Se acercan los días más largos, el calor aumenta paulatinamente, vestimos más livianos y, en el campo y la ciudad, las plantas florecen. A esta lista le falta algo, ¿verdad? ¡Sí! Las alergias.
Durante esta transición –de invierno a primavera- se producen cuadros alérgicos que afectan al 30% de la población. Se estima que el polen es uno de los responsables, provocando asma, secreción acuosa por la nariz, oídos tapados, comezón en los ojos, mal descanso nocturno, dolores musculares y cansancio.
Si bien quedan días por tachar en el calendario, se perciben en la atmósfera granos de polen de distintas especies vegetales que se propagan a través del aire por medio del viento, afectando a tres de cada diez personas.
La alergia es una condición genética por la cual el sistema inmune reacciona de manera desproporcionada y descontrolada ante la exposición a alérgenos, elementos de la naturaleza con los que estamos en contacto habitualmente. Se presenta con frecuencia problemas respiratorios como rinitis y asma, por lo que es importante anticiparse tomando medidas concretas. Así como también, visitar a un profesional para que nos aconseje cómo superar cualquier síntoma.
Si bien el facultativo puede brindarnos la información necesaria; la prevención es un elemento clave. Lo principal es conocer cuál es la especie vegetal que provoca estas molestias para después, seguir el tratamiento adecuado y evitar que se repita año a año.
Lo que tenemos que lograr es reducir la exposición a los granos de polen para lograr un mejor control del malestar, pero, sobre todo, evitar automedicarse.
La alergia es una condición genética por la cual el sistema inmune reacciona de manera desproporcionada y descontrolada ante la exposición a alérgenos, elementos de la naturaleza con los que estamos en contacto habitualmente.
Reducir el contacto con la naturaleza por unos días. Es mejor resguardarse y esperar que pase este periodo de floración o, al menos, reducir el contacto con espacio que pudiesen afectarnos. Si la alergia se produce por contacto, es mejor delegar tareas, como el cuidado del jardín. También, tener en cuenta que los días de sol y viento son muy agresivos, ya que la humedad es baja en el aire y esto favorece la dispersión del polen.
Si bien nos dicen que la ventilación de los espacios es importante, en estos casos es mejor evitarlo, especialmente en las horas de sol. Se recomienda hacerlo al atardecer. Un consejo es humedecer la habitación con un spray antes de ir a dormir, para hacer que el polen se precipite.
Otra buena idea es aspirar alfombras y cada rincón del hogar. Así como también, sacudir cortinas y otros materiales que retengan polvo y lavarlos con frecuencia. No olvidés revisar la habitación de tus hijos y hacer lo mismo con peluches y mantas. Pero, luego de lavar, procurá llevar todo a la secadora o colocarlo en un tendedero dentro de casa, ¡nunca en el patio! Ya que sería como un caballo de Troya, llevando todos los agentes tóxicos al corazón del hogar.
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