la contingencia decidieron bajar los precios de la comida y el agua, y nos dieron el espacio para que nos quedemos. Nosotros dormimos en el auto, pero sacaron colchones e hicieron lugar para que la gente pudiese pasar la noche”, agregó Pedrosa, quien viajaba junto a su esposa y sus hijos de 9, 5 y 3 años.
Durante la noche del domingo, en el lugar hubo cerca de 30 vehículos estacionados que pasaron la noche en el refugio.
“Estamos en un oasis en el medio de la nada, y nadie ha aparecido para darnos información. La misma gente de acá nos pasa los reportes y nos asesora. Pero en la ruta a Chile no hay infraestructura ni plan para este tipo de contingencias, y en estos casos queda demostrado”, siguió el hombre mientras aguardaba para poder regresar a Mendoza.
Fernando Palma es uno de los dueños de Mundo Perdido, y desde el domingo sumó una gran cantidad de personas que pasaron a considerarlo "amigo". Es que en el lugar, lejos de aumentar y remarcar los precios queriendo sacar ventaja del corte -algo que muchos suelen hacer en estos casos-; optaron por bajar los valores y ponerse a entera disposición de los viajantes varados.
“Ayer cerca de las 20 se empezó a llenar y se juntaron más de 120 personas.”, contó Palma.
“No es la primera vez que tenemos la experiencia de un alud, por lo que estábamos ya preparados para esta contingencia. Teníamos mercadería, colchones. Y también asesoramos a la gente en base a nuestra experiencia. Si bien somos un refugio de montaña y vivimos del turismo, sabemos que esta es una contingencia y es reprochable querer sacar provecho de ello. Por eso bajamos los precios”, siguió el hombre.
En lo que se refiere a un plan integral, destacó que hace un mes mantuvieron una reunión con la gente de la Municipalidad de Las Heras con un balance positivo.
“Esto es algo de todos los veranos, en especial de febrero. Por eso hemos avanzado en la idea de ir preparando puntos de asistencia ante cualquier situación como esta”, siguió Palma. Y cerró: “estas cosas también tienen que servirle como aviso a los comerciantes de la zona. Hay que hacer un llamado para que no quieran aprovecharse de la situación. Ya no remarcando los precios se ayuda mucho a la gente”.