-Alfredo, ¿qué hizo el sábado por la tarde?
-Me vino a visitar mi señora y a la hora del partido (Los Andes y Crucero) estábamos en la montaña. Preferí aislarme un poco y esperar el resultado. Apenas terminó me llamaron mis hijos para darme la noticia que nos puso muy felices a todos porque fue un año muy duro para el club. Los futbolistas son los verdaderos héroes de todo esto.
-¿Es consciente de que hizo callar muchas voces?
-Sí, eso sucede. Es real que no venía trabajando porque no me gustaban las propuestas que tenía hasta que salió esto de Mendoza. Es una ciudad que conocía bien porque venía seguido y porque tengo amigos de toda la vida que me hablaban muy bien de este club. Algunos de ellos, como Jorge Priotti, me contaban de su gente y su idiosincrasia.
-Cuando llegó a Independiente estaba penúltimo en los promedios, a 8 puntos de Douglas y a doce de All Boys. ¿No dudó en agarrar una braza tan caliente?
-No porque me gustó el desafío, era una apuesta importante y antes de venir, en mi casa, me tomé el tiempo necesario para ver el plantel que tenía y las opciones que había en juveniles. Y bueno, pensé que lo podíamos revertir.
-¿Lo seguía?
-En realidad sigo todo el fútbol. Si bien a los clubes del interior los televisan menos, ahora con esta nueva modalidad que se puede ver todo por Internet, se hace mucho más globalizado y uno siempre está pendiente. Y como te digo, a este club siempre lo tenía presente por amigos que me iban contando sus vivencias.
-¿Se encontró con lo que le habían contado sus amigos o superó las expectativas?
-Me encontré con un club que tiene un estadio enclavado en el centro de una ciudad hermosa, la gente me trató muy bien desde el primer día y estoy muy feliz porque se ha logrado algo que era muy difícil, pero también soy consciente de que los verdaderos protagonistas de todo esto son los futbolistas, ellos son los que intervinieron dentro del campo y los que lograron terminar una fecha antes del final con el tema del descenso.
La historia para Alfredo Jesús Berti al mando de Independiente no había empezado bien. Tres empates (Santamarina, Juventud Unida de Gualeguaychú y Los Andes -agónico 2-2 después de estar 0-2 abajo) y una dura derrota (0-3)ante Flandria habían erosionado el talante de un hincha de Independiente que comenzaba a resignarse con un destino final llamado Federal A. Si la reacción ante el Milrayitas había sido una señal positiva, el primer triunfo del año ante el Lobo jujeño fue el punto de inflexión. El equipo encontró una idea de juego y no paró de sumar hasta que se leyó la sentencia favorable.
-¿En qué momento sintió que el plantel le encontraba la vuelta a su mensaje y a su forma de trabajar?
-Creo que nunca es bueno tomar un proceso comenzado. Lo preferible siempre es tomar un equipo en pretemporada porque uno tiene un mes de preparación, que es el período donde el entrenador y los futbolistas se empiezan a conocer. Y creo que esto fue lo que sucedió acá. El primer mes fue tratar de conocernos rápido con las urgencias que había y creo que los primeros partidos nos costó por un tema de cambio de hábitos, de entrenamiento y de empezar a interactuar con el futbolista.
-¿Y cuándo se empezó a sentir reconocido por el hincha de Independiente?
-Desde el partido con Gimnasia de Jujuy la gente se dio cuenta de que los futbolistas estaban dando todo. El hincha fue fundamental en ese sentido; copó siempre la cancha y fue positivo, sumó, alentó y siempre estuvo del lado de los futbolistas. Fue fundamental.
-¿Por qué le dicen Loco?
-Fue en mi época de jugador. Cuando hay determinados rasgos, a las personas lo rotulan de esa manera. Pero no me considero ningún loco; creo que soy una persona normal que trata de que todo sea controlado para tratar de bajar el nivel de error. Imagino que será por eso, aunque no creo que en mi carrera deportiva haya hecho algo como para que me coloquen ese rótulo. Son apodos que coloca el periodismo y después se van tomando.
-¿Cuántas horas del día le dedica a su profesión?
-Le dedico las horas necesarias para el armado de la semana, estudiar al rival y todo lo que concierne para llegar de la mejor manera a un partido. Uno trata de no dejar nada librado al azar y eso es algo que lleva mucho tiempo.
-Llega a su casa después del entrenamiento. ¿Se pone a analizar videos de rivales o le dedica también algo de tiempo a la familia?
-Acá en Mendoza estuve mayormente solo, mi familia se quedó en Santa Fe. Es llegar al lugar donde estoy viviendo y armar el partido que viene, que es el seguimiento del equipo rival y hay que verlo porque cuantos más partidos uno ve del adversario más se acerca a la cabeza del entrenador que lo dirige. Si uno ve seis, siete u ocho partidos del equipo rival llega un momento en el que se vuelve entrenador de ese equipo y empieza a ver que las decisiones que va tomando son las que uno imagina que pueden llegar darse. Y para eso hay que ver muchos partidos.
-¿Cuál fue el mejor entrenador que tuvo en su carrera como jugador?
-He tenido la suerte de ser dirigido muy buenos entrenadores. Tuve a Marcelo Bielsa (en Atlas y en Newell’s) y en Boca tuve cuatro años a Carlos Bianchi. Después tuve técnicos como Diego Umaña, en América de Cali y Mario Sanabria, también en Newell’s. Bielsa y Bianchi son dos escuelas totalmente diferentes de las que uno se alimenta constantemente.
-¿Para los entrenadores que han sido dirigidos por Marcelo Bielsa es inevitable tratar de imitarlo?
-Creo que no pasa por el hecho de tratar de imitarlo a él sino en cómo le sale a uno. De futbolista era igual, trataba de maximizar los cuidados y de tratar de mirar al rival, con quién me tenía que enfrentar y a quién tenía que marcar. Con la idea de minimizar el margen de error, toda mi vida me he manejado de la misma manera. Las imitaciones no son buenas, a Marcelo lo aprecio mucho como persona y si hay algo que no quiero es imitarlo porque es un entrenador inigualable.
-La pregunta iba referida al método de trabajo...
-Los entrenadores copiamos de todos los entrenadores, pero siempre digo que lo bueno de la copia es hacerlo sobre algo de lo que el cuerpo te pida. Vos podés estar viendo una secuencia de algo y decir: ‘este ejercicio es el que yo siempre tuve en la cabeza pero nunca lo podía organizar’. Entonces uno lo toma y lo hace propio.
-¿Por qué salen tan buenos técnicos de Newell's?
-Si bien ahora el club está pasando por una etapa difícil, Newell’s tenía un gran maestro en la época en la que nosotros éramos jóvenes como Jorge Griffa, que era el coordinador. Él estuvo 30 o 40 años en el club y marcó la historia del club. Griffa es Newell’s. Y de ahí para abajo hubo grandes entrenadores que surgieron de divisiones inferiores. Al tenerlo a Marcelo (Bielsa) un par de años hay una generación que quedó marcada porque nos hemos dado cuenta rápido que era un entrenador especial y que iba a ser uno de los mejores del mundo. Y de hecho, hoy lo es.
-A Lucas Bernardi usted lo tuvo como jugador en Newell's Old Boys. ¿Tuvo la oportunidad de cruzarse y hablar con él o con Jorge Priotti mientras dirigieron en Godoy Cruz?
-No, no hablé con ninguno de los dos porque estábamos los dos metidos. Lucas (Bernardi) me mandó un saludo ayer -por el domingo- para felicitarme, pero con la vorágine de los trabajos no hubo tiempo para encontrarse.
-¿Lo sorprendió su salida?
-Sí, a los entrenadores nos sorprende siempre cuando nos toca salir así. Él estaba haciendo un buen trabajo. A mí me pasó algo parecido en Aldosivi; había armado un equipo entero y me tuve que ir a pesar de que sacamos el 50 por ciento de los puntos. Son cosas que a veces no se entienden.
-¿Su intención es seguir entrenando en esta categoría o volver a dirigir en Primera División?
-Mi intención ahora es terminar este torneo, tratar de sumar estos tres puntos que vienen que van a ser muy importantes para el futuro del club y, hoy por hoy, mi cabeza está enfocada nada más que en eso. No estoy analizando ningún otro tipo de situaciones.
-¿Usted se maneja con representante?
-No, para nada. Me manejo solo. Tengo representantes amigos en el fútbol, pero siempre traté de hablar directamente con la parte involucrada.
-Se especula con que no continuaría en el Azul.
-Lo que digo es lo que hablamos. En un primer momento el vínculo era por estos tres meses porque cuando yo vine no se sabía si el equipo descendía o no. Entonces, de común acuerdo se decidió avanzar estos tres meses, darle con todo hasta el final de este torneo y después empezar a hablar de nuevo porque no hay margen para futurología.
-Ofertas seguramente no le deben faltar, pero ¿en qué condiciones está Independiente, tiene la prioridad, le gustaría quedarse?
-Independiente es el club que me trajo, que me dio trabajo y tengo una buena relación con los dirigentes. Pero no quiero avanzar en el tema porque hay que esperar a que termine el torneo y después empezar a ver qué pasa.
-Luego del partido con Chicago, cuando el equipo todavía estaba en descenso, Agustín Vila declaró que deseaba que usted se quedara por mucho tiempo en Independiente. ¿Qué le produce?
-Las palabras de Agustín (Vila) para conmigo siempre fueron muy agradable. Uno también tiene presente que en este medio hay de todo y él ha sido una persona muy educada y respetuosa desde el primer día de trabajo.
-Cuando usted llegó no le tembló el pulso para sacar del equipo titular a futbolistas de trayectoria y peso en el plantel como Dolci, Encina y Curuchet. ¿El tiempo le dio la razón?
-No, al contrario. En una charla con ellos esta mañana (por ayer) les dije que estoy muy agradecido a todo el grupo porque absolutamente todos se han comportado como buenos profesionales y como hombres, algo que involucra a los que jugaron y a los que no jugaron. Ellos no tuvieron la suerte de estar en el campo, pero han tenido la hombría de bien de entrenar de muy buena forma y de ser siempre positivos para el grupo. Y eso se valora mucho.
Alfredo Jesús Berti, ni más ni menos que el salvador de Independiente Rivadavia.
Una familia marcada por el deporte
Alfredo Jesús Berti tiene a toda su familia en la localidad santafesina de Empalme Villa Constitución. El club de sus amores y donde él se crió forjando su sueño de futbolista profesional es Atlético Empalme, de donde surgieron figuras como Abel Balbo, Sergio Berti (“somos parientes lejanos”, dice), Ariel Graziani y Gustavo Raggio.
Casi como un guiño del destino, sus cuatro hijos son deportistas y se desempeñan en el Verde. Ulises (23), el mayor de los varones, heredó el puesto de su padre -volante central-, mientras que Ángelo (19 años) es volante ofensivo. Las chicas, Apolonia (15) juega al tenis y Julia (12) practica hockey sobre césped.
Ficha personal
Fecha de nacimiento: 05/10/1971.
Lugar: Empalme Villa Constitución, Santa Fe.
Trayectoria como jugador: Newell's (1192-95), Atlas de Guadalajara (1995), América de Cali (1996), Boca Juniors (1997-2000).
Trayectoria como entrenador: Newell's Old Boys (2013-2014); Aldosivi (2014) e Independiente Rivadavia (2017).
Estado civil: Casado con Paulina, 4 hijos (Ulises, Ángelo, Apolonia y Julia).