El día de paro transcurrió en general dentro de los parámetros de lo esperado. La adhesión del transporte público -que no cumplió con el 20 por ciento que el Gobierno había asegurado- magnificó la protesta trasladando sus efectos a aquellas actividades que no lo apoyaron directamente.
Muchos comercios cerrados, escuelas prácticamente sin niños y hospitales despoblados de pacientes con servicios básicos como si fuese un día domingo, fue parte de la postal.
Para ingresar a la Capital, sobre todo a media mañana, hubo que apelar a arterias alternativas o a toda la reserva de paciencia ya que el tránsito se encontraba verdaderamente trabado en los accesos por el bloqueo de los colectivos a los que los manifestantes desinflaron las cubiertas para evitar que circularan. Sin embargo, las calles céntricas estaban menos concurridas que lo habitual, salvo por los bloqueos y manifestantes que se concentraron en el kilómetro 0.
Transporte.
Fue donde más se notó la protesta. Según el Sipemom, a primera hora de la mañana había 90 por ciento de adhesión. "Nosotros tenemos información de que han sido apedreadas algunas unidades, pero no ha sido gente del sindicato sino manos anónimas de gente que no comparte esta medida", se defendió el secretario general, Rodolfo Calcagni.
Por estas condiciones las empresas dejaron de sacar colectivos, mientras que muchos quedaron abandonados en las calles.
En tanto, entre los pasajeros predominó el desconcierto, ya que no podían seguir viaje. Algunos aseguraron haber estado hasta dos horas esperando un colectivo. Rosa, que estaba en una de las plataformas pensando cómo volver a su casa, dijo que "un remís trucho me ofreció viajar, pero dije que no porque se han avivado: de 5 pesos que cobran siempre, me pedían 10".
También se afectó el servicio de media distancia. Según informaron desde una empresa que viaja al Este, se cortó cerca de las 9.
Por la tarde hubo una sensible mejora en el servicio de taxis en el área de Capital, los colectivos se desplazaron con frecuencias irregulares y -a diferencia de la mañana- sin incidentes y con presencia policial a bordo. Los que virtualmente "desaparecieron" fueron los trolebuses.
Escuelas.
Aunque la mayoría de los docentes se presentó a trabajar, las clases no se dictaron con normalidad por la ausencia casi total de alumnos. El SUTE, que aglutina a los maestros, no adhirió a la medida, pero por las dificultades para trasladarse muchos se presentaron en el establecimiento más cercano a su domicilio, tal cual lo contempla la reglamentación.
Los celadores tampoco se sumaron y apelaron a la misma metodología. "Ningún gremio de la educación del país adhirió a la medida", aclaró Javier Guevara, titular del gremio.
En las instituciones céntricas la falta de alumnos era cercana al cien por ciento mientras que en las barriales rondó el 92 por ciento.
"Los docentes han aprovechado para adelantar trabajo que en esta época del año es mucho", explicó Luvia Galaico, vicedirectora de la escuela Domingo Bombal de Capital. Quienes fueron de visitantes en general llevaron trabajo desde la casa.
"Muchos padres los dejan porque ven que hay maestros, pero otros directamente no los mandan porque tienen temor de que haya incidentes", dijo la auxiliar de la escuela Guillermo Cano, de Guaymallén.
Sin embargo, hay padres que tuvieron otra óptica: "Lo traje a la escuela porque tiene que mejorar las notas; tiene que practicar porque ya vienen los trimestrales", comentó Cecilia, mientras esperaba que su hijo saliera de quinto grado de la escuela Andrés Ferreyra del mismo departamento.
Según la información brindada por los supervisores a la jefa de Gabinete de la Dirección General de Escuelas, Lía Álvarez, se registró un 90 por ciento de presentismo docente en las escuelas públicas primarias y un 70 por ciento de asistencia de alumnos. A los colegios secundarios estatales fue el 70 por ciento de los docentes y el 30 por ciento de los estudiantes.
Salud.
Los hospitales lucieron mucho más tranquilos que otros días. En algunos casos casi desiertos teniendo en cuenta el movimiento de los días hábiles, algo que las autoridades atribuyeron más a las dificultades de transporte que al temor de no encontrar médicos.
El director de hospitales de la provincia, Oscar Renna, indicó que la adhesión del personal fue dispar, que se garantizó la asistencia de todos los pacientes internados y se atendieron las urgencias y guardias en todos los centros sanitarios de Mendoza.
En el pediátrico Humberto Notti, el acatamiento fue de 50 por ciento según informó el gerente de Recursos Humanos, Eduardo Molino. No se realizaron cirugías programadas, sólo las de urgencia, pero los jefes de servicio estaban presentes y la guardia atendió la misma cantidad de turnos que un domingo.
La mayoría de quienes pudieron acudir lo hicieron en su propio auto o moto. Sin embargo, para quienes dependían del transporte público la cosa no fue tan sencilla.
Cintia (28), al ver que no pasaban los colectivos, caminó con sus dos mellizos de siete meses durante dos horas bajo el sol de media mañana desde una zona cercana a El Bermejo, a más de cuarenta cuadras, para hacerlos atender.
En la misma guardia, un poco más allá, estaba Yésica Olivera con su hija de seis años en brazos. "Tuvo fiebre, vómitos y diarrea toda la noche; a las 7 fui a la parada de micros pero me cansé de esperar y con la niña así decidí pedir a un vecino que me trajera, pero ahora no sé cómo voy a volver", contó.
Respecto de la atención, algunos sostenían que era lenta mientras que para otros la menor afluencia de pacientes los benefició.
En el Central, los consultorios externos de la Terminal funcionaron en un 80 por ciento y se suspendieron 6 de las 16 cirugías programadas, que eran ambulatorias, porque los pacientes no concurrieron. Desde este hospital consideraron que el acatamiento no fue tan alto como en otros nosocomios: sólo entre el 20 y 25 por ciento del personal médico adhirió al paro. Si bien suele presentarse mucha gente los martes, ayer de los 200 turnos que suelen darse sólo se entregaron cuatro.
En el Lagomaggiore también se atendió como un día domingo.
Comercio.
Los negocios del Centro fueron de los más afectados. Algunos comerciantes arriesgaron que las ventas oscilaron entre un 10 y 30 por ciento de lo normal durante la mañana.
Para los empleados la concurrencia a los lugares de trabajo no era opcional, aunque tenían la tardanza justificada. Muchos de ellos se organizaron previamente para ir en auto y otros se arriesgaron a usar los micros aunque no sabían cómo volver. Por otra parte, algunos comercios no sacaron las rejas de las vidrieras por seguridad y otros bajaron la persiana antes del horario habitual asegurando que no abrirían durante la tarde.
Bancos.
Como se había adelantado, se mantuvieron cerrados, lo que repercutió en las actividades de los negocios cercanos y el tránsito. Carlos, que tiene su quiosco en calle Gutiérrez entre 9 de Julio y San Martín, trabaja en parte gracias a ellos: "Hoy vendí 3 diarios y un par de revistas.
Me estoy yendo porque se torna peligroso estar solo: el quiosco y el café de enfrente también cerraron a la mañana temprano. Yo siempre estoy desde las 7.30 a las 20.30, pero ahora son las 12.30 y ya me voy", comentó mientras guardaba sus revistas.
Estaciones de servicio
. Muchas estaciones de servicio lucieron vacías buena parte del día, aunque en muchas los empleados se sumaron a la medida de fuerza con concurrencia a los lugares de trabajo pero sin atención al público. Por la tarde, aumentó el número que atendía al público según se comprobó en una recorrida.