La noticia genera controversias pues el gobierno de Cantabria pretende un sistema de subastas para permitir conocer las famosas cuevas de Altamira. Hasta el momento, tan solo 5 visitantes por semana acceden al enclave acompañados por 2 guías, la selección es al azar. Pero según la innovadora propuesta gubernamental le daría al mejor postor el derecho a una visita guiada a la cavidad que contiene cientos de pinturas rupestres fechadas desde 35.000 a 13.000 años antes del presente.
La idea es muy cuestionada desde la oposición ya que según los detractores la medida es desigual y contradice los valores de estado de Altamira como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En tanto la comunidad científica aboga por el cierre al público para su mejor conservación pese a que algunos estudios han indicado que el deterioro se debe a causas naturales, no de presencia humana. Argumentan además que la réplica que se encuentra al lado, en el museo, es excelente y que se puede instruir a los viajeros con reproducciones multimedia y paneles informativos al tiempo que se los concientiza sobre la importancia de conservar estas reliquias.
Cierto es que las autoridades quieren provocar un suceso turístico, de ahí las subastas, incluso un chef neoyorquino abriría su restaurante en las cercanías si se asegura el ingreso a sus comensales. Hay que recordar que las cuevas de Altamira fueron cerradas al público en 1977 después de la pena de visitas de varias décadas habían causado un grave deterioro. Se volvieron a abrir a los grupos pequeños en 1982, y luego se cerraron de nuevo en 2002.
La importancia de las pinturas rupestres de Altamira, que fueron descubiertas en 1879, es sólo comparable a las de Lascaux y Chauvet en el sur de Francia. Pero mientras que los tres son la Unesco Patrimonio de la Humanidad, tanto de las cuevas francesas son estrictamente fuera de los límites a los visitantes - Lascaux porque las pinturas estaban casi perdidos por deterioro y Chauvet, ya que sólo se encontró en 1994 y nunca se abrió al público en absoluto.
La huella humana
La cueva de Altamira es la máxima representación del espíritu creador del hombre. Las técnicas artísticas (dibujo, pintura, grabado), el tratamiento de la forma y el aprovechamiento del soporte, los grandes formatos y la tridimensionalidad, el naturalismo y la abstracción, el simbolismo, todo está en ellas, aseguran en su museo. Henri Moore llamó en 1934 La Real Academia del Arte Rupestre, la que inspiró a los artistas de “La Escuela de Altamira”, a Miró, Tapies, Millares, Merz o a Miquel Barceló.
El enclave es el primer lugar en el mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre del Paleolítico superior. Su singularidad y calidad, su magnífica conservación y la frescura de sus pigmentos. Bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos fueron pintados o grabados entre hace 35.000 y 13.000 años antes del presente. Estas representaciones se extienden por toda la cueva, a lo largo de más de 270 metros.