Resulta un conocimiento popular que muchos argentinos recurren a las pastillas para seguir adelante en situaciones adversas. El crecimiento y popularidad de su uso se deben a una cultura vertiginosa que exige no detenerse y resta importancia a los procesos emocionales y a la capacidad de las personas de tratar con ellos. Hoy en día se encuentra "socialmente aceptado" tomar psicofármacos.
Esto resulta alarmante cuando se revisan los números dados a conocer por la Confederación Farmacéutica Argentina a diario La Nación, que afirma que el consumo de clonazepam (principal activo del Rivotril) ha crecido en un 105 por ciento, y por su parte el Colegio Farmacéutico Argentino (CFA) anuncia que el consumo de psicofármacos en general ha crecido en un 75 por ciento. Un agravante a esto es que para muchos jóvenes (y algunos adultos) es una moda consumirlos con alcohol, lo cual potencia los efectos secundarios de la droga.
Este medicamento psiquiátrico al ser consumido de manera autónoma sin la guía de un psiquiatra responsable puede generar adicción en quién lo consume y posee una larga lista de efectos secundarios entre los que se destacan:
- Somnolencia
- Dificultades para pensar y alucinaciones
- Pérdida de memoria
- Inestabilidad y mareos
- Dolores musculares y articulares
- Problemas visuales o a nivel facial
- Problemas respiratorios
- Reducción del deseo o desempeño sexual
- Pérdida del sentido de riesgo o peligro
Por esto los responsables recomiendan no automedicarse, evitar el uso de psicofármacos si es posible y consultar a un profesional responsable de considerarlo necesario para poner en marcha un plan responsable del uso de la droga. Si se sospecha de estar frente a un caso de adicción se puede llamar a la SEDRONAR al 141 desde cualquier lugar del país para recibir orientación profesional.
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