Se estima que entre 2 y 7 por ciento de los niños padece alergia a la proteína de la leche, también conocida como APLV. Se trata de un tema del que cada vez se ocupan más las asociaciones científicas, dado que se observa un marcado aumento en la cantidad de casos, fundamentalmente en la última década.
"Todas las alergias están aumentando en el mundo entero, también las alimentarias", destacó la gastroenteróloga pediatra Marina Orsi, titular de la Sociedad Latinoamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición. Esta patología se presenta en niños muy pequeños, especialmente menores de un año. Esto porque ante la ingesta de proteínas de la leche o cualquiera de sus derivados el organismo reacciona de manera exagerada, manifestándose diferentes síntomas. En algunos casos la reacción es inmediata y se expresa en la piel con ronchas, generalmente en el rostro y a través de la boca. Esto puede ir acompañado de dificultades para respirar y se trata de los casos que revisten mayor riesgo. Sin embargo, en ocasiones las consecuencias se perciben hasta dos semanas después de la ingesta.
Orsi, que llegó a la provincia para disertar en un encuentro latinoamericano sobre nutrición (ver aparte), explicó que los síntomas a largo plazo son vómitos, diarreas -generalmente con sangre-, cólicos e irritabilidad. "Pero éstos no son excluyentes de la alergia, son inespecíficos y no son extraños en niños pequeños, lo cual hace complicado el diagnóstico que muchas veces llega tarde", agregó.
Aunque para los médicos es un desafío especificarlo, habitualmente se presenta entre los 6 meses y el año de vida, cuando el niño abandona la lactancia materna exclusiva. Y según la especialista, suele superarse en torno al año y entre 80 y 90 por ciento ya se ha recuperado antes de los tres. De todas formas, una pequeña proporción no supera la problemática y deberá lidiar con ella de por vida.
Quienes no reciben un tratamiento oportuno sufrirán deterioro orgánico, alteraciones en el crecimiento, anemia y dificultades en la absorción de las proteínas.
Las causas
El aumento de las alergias guarda relación con lo que se conoce como Teoría de la Higiene. A medida que se tiene mayor control sobre ella y se vive en ambientes más estériles, el cuerpo pierde inmunidad y aunque han bajado las infecciones por el uso de antibióticos, van en aumento las reacciones alérgicas.
Justamente el abuso de este tipo de medicamentos está en el ojo de la tormenta. "El ser humano tiene barreras de protección naturales que han sido modificadas", dijo Orsi, quien además mencionó el incremento de las cesáreas como perjudicial: "El canal de parto y la lactancia promueven la protección del niño". Es que el primero "no es estéril, allí se da una especie de inoculación de gérmenes mientras que el calostro (primer líquido secretado por las glándulas mamarias luego del parto) tiene muchas inmunoglobulinas y genera una microflora intestinal protectora".
También hay que tener en cuenta que esta patología tiene una alta carga genética, por lo tanto si uno o ambos padres padece algún tipo de alergia el niño tendrá mayor predisposición.
El diagnóstico es clínico, no hay estudios que puedan identificar esta alergia por lo cual debe hacerse "por descarte", es decir que hay que determinar que no se trate de otra enfermedad. Para hacerlo, deben seguirse algunos pasos que tienen como eje fundamental una dieta restrictiva durante la cual no debe consumirse nada que contenga proteínas de leche de vaca. Este procedimiento se hace durante dos semanas, luego de lo cual se vuelve a intentar el consumo de lácteos para ver si se repite la reacción y así confirmar el diagnóstico
. Si así fuera la dieta deberá continuar y durante ese lapso se indicará una leche hidrolizada que tiene las partículas de las proteínas muy pequeñas y por ello con menos dificultades de asimilación. A los cuatro o seis meses se vuelve a intentar y así sucesivamente hasta haber superado el rechazo.
Cómo prevenirla
A la comunidad científica también le preocupa el sobrediagnóstico, ya que muchas veces se la confunde con la intolerancia a la lactosa. Al respecto, Orsi dijo que "se presenta siempre en niños pequeños, no es probable que ocurra en adultos", sin embargo "sí ocurre que con los años la gente desarrolle intolerancia".
Aunque no hay prevención posible, la doctora recomendó evitar el abuso de antibióticos y antiácidos, optar por el parto normal y la lactancia materna -de ser posible- y que tanto padres como médicos sean responsables en concretar una dieta verdaderamente restrictiva, algo que la especialista reconoce no es tarea fácil teniendo en cuenta que la oferta de productos para niños incluye en muchos casos la leche encubierta.