La prioridad que tiene -y debe tener- la actividad del Estado y la sociedad civil para enfrentar el Coronavirus, no debe impedir que se abandonen hechos y situaciones que tienen que ver con el largo plazo.
La reunión que tuvieron los Presidentes de EEUU y Brasil, el sábado 7 de marzo, ha sido un punto culminante para la alianza estratégica que ambos están construyendo.
El lugar del encuentro fue la mansión de verano de Trump, en Mar a Lago, a 110 kilómetros de Miami.
Los puntos centrales tratados fueron el acuerdo de comercio bilateral entre los dos países, la entrada de la tecnología G5 de la empresa china de tecnología Huawei y la situación de Venezuela.
En el primer punto, ambos acordaron agilizar las acciones para lograr que en 2021, Brasil entre en el programa Truster Trader (socio comercial confiable) que implicará un aumento del intercambio comercial bilateral. Al mismo tiempo, Trump confirmó el apoyo para la entrada de Brasil en la OCDE y urgió a sus países miembros a trabajar para alcanzar este objetivo. Pero no se comprometió a no aumentar los aranceles al acero y el aluminio brasileños, algo que no puede hacer en un año electoral, como lo reconoció un integrante de la delegación de Bolsonaro.
En el segundo, la posición de Washington es bastante firme, como se la explicitó a los países de la OTAN, poniendo en duda si esta alianza podía continuar con los países que instalaran la tecnología G5 de Huawei, a la que considera instrumento de los servicios de inteligencia chinos. Uno de los hijos del Presidente brasileño (Eduardo) que también integró la comitiva, dijo al diario O´Globo antes de viajar: “¿Cómo van a confiar en el intercambio de información si hubiera una interferencia china?”.
En cuanto a Venezuela, los dos presidentes coincidieron en seguir apoyando al gobierno de Juan Guaidó, situación que llevó a Maduro a denunciar que el encuentro Trump-Bolsonaro apuntaba a crear las condiciones para una intervención militar en su país. A ello se agrega que un comunicado de Brasil, destacó la coincidencia con EEUU en apoyar “los esfuerzos de Bolivia para conducir elecciones libres y justas”.
Pero este movimiento de diplomacia presidencial es consecuencia del cambio en la visión estratégica de Brasil. En términos históricos, implica el retorno a la alianza entre los dos países, que se dio con motivo de la participación brasileña junto a los aliados en la Segunda Guerra Mundial en los años cuarenta. En los setenta, se reeditó, con motivo de la Guerra Fría, cuando ambos coincidían en la oposición al comunismo soviético y Kissinger desde el Departamento de Estado consideraba a Brasil como el “Key country” al que EEUU debía delegar el liderazgo de América del Sur, como hacía con Sudáfrica en el África subsahariana. Entre los años setenta y la segunda década del siglo XXI, predominó la idea de que EEUU era un adversario en la región, que incluso podía ser una amenaza para la soberanía de Brasil en la Amazonia. Fue el Ejército el que cambio esta posición, pasando a plantear la alianza con los EEUU como eje de la política exterior brasileña. Este cambio se dio durante la jefatura del Ejército por parte del general Vilas Boa y continuó con su actual sucesor, el general Edison Leal Pujol.
Paralelamente, las Fuerzas Armadas fueron ampliando su influencia en el país y remplazando a Itamaraty como el órgano que define la estrategia del país en el largo plazo. Cabe señalar que participó, del encuentro con Trump, el ministro de Defensa brasileño, el general Fernando Azevedo.
Al día siguiente, el domingo 8 de marzo, el Presidente de Brasil visitó el Comando Sur de los EEUU (South Comand) con sede en la ciudad de Doral, vecina a Miami. Allí Bolsonaro se reunió con el jefe del Comando -que tiene a su cargo las operaciones militares de EEUU en América del Sur, América Central y el Caribe-Almirante Craig Faller. Se ratifico la condición de aliado “especial” extra - OTAN de los EEUU, ya otorgada en marzo de 2019. Se firmó el Acuerdo de Proyectos de Investigación Pruebas y Evaluación (RDT&E) por su sigla en inglés, que abre el camino para que los dos países “desarrollen proyectos conjuntos, alineados con el mutuo interés de las partes, incluyendo la posibilidad de mejorar o suministrar nuevas capacidades militares”.
El acuerdo también permite reducir los procesos burocráticos en el comercio de productos militares entre ambos países. Se abre para Brasil el mercado de EEUU y facilita la entrada a los otros 28 países de la OTAN. Cabe recordar, que en marzo del año pasado, los dos países firmaron un acuerdo que permite el uso de la base de Alcántara -ubicada en el norte de Brasil- por parte de EEUU para el lanzamiento de satélites.
El acuerdo bilateral firmado en materia de defensa, debe ahora ser ratificado por ambos Congresos. Permite a Brasil vender elementos militares al país que posee el mayor gasto militar del mundo. Es una ventaja, que tienen aliados importantes de EEUU, como el Reino Unido, Francia y Alemania. El Jefe del Comando Sur, el almirante Craig Faller, calificó al acuerdo como “histórico”. Por su parte el general Fernando Azevedo, ministro de Defensa brasileño, afirmó que “éste ha sido un viaje muy provechoso para Brasil y sus fuerzas armadas” agregando: “Firmamos un acuerdo que pocos países tienen. En los hechos, permitirá expandir el poderoso mercado de defensa estadounidense para Brasil”. Significará el acceso a fondos por 100.000 millones de dólares para explorar la investigación en defensa, entrenamiento, ejercicios militares conjuntos y proyectos de defensa cibernética y cooperación en inteligencia. La aprobación parlamentaria en ambos países no parece demasiado difícil. Trump se expresó sobre Bolsonaro con su estilo enfático: “Él ha hecho un trabajo fantástico. Genial. Brasil lo ama y EEUU lo ama”. Bolsonaro, por su parte, dijo que muchas de sus iniciativas estaban inspiradas en Trump, a quien elogió.
En conclusión: que se ha reforzado y consolidado un eje Washington-Brasilia en la región,- o el “hemisferio” como prefiere decir el Departamento de Estado, que incluye un acuerdo bilateral en lo estratégico militar. Es un dato que Argentina debe analizar y evaluar. Mientras, al mismo tiempo, se concentran energías en contener la pandemia.