Alicia (Mia Wasikowska) acaba de regresar a su país luego de pasar tres años en el mar. Pero en Inglaterra se encuentra con que su ex aspirante a novio, Hamish (Leo Bill) ha tomado la dirección de la empresa de su familia tras la muerte del padre de Alicia y la reduce a ella a ocupar un cargo humilde en la compañía.
Pero un día la viene a visitar su viejo amigo Absolem, la oruga azul ahora convertida en mariposa (con la voz del fallecido Alan Rickman, siendo esta su última participación en el cine), quien la requiere de urgencia para que Alicia atraviese un espejo y vuelva a caer al mundo del revés de Wonderland.
Allí, la heroína tiene que resolver una tragedia inminente: el Sombrerero Loco (Johnny Depp) se está muriendo de pena y la única solución, según lo que le afirma la Reina Blanca (Anne Hathaway), es volver al pasado para que el siempre maquilladísimo sombrerero, recupere a la familia que perdió hace años, a causa del delirio homicida de su hermana, la psicótica Reina Roja (Helena Bonham Carter).
Sin embargo, El Tiempo (personificado por Sacha Baron Cohen), no está dispuesto a prestarle a Alicia su "cronósfera", una brújula conductora de electricidad que funciona como una máquina del tiempo. Pero Alice se lo roba de todas maneras y naufraga a los años en que sucedieron los hechos que le han roto el corazón al Sombrero Loco.
A partir de esta trama se desarrollan 108 minutos de cinta en la que se muestran dosis homeopáticas de la mayor parte de los personajes de la novela original.
Al menos es agradable volver a ver el oficio interpretativo de un puñado de sobresalientes actores británicos en papeles secundarios, como Matt Lucas, en las voces de los irritantes gemelos Tweedledee y Tweedledum, Stephen Fry, como el gato Cheshire, Michael Sheen como el Conejo Blanco, Timothy Spall, que repite al sabueso Bayard y Barbara Windsor, como El Lirón.
La edad de las heroínas
El guión de "Alicia a través del espejo" es de Linda Woolverton, la misma de la anterior adaptación de la novela de Carroll y de la también exitosa y reciente "Maléfica" y más atrás de "El rey león", "Mulan" y otras más de la factoría Disney.
No obstante, para los fundamentalistas de Carroll hay que aclarar que esta adaptación, más allá del título y un puñado de personajes claves, no tiene nada que ver con el libro episódico que el escritor inglés publicó en 1871.
En la visión posmilenaria de Woolverton se filtran temas de la familia contemporánea, como la rivalidad entre hermanos y la idea siempre efectiva que después de visitar paraísos reales y artificiales, siempre es mejor volver a la calidez conservadora de nuestras casas.
El molde, como era de preverse, se acomoda a este reinicio compulsivo del cuento de hadas clásico pero con el firme acento en la figura femenina y su correspondiente epopeya heroica, una estructura que, de tantas que han aparecido en esta última década, ya está suficientemente de moda.
Detrás del espejo
Un dato a tomar en cuenta: los que vayan a ver "Alicia a través del espejo" deberían saber que, aunque luzca como tal, este no es un film dirigido por Tim Burton.
El realizador de "Batman", que se hizo cargo de "Alicia en el país de las maravillas" en 2010, (cinta que recaudó mil millones de dólares y ganó dos Oscar, por Dirección de Arte y Diseño de Vestuario), sólo aparece aquí como productor y Disney le cambió el asiento para dárselo al británico James Bobin, el responsable de las dos últimas reiniciaciones cinematográficas de los Muppets.
Como si imaginariamente indagáramos en las adivinanzas del gato Chelshire, los seguidores de Carroll podrían pensar en una pregunta no del todo enigmática: ¿qué es una película de Tim Burton, sin Tim Burton?
Muchos críticos incluso se habían hecho la misma adivinanza con el anterior capítulo, que también lucía como las de Burton, aunque él parecía ausente, al menos en la proyección de sus inquietantes y oscuros tópicos. Era evidente que estaba haciendo una película por encargo y para un público estrictamente infantil.
De todas maneras, ha quedado más que claro que Bobin hizo su trabajo muy bien, imitando ese caleidoscopio barroco en el que se deslizan estos personajes de fantasía. Un estilo que ya en la anterior cinta se asomaba como saturado y que aquí se refleja cuadro a cuadro, como el mismísimo espejo en el que cae Alice, todo por supuesto mostrado con una sobredosis de efectos especiales y una eficaz fantasmagoría lisérgica que puede resultar agotadora a la vista.
La poca habilidad como narrador de James Bobin transforma pronto este viaje en un camino de oruga y no en un vuelo de mariposa. No obstante, como si fuera un video juego en postas, el film convierte a su extravagante despliegue alucinógeno virtual en su principal, o quizás, en su único atractivo.