¿Quién puede discutir que un chocolate pone de buen humor? Es sin dudas la vedette cuando la angustia, la ansiedad o el estado de ánimo negativo se apoderan de uno. Y ¿cuántos se ponen de pésimo humor al comenzar una dieta? Ni hablar de lo que provoca llegar a la mesa con hambre y encontrarse con algo que disgusta.
Son indicios indiscutidos de la relación entre la alimentación y el estado de ánimo. Como se siente cada uno al momento de elegir qué comer tiene un peso fundamental en la elección, así como ciertos alimentos o la ingesta insuficiente modificarán el humor.
“Cuando nos sentimos mal buscamos comer algo que nos dé placer para aumentar la dopamina que está vinculada al sistema de recompensa”, explica la psiquiatra Celia del Canto, quien es especialista en psiconeuroinmunoendocrinología.
Comer da placer
La doctora Mónica Katz, en su libro “No dieta” señala una distinción entre apetito y hambre. En el primer caso se elige aquello que da placer, que está vinculado al hedonismo y a una necesidad emocional y por ende es más selectivo.
Influye el ambiente, la compañía y otras variables. En el caso del hambre, se trata de un impulso inevitable en el que se toma lo que esté a mano para saciarlo.
En tanto, la nutricionista Susana Aranda de Sanatorio Diquecito destacó que la comida está ligada a una cuestión de placer que es natural, y no hay que negarla. “El problema es cuando uno se siente culpable porque le gusta comer; entendamos que éste es un placer que nos ha sido dado naturalmente para perpetuar una conducta que es necesaria en la especie humana. Disfrutar de la comida no tiene que ser algo negativo, si se cuida la cantidad”, insistió.
Sin embargo, advierte que “estamos acostumbrados a usar la comida como una solución a estados de ánimos: estás angustiado y comés, estás aburrido y comés, estas contento y comés. Todas las emociones terminan en comida para calmar justamente esa emoción. Pero comer no nos va a solucionar eso; lo importante es encontrarle a cada conducta la canalización correcta”.
Buen humor
El chocolate es la vedette entre los alimentos que predisponen a un buen estado de ánimo, por eso es lo que buscamos en el quiosco cuando el día no viene bien. Incluso hay quienes lo tienen a mano, casi como un medicamento natural para comer un trocito pequeño todos los días.
En ese caso hay que preferir el amargo que tiene menos contenido de grasa, mientras que media barrita o una como máximo es lo aceptable en el caso de personas que no tienen ninguna patología.
El chocolate produce alegría, es antioxidante y tiene purinas. Se suma a otros alimentos que producen la liberación de endorfinas y provocan bienestar como los frutos secos (mayormente nueces y almendras). Tiene el mismo efecto aquello que es crocante, dorado y aromático mientras que hay que tener en cuenta que la comida entra primero por su aspecto y su aroma.
En definitiva, cuando se busca recargar pilas las preferencias serán los dulces y harinas que vienen en general acompañados de grasa.
Respecto de los hidratos de carbono el psicólogo Juan Carlos D’Innocenzo señaló que “hace unos años eran llamados la droga blanca porque disminuyen los estados de ansiedad”.
Los alimentos ricos en triptofano cumplen la misma función. Se encuentra en los huevos, el amaranto, la leche, los cereales integrales, el chocolate, la avena, los dátiles, las semillas de sésamo, los garbanzos, las pipas de girasol y de calabaza, los maníes, la banana, la calabaza y la espirulina (alga unicelular que tiene forma de espiral).
La licenciada Cecilia Llaver, decana de la facultad de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Juan A. Maza, dijo que no va a producir gratificación si se come todo hervido, poco condimentado o sin sabor. Además destacó que hay que tener en cuenta que “muchas veces el cuerpo necesita lo que el clima no da”.
Por ejemplo, si hace calor y se come un guiso no será agradable, ya que con altas temperaturas se preferirá algo fresco como una ensalada. Sin embargo, comer sólo este último menú en invierno para la mayoría puede resultar disgustante. “Lo que hay que lograr con la alimentación y la actividad física es que se liberen endorfinas, que den placer”, aseguró.
Las bebidas cola son otro de los “gustos” para gratificarse que además de aportar azúcares son estimulantes. Son elegidas por los jóvenes y están al alcance de quienes tienen escasos recursos económicos. Las comidas rápidas como pizza, hamburguesas o papas fritas entran en el mismo grupo.
Además, los alimentos que contienen Omega 3 -como los pescados de mar o los mariscos- también ayudan a estabilizar el ánimo.
Mal humor
Si bien no hay alimentos identificados con el mal humor, dependerá de cada persona. Llegar a casa con hambre y encontrar un menú que no agrada puede ser fatal.
Además, algunas dietas para bajar de peso restringidas en calorías pueden causar irritación, mal humor, melancolía y hasta puede exacerbar la depresión.
“No tiene tanto que ver con los alimentos en sí, sino con el hecho de que se esté limitado la cantidad y el tipo de comida que se come en un determinado momento. Entonces, los cambios de ánimo tienen que ver en este caso con esas imposiciones externas”, explicó la nutricionista Aranda.
El hambre genera agresividad y está ligado al mal humor, dijo D’Innocenzo, motivo por el cual los restaurantes ofrecen algo para “picar” mientras se espera la comida.
Asimismo, tampoco es positivo comer algo que gusta pero hacerlo con culpa, ya que si bien en lo inmediato genera placer luego la sensación de malestar es muy superior a éste.
Lo recomendable es comer lo que da placer con moderación, alimentarse varias veces al día en poca cantidad y darse gustos un par de veces por semana.