Aunque nunca abandonó el oficio, durante diez años Alicia Casares se mantuvo abajo del escenario y se dedicó a la dirección y a la docencia. Pero en 2010 decidió volver para nunca más correrse. En aquel entonces lo hizo junto a una de sus maestras, Gladys Ravalle, en “El cerco de Leningrado”.
De allí se fue para el lado de la comedia con “Budín inglés”, bajo la mirada de Marcela Montero y junto a Sandra Viggiani. Estos dos proyectos fueron los grandes pasos que la devolvieron a la escena, con esa energía que siempre la caracterizó.
“Ya no me bajo más, ahora me bajan”, ríe con picardía sobre su regreso hace cuatro años a los escenarios. Y con 41 años de oficio, en la actualidad el drama “Las brutas” (ver aparte) la mantienen más que conmovida.
Luego de un año y medio de trabajo, la actriz junto a Cecilia Díaz, Paqui Llompart y Alejandro Manzano estrenaron el viernes pasado esta puesta en la Enkosala Gladys Ravalle y la dirige nuevamente Juan Comotti.
“Surgió porque Cecilia Díaz, con quien hicimos teatro en la juventud y además somos muy amigas, hacía mucho tiempo que no actuaba. Y un día nos encontramos con el Juan y nos convocó. La verdad es que ha sido un encuentro maravilloso, también está Alejandro Manzano. Ha sido una comunión y entrega importante, desde lo artístico y lo humano.
La obra es muy fuerte, vimos videos, leímos artículos de la época, nos hemos hermanado con esas hermanas de la obra. Además somos las tres muy “bicheras”, nos gustan los animales, y los personajes están rodeados de animales. Todo ese mundo, del campo y los animales nos identifica”.
-En tu caso, como en el de otros actores de tu generación, se da la coincidencia de trabajar con maestros y alumnos...
-Yo doy clases en la Facultad de Arte y siempre les digo a los chicos que son mis compañeros, porque es así. Todavía puedo hacer de madre, ya me tocará de abuela, y es así como hay que compartir la escena. Me encantó trabajar con mis alumnos (Tania Casciani, Diego Florez y Rubén Antinori) en “Budín inglés”.
-Y ahora el teatro te encuentra con una obra totalmente opuesta.
-Sí, este es un drama. A mí me gusta mucho la comedia y el drama. Tengo un espíritu trágico que me sale de las entrañas, pero la comedia también me gusta. Los disfruto igual.
Un taller de teatro con Luisa Gámez cuando cursaba el colegio secundario y el debut en la obra “Nadie”, de Juan Carlos Gené, la marcaron para siempre. Allí dio sus primeros pasos y supo que lo suyo era la actuación.
“Yo empecé a los 14 años y tengo 41 de carrera. Cuando quiero acordar lo alcanzo al Flaco Suárez, pero empecé más joven”, ríe cómplice en referencia a los 50 años de oficio que cumplió el actor y teatrista mendocino.
En las fibras, ya tenía esa pasión interpretativa que conserva en la actualidad. Su derrotero está trazado por un sinfín de obras sin distinción de géneros e innumerables Fiestas de la Vendimia que la tuvieron como actriz y directora.
Gladys Ravalle fue otra de sus grandes maestras en los tiempos en que formó parte del elenco del Joven Teatro Goethe, y después llegó su formación en Buenos Aires con Raúl Serrano, donde aprendió el método de actuación del maestro porteño.
Fue Directora de Cultura en el departamento de Godoy Cruz y, entre otras funciones públicas, Casares es conocida por su labor docente en la Facultad de Arte y Diseño de la UNCuyo, donde hasta agosto pasado estuvo a cargo de la dirección. Todo su bagaje cultural y artístico lo transmite a sus pares y en cada desafío escénico.
-¿Sos de transmitir tu experiencia a compañeros cuando comenzás un nuevo proyecto?
-Yo me dejo dirigir, soy bastante obediente, salvo que no me encuentre con la propuesta del director. Cuando actúo no dirijo, y sobre todo por respeto al otro director. Entonces cuando un compañero me pide, por ahí me pasa que no estoy atenta al trabajo del otro. Pero si tengo que hacer una sugerencia trato de que sea en grupo, y siempre desde ese lugar.
-¿Qué desafío trajo tu personaje de "Las brutas"?
-Ha sido un proceso gratificante desde lo humano, doloroso desde la experiencia de estas mujeres. Yo empecé a trabajarlo desde la mirada, porque mi personaje es la más dolida y no tiene más fuerzas. Lo trabajé desde una mirada muy dura, y algo curioso que me pasa y que no me había pasado nunca es que se me cansan los ojos.
Así como a veces te cuesta mantener una postura física, a mí se me cansa la mirada. Y la trabajé muy minimalista, con muy pocos movimientos del cuerpo. Se me cansa la cara, es raro (ríe).
-Esta propuesta llega en un buen momento de tu carrera…
-Llega en un momento de madurez. No podría haber hecho este personaje de jovencita, o no desde este lugar de comprensión del alma del otro. Ese cansancio de la vida, de vivir en esa soledad. Además lo dicen.
Y los textos son preciosos y contundentes, pero como es chilena y está escrita con expresiones chilenas y del campo, nos pidió que lo trabajáramos desde ahí. Hace un año y medio que estamos ensayando. Me ha costado darle ese matiz, porque es contradictorio a nuestra manera. El trabajo de la voz también ha sido algo importante.
-Como formadora de actores, ¿cuál es tu visión del teatro local en la actualidad?
-Primero es maravilloso ver que los alumnos te superen. Cuando los ves en el escenario y sentís que han crecido. Yo soy muy optimista, veo mucho teatro. Veo a mis compañeros y alumnos, hay mucha variedad. Además hay compañeros que se han especializado en algunas técnicas. Hay mucho teatro bueno, mucha gente joven creativa y con un teatro diferente, legítimo.
Yo les cuento que cuando empezamos éramos muy pocos, y lo único que aprendíamos era actuación. Hoy los pibes estudian malabares, canto, tela, son muy completos. También se da el crecimiento de distintos géneros. Un caso maravilloso son los “cortodramas”, por ejemplo, donde escriben, dirigen y actúan.
Vengo de una época donde era muy difícil hacer teatro. Ahora hay muchas más oportunidades, pero son muchos también. Y eso los obliga a estar en un training de superarse constantemente.
-¿Tenés algo pendiente que te gustaría hacer?
-Sí. Me gustaría que mis alumnos me dirigieran. Tuve algunas propuestas, pero como era directora de la Facultad, no me daban los tiempos. Sin embargo ahora sí lo puedo hacer y me encantaría, sería como una vuelta... Cuando me encuentro con alguno de los chicos siempre les digo.
La marginalidad y el ocaso de tres mujeres
“Las brutas”, obra escrita por escrita por el dramaturgo chileno Juan Radrigán, relata la vida de las hermanas Justa, Lucía y Luciana Quispe Cardozo, analfabetas y pertenecientes a la etnia coya, que habitaban la zona rural de Copiacó, Chile.
Basada en una historia real, el escritor trasandino llevó a escena este relato trágico y dramático. Presas de la soledad, las tres hermanas deciden quitarse la vida en 1974 y son encontradas muertas junto a sus animales amarradas a una roca.
El actor y director mendocino Juan Comotti, luego de una primera experiencia con la obra una década atrás, decidió estrenarla nuevamente con otro elenco (Alicia Casares, Alejandro Manzano, Cecilia Díaz y Paqui Llompart), y bajo una puesta minimalista, donde el público es parte de la escena.
Cruda y dramática, “Las brutas” conforma uno de los textos más importantes del teatro de la memoria y rescata a los seres marginales de la sociedad.
Con un humor interno, los personajes van recordando su vida hasta llegar al trágico final, como una paradoja del sistema social del que somos parte.
Las dos últimas del año
La obra tendrá sus dos últimas funciones del año, hoy (sábado 6) a las 22 y mañana a las 21, en la Enkosala Gladys Ravalle (Almirante Brown 755, Godoy Cruz).
“La sala es chica, para 30 ó 35 personas -dice Alicia- y mucha gente se quedó afuera en las funciones del fin de semana pasado. La idea es reestrenarla a partir de febrero o marzo”.