-¿Cómo vive esta despedida?
-El estado de ánimo es un poco con alivio, porque es una carga pesada ser gobernador, y en lo personal muy satisfactorio y muy honrado por este lugar. También, como cualquier cambio, con alguna nostalgia de dejar el lugar. Una nostalgia que me da tranquilidad acerca de la continuidad, de que todo lo hecho no ha sido en vano.
-¿Qué cambió en su vida en estos cuatro años?
-Ser gobernador ha sido más pesado que ser intendente. Tiene una complejidad distinta, problemas distintos, competencias distintas. Y si bien en un municipio impacta la mala situación de la macroeconomía nacional, en el Gobierno provincial impacta infinitamente más. Aunque hagas el esfuerzo de una buena administración hay cosas que te tuercen de tu plan, como la alteración del dólar, que pasó de 20 a 40 y de 40 a 60. Ahí uno empieza a sentirse vulnerable, en la gestión y en el plan que quiere desarrollar. Pero a pesar de todo eso siento que tampoco la he pasado mal; he disfrutado hacer este trabajo.
-¿Y en la vida personal?
-He tenido una vida bastante normal. Mi entorno familiar es bastante austero en el sentido de que es una familia normal de clase media. Nuestros pasatiempos: ir al cine, ir a comer, hacer un viaje, no se han visto resentidos. También he cambiado en los últimos seis u ocho años el nivel de actividad que tenía. Antes estaba concentrado en las reuniones todo el día y en la noche también con las partidarias. Eso como gobernador bajó bastante.
-Decía que está terminando cansado; eso le pasó a varios de sus antecesores.
-Bueno, estoy cansado, ante todo, como todos cuando termina el año. Éste ha sido bastante agitado por los cimbronazos económicos que han requerido cambiar planes en la administración provincial. He tenido un peso político fuerte como presidente de la UCR. Pero también, desde el mismo momento que definimos el candidato para sucederme, tuve claro que se iba a terminar mi tiempo y entonces estoy un poco nostálgico por dejar el lugar pero al mismo tiempo ansioso por entregar el poder.
-Ese cansancio que siente hoy ¿sería una razón para no intentar volver a la gobernación en 2023?
-Lo veo muy lejano 2023 y, aunque parezca una respuesta de casete, yo creo que en la Argentina proyectar carreras de políticos individualmente no contempla las condiciones del país. Si me preguntan si a mí, personalmente, me gustaría volver a ser gobernador, la respuesta hoy es no. Me gustaría que hubiera renovación. Pero lo que no se comprende es que la política no se trata de un tema personal, sino que es un proyecto colectivo que se encara en equipo.
-¿Y qué es lo que se plantea como meta para su futuro? ¿Qué desearía?
-Quiero influir para que la Argentina sea un país normal, pero no lo estoy pensando como presidente. Quiero ayudar a construir ese país normal, de alta institucionalidad, con menores niveles de insatisfacción popular. Eso tiene que ver con un modelo productivo que funcione y sea sustentable en el tiempo.
-¿Cree que ahora podrá andar más por la calle sin la pompa del gobernador?
-Sí… La verdad que lo hago habitualmente y me llena de orgullo. Porque cuando la gente se arrima en un restaurante, cuando voy a jugar al fútbol o cuando voy a ver fútbol, o en el cine, jamás me ha pasado que alguien me interpele negativamente. Sí con reclamos, pero con mucho respeto. Y muchas veces con agradecimientos, felicitaciones y demás que me llena de orgullo. Algo que no ha sido habitual en los últimos tiempos con otros gobernadores. Creo que me estoy yendo del gobierno con un reconocimiento importante, que hay que tomar con humildad, pero que objetivamente es así.
-¿Cómo le gustaría que lo recordaran los mendocinos?
-Me gustaría que me recordaran como un gobierno austero, de orden, que recompuso la funciones tradicionales del Estado, que mejoró sustancialmente la infraestructura de salud, que incipientemente empezó a recuperar el servicio educativo, que hizo cambios en la administración de Justicia y que por primera vez aplicó un plan de seguridad que ya da resultados, y que si se sostiene en el tiempo va a generar una provincia mucho más segura. Me gustaría que me juzgaran por eso. Sin dudas las condiciones macroeconómicas influyen en esa evaluación: si aumenta la desocupación, si aumenta la pobreza; pero es una gran falacia evaluar a un gobierno provincial por indicadores donde tienen mucha incidencia los instrumentos de política económica nacional.
-¿Cuál fue la decisión que más le costó tomar?
-Hay muchas. Yo no enfocaría en una, sino en un concepto. Todo lo que ha sido tomar decisiones que enfrentan a intereses particulares legítimos -en el caso de los ilegítimos me encanta tomarlas- son los que más me han costado. Porque hay legitimidad en el reclamo particular, básicamente docentes, propietarios de taxis, judiciales. Las críticas que se hacen son legítimas desde el interés particular, pero en realidad esos cambios son importantes para el interés general, para que funcione mejor el sistema, como el caso del ítem Aula. El interés general es el que desde el Gobierno debemos representar. Y eso genera conflictos.
-¿La implementación del Mendotran fue el momento más difícil de la gestión?
-Bueno, sí.… hay que dimensionar que hay 350 mil personas que toman el ómnibus todos los días, entonces no es una modificación menor. Y por eso nadie se ha metido con estas cosas, igual que con la educación. En el Mendotran el hecho de cambiar a los usuarios recorridos, paradas, horarios, precio del boleto, tiene alto impacto. Pero el balance es positivo desde todo punto de vista. El tema del costo es algo que la opinión pública con responsabilidad tiene que tratar. El boleto lo podemos hacer gratuito, pero alguien lo paga. Ha sido tan inequitativo el sistema, de hecho lo sigue siendo, que las personas que se toman cuatro ómnibus en el día indirectamente están financiando a otro que viaja una vez. El tipo que no anda en ómnibus paga impuestos para financiar ese sistema. Entonces debe tener un equilibrio entre subsidio y costo.
-Entre las reformas, le quedó pendiente la de la Constitución.
-Nuestra Constitución fue hecha por gente muy capaz y ojalá tuviéramos hoy una élite dirigente de esa estatura intelectual. Pero creo que no hay que negarse a modificarla, por vía de enmienda o reforma integral. Sí hay partes que de ninguna manera modificaría, como los dos tercios de votos legislativos para tomar deuda, una exigencia que no tienen la nacional ni las de otras provincias, y que impidió el quiebre del Estado.
No veo como una derrota no haberla modificado. Además, la mayor reforma institucional que hubo fue la limitación de las reelecciones de los intendentes.
-La deuda es la principal crítica que le hizo el PJ en la campaña y aún hoy.
-Me da mucha pena lo que dicen los dirigentes justicialistas, porque acá no es lo que digo yo o dicen ellos, sino que hay un libro de deuda de la Provincia y sólo hay que consultarlo para ver lo que está registrado. Ellos hacen una lectura errónea que es tomar el monto de la deuda y convertirla a pesos. Entonces las comparaciones siempre van a ser negativas. Por eso hay que tomar el valor en dólares y ahí, en el registro de la deuda, nosotros hoy podemos decir que tenemos menos deuda que cuando asumí. Por supuesto, computando toda la deuda “pinche” de Pérez, que no estaba registrada.
-Mencionó el contexto nacional como desfavorable. ¿Eso perjudicó el objetivo de terminar el gobierno con superávit?
-El último año sí. Estamos logrando un superávit primario sacando el pago de los intereses de la deuda.
-Pero los últimos datos públicos muestran un déficit operativo de $ 700 millones a junio.
-Puede ser, pero 700 millones en un presupuesto de 160 mil millones es casi equilibrio. Los cambios han sido tan guarangos con el dólar que era imposible preverlo.
-¿Cuáles son los mayores obstáculos que se encontró en la gestión? ¿La burocracia, las presiones empresarias, los sindicatos?
-Vuelvo a lo que dije sobre el interés particular legítimo, que es muy fuerte y está sobrerrepresentado en la correlación de fuerzas cuando un gobierno debe tomar decisiones. Creo que el obstáculo está ahí. El interés general no tiene hinchada pero tiene muchos simpatizantes. Todo el mundo en una encuesta te va a decir que está de acuerdo con tal o cual cambio, pero cuando empezamos a ver cómo lo hacemos, el interés particular legítimo que tocamos también tiene una alta adhesión.
El dolor por la muerte de sus padres
En poco menos de un año, fallecieron el padre y la madre del Gobernador y él admite que fueron golpes muy fuertes que ha vivido "con bastante tristeza".
"La muerte de mi mamá en particular fue dura porque estaba en medio de un viaje y me hubiera gustado despedirme. Los dos estaban muy orgullosos de que su hijo llegara a ser gobernador. Creo que mi papá lo disfrutó más y que mi mamá lo sufrió un poquito, como mi esposa y mis hijos. A mi papá le gustaba venir el 1 de Mayo, que le tomaran declaraciones. Que se haya muerto antes de verme entregar el gobierno también me pone triste porque a él le hubiera gustado".
"En el caso de mi mamá, creo que uno nunca está viejo para quedar huérfano de la mamá. Estoy triste desde que me enteré en Francia y, a medida que pasa el tiempo, esa tristeza crece", confesó.
“Cristina quiere ir a una cesación de pagos”
-¿Quién cree que va a gobernar en el país desde el martes?
-Las señales en estos últimos 15 o 20 días, desde el regreso de Cristina de Cuba, son muy malas para Alberto Fernández. Da la sensación de que ella está tomando las principales decisiones. Todavía le doy un changüí a él y creo que en la oposición debemos esperar para ver cuáles son las medidas que va a plantear.
-¿Cuál es su postura a priori?
-Yo voy a trabajar en una política colaborativa pero no dando tregua en cuanto a restricciones de libertades. Ése es el límite. Voy a colaborar en la generación de acuerdos para construir una economía sensata. Pero hay que ver qué hace Alberto. Si no quiere una economía sensata nos va a encontrar en la vereda de enfrente. Pero si sus medidas van orientadas a una economía sensata, creo que Cambiemos tiene que apoyarlo.
-¿Qué no sería sensato?
-Algunas decisiones son inminentes. Creo que Argentina no debe entrar en cesación de pagos, sería tremendamente negativo. Y la tendencia de Cristina, no lo sé de Alberto, es ir a una cesación de pagos, hacer caja, aumentar el consumo con más emisión y mostrar un cambio: que se llenó la heladera, que se prendió la economía, a tono con la campaña.
Pero esto es esconder la basura debajo de la alfombra. Si no se atienden correctamente los compromisos internacionales vamos a caer en una bancarrota que va a costar muy caro a los argentinos.
-Tiene una visión bastante pesimista...
-Por eso lo ato a quién tendrá más peso en las decisiones. Creo que hay que buscar que la Argentina tenga una reestructuración de su deuda, es útil, y nosotros debemos aportar ideas. Pero el camino más corto para el peronismo es ir a una cesación de pagos. No va a faltar el estúpido que diga que los que pensamos esto estamos defendiendo al FMI, pero a esta altura no me importan mucho esas opiniones.
-A Macri ¿cuánto hilo le queda en el carretel para seguir presentándose como líder de la oposición?
-Tengo respeto por él, pero creo que viene una etapa de liderazgos compartidos y consensuados en la oposición. En nuestro espacio no sobra nadie, no hay que echar a nadie, porque la prioridad es mantenernos unidos.
-¿Cree que si Macri hubiera sido reelecto hoy estaríamos viviendo lo mismo que en Chile?
-Es probable. Hay una insatisfacción popular evidente que está contenida por la esperanza de un nuevo gobierno. Pero también creo, como balance positivo de este proceso, que quedó demostrado que puede haber un gobierno no peronista y es un avance democrático importante. Se pone fin a esa extorsión de los dirigentes justicialistas de que sólo ellos pueden gobernar el país. También se cayó el mito del peronismo invencible que maneja la calle, que le hace tanto daño a la democracia. Hoy el peronismo no maneja la calle.