Angela Merkel volvió a ganar en Alemania, pero en una elección parlamentaria que dejó un fuerte llamado de atención, ya que por primera vez en más de 50 años un partido ultraderechista volverá a sentarse en las bancas del Parlamento.
El hecho fue calificado como un verdadero "terremoto político", esencialmente porque se convirtió en la tercera fuerza electoral con alrededor del 13 por ciento de los votos y no tardaron en surgir los llamados de advertencia, como el del vicejefe de Gobierno alemán, quien señaló que le daba "miedo la idea de que, cuando regrese a la Cámara de Diputados, por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, un nazi hablará ante un micrófono en el Parlamento".
Hasta el momento en los distintos comicios que se desarrollaron en los principales países europeos se ha mantenido la tendencia hacia la continuidad de gobiernos conservadores (pasó en Francia y se ratificó ahora en Alemania), pero para los analistas el resurgimiento del nazismo constituye un hecho preocupante.
Debemos comenzar indicando que, aun a pesar del desgaste que significan 12 años al frente de la primera economía europea, Merkel logró mantener el liderazgo político, ganando las elecciones por una holgada mayoría.
La socialdemocracia fue la que sufrió una derrota histórica al lograr sólo el 20 por ciento de los sufragios, aunque se trata de una situación que le permitirá alcanzar una coalición con el gobierno.
El tercer partido más votado, alcanzando más de 90 bancas, es Alternativa por Alemania, que llegó con un discurso xenófobo y contrario al euro, lo que le permitirá marcar parte de la agenda política y el debate nacional.
Afortunadamente para Merkel, para Alemania y hasta para Europa, un día después de las elecciones el partido de ultraderecha mostró una profunda grieta al anunciar la copresidenta del partido, Frauke Petry, que había decidido no ocupar su escaño en el grupo parlamentario. La dirigente hizo el anuncio y se retiró de la conferencia de prensa, sin precisar si será la única en renunciar o si se llevará con ella a parte de los 90 parlamentarios. Cabría señalar en este aspecto que las diferencias no son nuevas sino que se habían planteado en medio de la campaña cuando el otro copresidente del partido, Alexander Gauland, aseguró que los alemanes "tenían derecho a estar orgullosos de la actuación de los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial".
Angela Merkel no es ninguna improvisada en la actividad política y con toda seguridad sabrá alcanzar los acuerdos legislativos con las restantes fuerzas políticas como para limar el poder a las intenciones de la ultraderecha.
Los analistas internacionales han preferido priorizar el lado positivo de los resultados de la elección, al indicar que "buena parte de los alemanes ha votado por el continuismo", agregando que la actual canciller representa para muchos la estabilidad en un mundo convulsionado.
"Es también la artífice de un período económico que, a pesar de los estragos proyectados desde el exterior, ha reportado altas cotas de bienestar a millones de ciudadanos en Alemania", aseguran.
Se indica además que los partidos "de izquierda" y los "liberales" han obtenido porcentajes de votos que les permiten alcanzar escaños legislativos, por lo que no se advierte mayor peligro en lo que a actividad legislativa se refiere.
Pero lo cierto y lo concreto es que la ultraderecha nacionalista ha resurgido, con un escaso 13 por ciento, pero que genera una advertencia por el peligro que constituyen los nacionalismos a ultranza que tanto mal han hecho en el pasado.
A esto se suman algunos movimientos separatistas en otros países que están afectando a una Europa políticamente alterada.
Queda en claro también que fanatismo y política no se complementan sino que se contraponen.