Los alimentos ultraprocesados, las bebidas azucaradas y la comida rápida, que presentan una pobre calidad nutricional, están reemplazando a las comidas caseras más nutritivas de las dietas de las familias en América Latina y El Caribe, lo que genera efectos alarmantes en la salud y requiere de regulaciones por parte de los gobiernos para revertir esta tendencia.
El nuevo informe "Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: ventas, fuentes, perfiles de nutrientes e implicaciones", el segundo en su tipo publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), muestra que las ventas de alimentos y bebidas ultraprocesados crecieron en 8,3% de 2009 a 2014, el último año para el que se contaba con datos, y prevé que han aumentado otro 9,2% en 2019.
“Estamos observando el principio de una epidemia de consumo de alimentos ultraprocesados”, afirmó Fabio da Silva Gomes, asesor regional en nutrición de la OPS. “Su venta crece desproporcionadamente en comparación con la de otros alimentos, invadiendo los platos con productos que no contribuyen a la buena salud”, sostuvo.
La tendencia es impulsada por el marketing y la publicidad irrestricta de estos productos en un mercado que está prácticamente desregulado en la región. “Necesitamos que los gobiernos establezcan políticas para restringir las ventas de estos productos. Los ultraprocesados no pueden ser la base de nuestra alimentación, no pueden ser un producto esencial en nuestras dietas”, destacó Da Silva Gomes.
El informe reúne información sobre Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela, que juntos constituyen el 80% de la población de la región de América Latina y el Caribe. Además, analiza 250 productos vendidos en 2014, divididos en 89 categorías, e indica cuáles son los que exceden los niveles recomendados de azúcares libres, grasa total, grasas saturadas o sodio; y cuáles son los productos específicos que aportan más energía y los nutrientes críticos.
Según el informe, todos los productos analizados contenían cantidades excesivas de al menos uno de estos nutrientes críticos. En conjunto, el 43% de lo que aportan estos productos es azúcar. Las bebidas gaseosas, los snacks dulces y salados, las galletas, las tortas, pasteles y postres, y las salsas y aderezo, se mencionan como especialmente problemáticos.
Los alimentos ultraprocesados son formulaciones industriales principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos y cosméticos que dan color, sabor o textura para intentar imitar a los alimentos. Estos productos están nutricionalmente desequilibrados. Tienen un elevado contenido en azúcares libres, grasa total, grasas saturadas y sodio, y un bajo contenido en proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas, en comparación con los productos, platos y comidas sin procesar o mínimamente procesados.
El informe anterior de la OPS sobre los productos ultraprocesados reveló que el aumento de las ventas (y del consumo relacionado) se asoció con el incremento del peso corporal, lo que indica que estos productos son un importante impulsor de las crecientes tasas de sobrepeso y obesidad. En la Región, casi el 60% de los habitantes, unos 360 millones de personas, vive con sobrepeso.
Recomendaciones para revertir la tendencia
Para contrarrestar el desplazamiento de los platos preparados a mano a base de alimentos frescos o mínimamente procesados, el reporte recomienda que los gobiernos, comunidad científica y las organizaciones de la sociedad civil apoyen e implementen políticas y regulaciones para desalentar el consumo de productos ultraprocesados y proteger y promover la elección de alimentos saludables.
Éstas incluyen políticas fiscales, así como regulaciones legales y de otro tipo para informar a los consumidores sobre el contenido de los productos, restringir la promoción y la publicidad de los productos ultraprocesados, otorgar incentivos para que los alimentos sin procesar y mínimamente procesados estén disponibles y sus precios sean asequibles y estables, y prevenir que la población, especialmente los niños en las escuelas estén expuestos a estos productos.
Países como Barbados, Brasil, Chile, Dominica, México, Perú y Uruguay, son algunos de los que han empezado a implementar una o más de estas medidas, con resultados alentadores.
Estas medidas están en consonancia con el Plan de Acción para la Prevención de la obesidad en niños y adolescentes de la OPS/OMS que se aprobó en 2014 y también llama a establecer límites estrictos a la comercialización de productos alimenticios poco saludables para los niños.