Un pequeño pueblo de Lavalle, Alto del Olvido, atrajo la atención de nuestra sección y hacia él nos dirigimos.
A pesar de estar a 6 kilómetros al norte de Villa Tulumaya y ser mencionado en una canción popular (ver aparte), no es demasiado conocido en el Gran Mendoza.
Es un lugar tranquilo, totalmente rural, muy antiguo, tal vez en el orden de los 200 años, que presenta fincas, árboles, caminos de tierra, un arroyo, el Tulumaya, y un viejo puente de madera. Y pobladores amistosos y cordiales.
Nuestro interés por este rincón lavallino, situado en la frontera con el desierto o la zona de secano, lo despertó un prolijo y amplio trabajo de investigación del alumno Cristian Rosas, cursante de la carrera del Profesorado de Enseñanza Secundaria en Lengua y Literatura del IES 9-024, de gestión estatal.
Cristian elaboró un documento de varias páginas, titulado "Un distrito lavallino para hacer un alto y no olvidarlo más".
El estudiante tuvo la misma curiosidad del cronista: establecer el origen del sugerente nombre de la localidad, que en 2008 fue convertida en distrito por el Concejo Deliberante departamental, a instancias de los vecinos.
Hay un aporte del escritor lavallino Blas Erasmo Medina, recopilador de tradiciones y leyendas, quien escribió que "don Máximo Brizuela fue un precursor del transporte público en el siglo XIX.
En su galera viajaba a la capital de Mendoza, pero cuando las condiciones del tiempo eran desfavorables, omitía pasar a buscar los pasajeros que vivían en "el Alto" y se justificaba diciendo que se había olvidado.
Pero, en la sede de la escuela primaria del lugar, la N° 1-132 Félix Salvatierra, que comparte local con la secundaria N° 4-233 (sin nombre), escuchamos otra versión, tal vez la interpretación de la historia oficial.
Es la siguiente: Modesto Albino y Félix Salvatierra, quienes contribuyeron a la campaña libertadora del general San Martín, pasaban con sus mulas por los médanos que había en esas latitudes y habitualmente decidían descansar cerca del arroyo Tulumaya. Al retomar la travesía, olvidaban algunas pertenencias. Esa circunstancia habría llevado a los lugareños a bautizar al paraje como Alto del Olvido.
También como homenaje a aquél legendario arriero, muchas personas en la actualidad, se refieren al distrito como Salvatierra. Dicho sea de paso, por lo menos dos entidades, el club social y deportivo y el establecimiento educativo, se identifican con ese patronímico.
Un bar, el puente
En el casco urbanizado de la localidad hay dos barrios, el más antiguo se llama Alto del Olvido, y unos 800 metros al este, se levanta uno nuevo, que hizo el IPV, bautizado con el nombre de la calle principal, Mariano Acha.
Las familias abren la puerta de los domicilios y lo primero que ven es el ancho y lejano perfil de la montaña. Son casas pequeñas, confortables, que permitieron a parejas como la formada por Pedro Raúl Brizuela (51) y Claudia Soto, dejar de vivir de "prestado" en propiedades rurales donde trabajaban y recibían el techo como pago.
La troncal arteria Mariano Acha conduce hoy, como antaño, al arroyo Tulumaya, con su viejo puente de madera.
Allí el tiempo parece detenido. Los mayores recuerdan que el curso de agua era el balneario popular en tiempos lejanos, con una suficiente profundidad para nadar y abundantes fauna ictícola que invitaba a pescar. Además, no faltaban nutrias.
"Era nuestro lugar de fiesta dominguera o feriado", evocará Bernardino Reynoso (72), apodado "el Patito" por su costumbre de bañarse en ese ambiente bucólico cuando era joven. Hoy el cauce está totalmente contaminado y ofrece un triste espectáculo.
El puente, cuando no estaba la ruta 36, era clave para la comunicación entre los actuales Colonia Italia, 3 de Mayo y San Francisco.
Una parada habitual de quienes pasaban por el lugar era el bar de don Brizuela (un apellido muy arraigado en la comarca, y que dio un intendente en dos períodos de la década del '90, Sebastián "Corcho" Brizuela).
El mencionado negocio, en rigor un almacén de ramos generales, permitía el abastecimiento de todo lo necesario para el hogar, y tomar un trago para calmar la sed, además de jugar al naipe, al billar o al metegol.
Hoy el centro poblado de Alto del Olvido posee las fortalezas de sus dos escuelas. La secundaria brinda la modalidad en Humanidades y Ciencias Sociales, con orientación en educación. Su director, Gustavo Mercado (41), siente verdadero orgullo de encabezar la institución.
"Uno siente -dice el 'dire'- que se va aquerenciando en el lugar, y pese a la lejanía, no faltan docentes que optan por tomar horas en la zona". Le ocurre, por ejemplo, al profesor de computación, ingeniero Cristian Mezzabotta, que reside en Maipú.
Dos alumnos, Andrés Mayorga (16) y Nahuel Blanco (17), señalan que les encanta el lugar donde viven, con sus rutinas previsibles de juntarse a bailar o a jugar al fútbol en el club.
Estos chicos, al igual que otros, primero trabajan en la cosecha de uva, para reunir el dinero que demandarán los útiles y elementos para estudiar. Por eso empiezan las clases cuando se guardan los tachos de la recolección de los frutos.
Alto del Olvido: un paraje de Lavalle que se convirtió en distrito
Ubicado a 6 kilómetros de la villa Tulumaya, este pintoresco sitio de unos 200 años, marca el límite con la zona de secano.
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