En el inmejorable contexto pre cordillerano de Blanco Encalada, hay un lugar muy especial. Chocolates y maderas, es el nombre de este emprendimiento, de corta historia y larga onda, que es definido por sus dueños como una chocolatería temática.
Una visita a esta casa es, sin dudas, un paseo turístico que aprovechan cada día mendocinos y forasteros con el mismo placer. Es que los locales amantes de los bombones y los viajeros que se hospedan en los complejos de cabañas de las inmediaciones no manifiestan apuros cuando paran allí. Algo parece atraparlos. Acaso sea la pasión con la que Viviana, la chocolatera, guía la experiencia que ofrece. "Creer es crear" dice el criptograma -imposible de leer- bajo las ramas del árbol de la vida tallado en la puerta de entrada. Ella cree y crea, las delicias. Una vez adentro las exhibe apasionada.
Sinestesia
Sólo al ingresar se percibe que la originalidad flota en el ambiente. Los oídos se estimulan con una música desconocida para muchos. Es de origen celta, se apura a explicar la anfitriona. Es que ella y su marido Marcelo, interesados por esta civilización, han encarado estudios e investigaciones que claramente se ven plasmados en este emprendimiento.
El momento del gusto comienza probando un bombón de Chardonnay. Con forma de medio barrilito y una explosión de suaves sabores en la boca, oficia de punto de partida.
“Dos años y medio de pruebas me tomó lograrlo”, cuenta Viviana, en relación a esta delicia de chocolate blanco rellena de una crema suave inspirada en ese varietal. Prosigue relatando que a los extranjeros que llegan les cuesta creer que hay bombones de vino.
Éste es sólo uno de los más de 150 productos originales que han desarrollado. También ofrecen bombones de chocolate semi amargo rellenos de crema de Malbec y de Cabernet Sauvignon, en este caso, sobre la base de chocolate con leche para suavizar ese vino rugoso.
Un brindis muy especial
El próximo paso de la visita es para conocer las artesanías que elaboran. La mayoría de ellas combinan chocolates y maderas. La mixtura tiene que ver con los saberes de este matrimonio. Ella es una eximia chocolatera, él sabe trabajar con maderas. Entonces, cuando estaban evaluando el tema del packaging, decidieron que fuera de ese material. Tuvieron que investigar sobre la temática, pedir autorizaciones bromatológicas, esterilizar los envases y aislar los productos para que no perdieran sus propiedades en contacto con la madera. Y lo lograron. Hoy todo es presentado en envases de madera, hechos artesanalmente por Marcelo.
Uno de los productos que más llaman la atención -dentro de la línea de artesanías de chocolate- es un kit que consiste en un arnés de madera que sujeta una botella de champán de fresas, dos copas de chocolate y algunos bombones ($ 540). Las copas, obviamente, son para tomar el espumante. Ambos productos interactúan y se enriquecen. Estos recipientes pueden utilizarse todas las veces que se desee y cada vez van tomando con más intensidad el sabor de la bebida. Se conservan sin problemas porque están hechas con chocolate de bombonería que tiene un alto porcentaje de cacao y no se daña tan fácilmente con la temperatura. No obstante, si se sucumbe ante la tentación, pueden comerse tras haber terminado la botella.
Otra de las estrellas de casa es el chocolate en rama, presentado sobre una bandeja de madera calada ($ 125) aunque asombran mucho más las cajas rusas. Ellas son un compendio de todas las formas en las que se puede trabajar el chocolate. Una vez que se abren se descubre una forma que remeda los edificios rusos íntegramente elaborado con chocolate de color, soft, puro y relleno.
Chocolatera, a sus chocolates
Las trufas, explica la experta, son las recetas de cada chocolatero en su chocolatería. Por ende, hay tantas como chocolateros en el mundo. Por supuesto que ella tiene las suyas, de su propia autoría y fruto de su hacendoso trabajo. “Es difícil hacer algo novedoso porque hay mucho surtido”, asegura. Las presenta también en una paleta de pintor, cual pinceladas de sabor ($ 230). De pistacho, de coco, de almendra, de nuez, de avellana y de café, para una recorrida por un mundo de sabores en apenas un bocado.
Ruta Provincial 82 n° 13.344. Blanco Encalada.
En Facebook: chocolates y maderas mendoza. Abre todos los días.
Trabajo de hormiga
Inauguraron este emprendimiento en setiembre del año pasado, y durante el verano recibieron gran cantidad de turistas. Están muy satisfechos con la repercusión que han tenido. Todo lo que hay allí, lo han hecho ellos. Marcelo levantó la tienda, construida en madera y también talló los símbolos de las 7 naciones celtas que se exhiben sobre cada una de las columnas. En tanto ella, cada día antes del alba, elabora los productos artesanales para que cuando llegue la gente, promediando la mañana, pueda atenderlos. “A cada persona le mostramos nuestro trabajo y le hacemos la degustación”. Por supuesto que la visita se prolonga con la charla amena, sobre los celtas, sobre el entorno o sobre lo que sea. Los visitantes no se quiere ir, cuentan.
Mucho más
En la recorrida por el local se pueden apreciar y comprar:
Bandejas con bombones surtidos: de tiramisú, mentitas, de cascaritas de naranja y de limón con chocolate blanco, -incluidos los inspirados en los vinos-, entre muchos otros ($ 475).
Rosas. Una bandeja con bombones en forma de rosas rellenos de crema de café al oporto y de crema de maní y cerezas al marrasquino. ($ 355).
Troncos. Dentro de los cuales hay bombones, trufas y barras de chocolate puro ($ 120).
Recuerdos de Mendoza. Los turistas suelen llevar un producto artesanal que consiste en un caja en la que hay un mapa de la provincia hecho en una sola pieza de chocolate, decorado con los bombones con sabores a los vinos y con uvas. ($ 570).
Ajedrez. Para ocasiones muy especiales, puede comprase un tablero de ajedrez, claro, de chocolate. Tiene todas las piezas, sí acertó. . . son bombones. ($ 5.160).
Huevos de Pascua. Desde $ 38.