Seúl, Corea del Sur. A ambos lados de la dividida península de Corea, el momento parece el adecuado.
La propuesta de Año Nuevo del dirigente de Corea del Norte, Kim Jong-un, de sostener conversaciones con Corea del Sur se dio cuando las sanciones parecen estar siendo mordaces, pues hay reportes de escasez en Corea del Norte y una nueva presión por parte de Washington de interceptar los barcos involucrados en contrabando de combustible.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, aceptó rápidamente la propuesta. Está viendo su primera oportunidad concreta de realizar su agenda de campaña de relacionarse con Norcorea, al tiempo que relaja la tensión que las amenazas beligerantes de Donald Trump han provocado en su país. El viernes, Corea del Sur señaló que las charlas con Corea del Norte se celebrarán el martes 9.
En un mensaje telefónico transmitido el viernes a través de la restaurada línea transfronteriza, Corea del Norte aceptó la propuesta de Corea del Sur de comenzar las conversaciones dentro de unas horas, según funcionarios surcoreanos. Las charlas, que se celebrarán en el pueblo fronterizo de Panmunjon, constituirán el primer diálogo intercoreano de alto nivel en dos años.
Pero si esta es una posible apertura para una distensión, es solo pequeña. El escepticismo abunda no solo en Washington sino también entre los surcoreanos.
Muchos en Corea del Sur están conscientes de la forma en que la llamada política del sol que dirigentes sucesivos anteriores, Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, no pudo frenar las ambiciones nucleares de Corea del Norte, y siguen preocupados de que se renueve. Como aprendió el actual mandatario Moon de las experiencias de sus predecesores, cualquier dirigente surcoreano acusado de arriesgar la alianza con Washington tratando de mejorar los vínculos con Corea del Norte puede convertirse en el pararrayos de la cólera conservadora.
"Si aún hay quienes piensan que pueden resolver el problema nuclear de Corea del Norte y los problemas entre las Coreas mediante el diálogo, deben estar locos", dijo Yoo Dong-ryul, el director de derecha del Instituto de Corea para la Democracia Liberal, con sede en Seúl.
Salvavidas
Aunque la mayoría de los surcoreanos hoy en día favorecen el diálogo y la reconciliación pacífica con Corea del Norte, muchos temen también que comprometerse repentinamente y otorgarle concesiones económicas sería lanzarle un salvavidas a Kim justo cuando las sanciones están estrangulando a su gobierno.
En su discurso de Año Nuevo, Kim ofreció enviar una delegación olímpica a los Juegos de Invierno en Pyengchang, Corea del Sur, el mes próximo.
Pero también presumió que ahora su país tiene la capacidad nuclear para vencer una guerra liderada por EEUU en la península, y conminó a Corea del Sur a abandonar la campaña de sanciones de Washington y trabajar con sus "connacionales" a favor de la paz: una puerta abierta de la que Moon se agarró.
"Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en Pyeongchang se convertirán en un clarín que anuncie la paz en la Península de Corea", dijo Moon el miércoles, el día que Kim también restauró la línea telefónica que podría facilitar tales negociaciones. "Debemos sortear la crisis y dirigirnos a la paz cual si fuéramos un rompehielos".
A lo largo del año pasado los surcoreanos se pusieron cada vez más nerviosos por la arrojada política nuclear de Kim. Sin embargo, también han comenzado a cuestionar las implicaciones de su alianza con un Washington dirigido por el impredecible Trump, que ha amenazado con "destruir totalmente" Corea del Norte y esta semana habló de su poder para entrar en una guerra nuclear contra Kim.
Última oportunidad
Moon insiste en que el diálogo se ha hecho más urgente que nunca porque Corea del Sur se llevaría la peor parte de una guerra en la península. Los funcionarios surcoreanos dicen de manera privada que los próximos meses pueden ser la única oportunidad de usar las negociaciones para poner un alto al programa nuclear de Corea del Norte antes de que consiga un misil balístico intercontinental que funcione.
Aun cuando muchos surcoreanos apoyan una solución pacífica a las tensiones, no pocos cuestionan también el enfoque de Moon… y la sinceridad de Kim.
Los analistas sostienen que la estrategia de Kim es presentar sus armas nucleares como un hecho consumado, mientras busca una forma de debilitar las asfixiantes sanciones.
"En 2018, Corea del Norte muy probablemente lance una fuerte ofensiva de diálogo y paz, y use la mejoría de sus relaciones con Corea del Sur para detener las sanciones y la presión", señaló el Instituto de Corea para la Unificación Nacional, dirigido por el gobierno surcoreano, en un análisis del discurso de Año Nuevo de Kim. "Está utilizando los Juegos Olímpicos de Pyeongchang para comenzar a implementar ese enfoque".
En su discurso de Año Nuevo, Kim reconoció que su país enfrenta "el reto más difícil de todos" debido a las sanciones. Los Juegos Olímpicos ofrecen una puerta de salida.
"Kim Jong-un sabía que Corea del Sur estaba desesperada por que Corea del Norte participara en los Juegos de Pyeongchang y retomara el diálogo intercoreano", escribió en una publicación de Facebook Chun Yung-woo, ex negociador nuclear surcoreano. "Reconociendo la debilidad de Corea del Sur, la está usando para tratar de minar la alianza con Washington, alejando a Corea del Sur de Estados Unidos y usándola como un escudo contra una posible acción militar estadounidense".
El jueves, Trump escribió en Twitter que su enfoque rudo estaba funcionando, y afirmó que había conducido a Corea del Norte a la mesa de negociaciones y que las conversaciones "son algo bueno". También el jueves, Moon habló con Trump y le dijo que prometía consultar completamente con Washington durante las conversaciones con Corea del Norte. Añadió que ayudarían a inducir un diálogo entre Corea del Norte y Washington, según la oficina del presidente de Corea del Sur.
De acuerdo con la declaración del despacho de Moon, Trump sostuvo que Estados Unidos lo apoya al "100%". El republicano también aceptó la propuesta de Moon de que los aliados pospongan sus ejercicios militares conjuntos anuales durante los Juegos Olímpicos, según la declaración.
En tanto, el secretario de Defensa, James Mattis, minimizó la importancia de la decisión de retrasar los ejercicios militares conjuntos, diciendo que sólo era una cuestión de logística por los tiempos y no necesariamente una señal de que se estén relajando las tensiones.
"Diría que para nosotros es un asunto práctico", les dijo Mattis a los reporteros, durante una conferencia de prensa improvisada en el Pentágono. Señaló que los ejercicios militares se celebrarán en algún momento después de que concluyan los Paralímpicos, que terminan el 18 de marzo.
Mattis también comentó que es muy pronto para saber si la reciente propuesta diplomática de Corea del Norte a la sureña conducirá a conversaciones más amplias. "No me concentraría -dijo- en interpretar tanto, porque no sabemos si es una verdadera muestra de buena voluntad". Helen Cooper (contribuyó desde Washington con el reportaje)