Alí - Foreman

Hace cuatro décadas en Kinshasa, Zaire, se producía la que sería denominada la Pelea del Siglo entre Muhammad Alí y George Foreman, una noche emblemática para el boxeo.

Alí - Foreman
Alí - Foreman

Cuarenta años, cuarenta años de una pelea emblemática, épica, exótica e histórica para el boxeo de todos los tiempos, Muhammad Ali y George Foreman. De la denominada pelea de todos los tiempos, la pelea del siglo se cumplen hoy cuatro décadas.

Aún parecen retumbar en el lugar las voces de los miles de espectadores (se dice que fueron 100 mil) que allí estuvieron, “Ali bomaye” (Alí mátalo) hasta que Foreman cayó desparramado ante la mirada del nuevo campeón y del árbitro Zach Clayton.

Alí había sido despojado de su título mundial por negarse a ir a la  Guerra de Vietnam, el cual recuperó siete años después. Para lograrlo, el otrora Cassius Clay tuvo que ir a Kinshasa, Zaire -país conocido hoy en día como la República del Congo- y pasar allí un par de meses en pleno verano.

Fue una estadía que se prolongó más de lo debido cuando una cortadura sobre la ceja derecha de Foreman provocó que con ocho días de antelación se suspendiera la fecha original del 25 de setiembre y el combate fuera reprogramado para el 30 de octubre.

Un país que tenía como  presidente al dictador Joseph Mobutu, era quien había puesto todo el dinero, incluyendo una bolsa sin precedentes de $10 millones  de dólares para que repartiera entre los dos peleadores, un promotor hasta entonces poco conocido llamado Don King.

Ali. En todo el mundo, este nombre es el boxeo, con toda su brillantez y toda su dramaturgia. Pero en Kinshasa fue aún un poco más allá, porque además del título mundial de los pesados, que recuperó al ganar a su compatriota por nocaut en el octavo asalto, el estadounidense convertido al Islam se ganó el corazón de todos los africanos aquel famoso 30 de octubre.

La pelea fue tremenda desde el principio con Foreman atacando y Alí respaldado protegido contra las cuerdas. Exasperado e ignorante de las maniobras de Dundee, Foreman se arrancó con todo, casi como un toro. “El toro es más fuerte, pero el matador es más inteligente”, había dicho Muhammad. Y a los 30 segundos, Ali olvidaba sus shuffles o pasos de baile: reculaba ante Foreman, se retiraba hacia las cuerdas privadas de tensión por las herramientas de Dundee. Allí, el llamado Loco de Louisville comenzó a atascar el asalto de Foreman: a un clinch seguía una combinación izquierda-derecha. Hacía más de tres años que Foreman no superaba los cinco rounds de acción.

“George está castigando el cuerpo y Ali necesita moverse”, opinaba Frazier. “Pero Ali hace daño incluso en las cuerdas. Y eso va a notarse”, observaba su colega Jim Brown. Foreman seguía atacando como un camión.

Al comienzo del octavo asalto, la ofensiva de un Foreman sin munición se desplomaba por tanto golpe descontrolado contra Ali, agazapado en las cuerdas. A 20 segundos de la campana, Muhammad olfateó la ocasión. Y reaccionó con el instinto del felino ante una presa fatigada. Ante la enésima carga del  enfurecido Foreman, ante la clase de Ali, El Más Grande, salió de las cuerdas y dejó a Foreman sin escapatoria. Y luego de una durísima derecha, hizo estallar la cara de George y lo convertiría en el símbolo de la grandeza boxística

Aún es recordado entre los zaireños, el gran campeón

“Ali era de los nuestros. Le consideramos un zaireño que vive en América. A Foreman no le gustaba el contacto con la población negroide. No amaba a esta población y esa fue la clave de su fracaso”, asegura Saliboko Serry.

Actualmente árbitro nacional de competiciones “amateurs” y entonces un niño, Guy Lioki, de 50 años, se cruzó dos veces con Foreman antes de la pelea: “Foreman era demasiado caprichoso: aunque era negro como nosotros, se relacionaba con grandes personalidades y se interesaba demasiado por las mujeres”,  cuenta.

Todo lo contrario que Ali, si se creen las palabras de Judex Tshibanda, que veía al campeón con ojos de niño maravillado: “Venía a boxear con los niños, tratábamos de golpearle... ¡Le pegué una vez en el estómago!”, dice orgulloso este hombre de 52 años, que tras aquel episodio se convirtió en boxeador y que actualmente entrena a jóvenes aspirantes a púgiles.

Dos afroamericanos con actitudes opuestas;  Foreman incómodo en el corazón de África y  Ali se sentía como en casa, símbolo de la lucha contra la segregación racial” dicen hoy.

De boxeador famoso a un ministro ordenado

Foreman, de 65 años, se retiró del boxeo en 1977 y se ha convertido en un ministro ordenado que maneja un centro de ayuda juvenil. En 1987, después de una década fuera del ring, Foreman realizó un regreso a los encordados cuando Mike Tyson estaba al frente de la división de peso pesado, y llegó a enfrentar a Evander Holyfield, con quien perdió por decisión en 12 asaltos en 1991.

Pero tres años después, usando el mismo pantalón color rojo con el que había perdido contra Ali 20 años antes, Foreman noqueó a Michael Moorer.

El legendario Muhammad Ali

Nació siendo Cassius Marcellus Clay. Se cambió el nombre cuando se unió a la fe musulmana y se adhirió al Islam. Fue en 1964, el mismo año que ganó el título mundial de los pesados.

Venía de ser campeón semipesado en los Juegos Olímpicos de Roma, en 1960. Desde amateur mostró tener potencial para pasar a la historia del deporte. Pero esa corona que consiguió a los 22 años, estuvo poco en sus vitrinas, y tardó 10 años en recuperarla.

No sólo fue un prodigio en el cuadrilátero, también sacudió a la sociedad estadounidense de los 70. Luchó por los derechos civiles de la minoría negra y escandalizó al país al oponerse a la guerra de Vietnam.

Big George de Texas

Llegó a la pelea con un record de 40 triunfos, 37 de ellos por nocaut. Foreman se retiró en 1977, pero volvió diez años después. Disputó una serie de combates, entre los que se encuentran uno contra Michael Moorer en 1994, que supuso recuperar el campeonato de los pesos pesados que perdió 20 años atrás contra Alí. Tenía 45 años.

Finalmente se retiró a los 48. A partir de ahí se separó del boxeo y su vida tiene dos pilares: Uno, la religión, ya que es reverendo de una iglesia cristiana y dos, a los negocios. El más lucrativo es el famosísimo George Foreman Grill, una parrilla eléctrica que promociona por todo el mundo y que, según el propio Foreman, le ha reportado más dinero que el boxeo.

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