Teclea en su sillón, junto a una vieja bandeja de discos, un piano, un bajo eléctrico, una guitarra y una biblioteca repleta de libros sobre tango, sobre rock, sobre historia de la Edad Media, novelas que van desde el último libro de Gonzalo Garcés a Saccomanno, de Borges a Paul Auster, de Gardel y Corsini a una biografía de Nick Cave.
En su búnker literario y musical, Alejandro Guyot escribe sobre su nuevo material discográfico, “Música de patios”, con la lírica en la punta de los dedos.
-Cuál es el concepto de "Música de patios"? ¿Intimismo a la sombra, material hecho en casa?
-El nombre del álbum "Música de patios" tiene que ver, por un lado, con el lugar físico que sirvió como escenario de un montón de historias narradas en muchísimos tangos del siglo XX, con la atmósfera particular que se puede respirar a lo largo de todo el disco, pero también hace alusión al placer mismo de compartir música con amigos en la intimidad de un patio.
“Música...”es un disco intimista, con tangos interpretados desde el encuentro de una voz profunda y expresiva y una exquisita guitarra. En este álbum conviven personalísimas versiones de tangos clásicos y algunas "perlas" del cancionero tanguero del siglo XX rescatadas del olvido por la voz Alejandro y la guitarra de Darío Barozzi.
Fan de la historia del género, investigador compulsivo, Guyot remarca que “el tango nació en los patios de los conventillos de Buenos Aires en los que se encontraban los inmigrantes recién llegados a la ciudad, musicantes de distintas regiones del mundo que se juntaban justamente para animar alguna reunión improvisada o algún festejo popular.
De toda esa mezcla riquísima, de ese crisol de idiomas de músicas y de razas surge una música irrepetible, esa mezcla milagrosa que terminó deviniendo en lo que denominamos con la palabra ‘tango’”.
-¿Y en qué patio se formó la dupla Guyot/Barozzi?
-Con Darío Barozzi nos conocimos en una especie de "patio", en realidad en una terraza comiendo un asado en la casa de uno de los músicos de 34 Puñaladas. Enseguida nos pusimos a "parrillear" algunos tangos bajo la luz de la luna. Ese fue el primer encuentro que tuvimos.
Después de esto nos empezamos a invitar mutuamente a comer pastas, asados, a conversar, a matear, y en algún momento él desenfundaba la guitarra y nos poníamos a improvisar versiones de los tangos que más nos gustaban.
‘Che, te sabés "Mi Luna"?’ ‘¡Uh! ¡Qué tangazo! A ver, ¿cómo era?’ Y lo que salía de esas zarpadas nos asombró tanto a nosotros mismos que un día dijimos: ‘tenemos que hacer exactamente esto mismo pero en un estudio de grabación, con mate, con una copa de vino o con un fernet; nos sentamos, ponemos REC y a ver qué sale’.
Entonces sin darle demasiadas vueltas a la cuestión, buscamos un estudio cómodo, sacamos turno, fuimos y pusimos REC nomás”.
La pasión los fue llevando a componer un repertorio de antojos, que incluyó “Bandoneón arrabalero” o “Invocación al tango”, antes oído en la voz de Corsini en un casete de 90 regalado por Ignacio Varchausky, el contrabajista de la Orquesta el Arranque.
La mezcla milagrosa se dio esta vez revolviendo partituras en un puesto de la feria del Parque Los Andes, donde Guyot halló un verdadero "incunable", una milonga llamada "Arrabal" con música de Félix Lipesker y letra de Manzi.
“Al leer la letra me di cuenta de que uno de los versos decía ‘Arrabales porteños, en tus patios abiertos, las estrellas se asoman y te bañan de silencio...’ Ahí terminé de caer que nos venía como anillo al dedo, ya que nosotros estábamos haciendo una música de patios, una música nacida desde el manso encuentro en la penumbra de un espacio veraniego similar a los de antaño”.
Esa atmósfera, inevitablemente, recuerda al Borges de “Evaristo Carriego”. Y entonces Guyot confiesa que también se topó con un verso de Borges ("El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa..") que duplicó la inspiración: “pues el universo mismo es el que se derrama en la casa a través del patio”.
-¿Cuál es la ruta de tu propia poesía tanguera?
-Como músico del siglo XXI creo que los tangueros de hoy también estamos atravesados por un montón de músicas, de culturas que se yuxtaponen y que terminan formando un collage, una superposición de imágenes poéticas y sonidos de los que el artista sin dudas debe poder adueñarse y resignificar.
Así como en su momento la manera de cantar de Gardel guardaba algún tipo de relación con la ‘chanson francaise’, con las zarzuelas, con las canzonettas napolitanas y hasta con ciertos aspectos del canto lírico, pero también con el canto de los payadores que interpretaban milongas camperas, zambas y tonadas, creo que hoy por hoy negar la influencia de una cantidad de distintas músicas que confluyen en los reductos en los que hoy tocamos sería pretender armar una ficción, poner al tango dentro de una vitrina de museo, petrificarlo. Pretender anquilosarlo es matarlo.
Sus influencias, claro, abren un arco de músicos y letristas de corazones y gargantas ardientes. En la lista entran Gardel, Corsini, Le Pera, Castillo, Discépolo, Goyeneche, FIorentino, El Tata Cedrón, Floreal Ruiz, Charly García Indio Solari, Tom Waits, Nick Cave, Leonard Cohen.
Y sigue: “También el grupazo Acorazado Potemkin, o mis admiradas amigos de Altertango, Astillero, la Fernández Fierro, Acho Estol, El Tape Rubín, mis propios compañeros de 34 Puñaladas... Creo que dentro de la nueva escena tanguera hay algo de retroalimentación, lo cual me parece buenísimo, porque de algún modo se va creando una suerte de clima de época en el que ya comienzan a aparecer voces poéticas y musicales identitarias...”
-¿Qué es lo que te fascina del tango? ¿Dónde te dio la puñalada?
-Uno de los aspectos que más me fascina del tango es esa posibilidad que te da de contar una historia de vida en tres minutos de música. El tango tiene la capacidad de emocionarte en tan sólo los dos minutos y medio que dura una canción. Es certero, va al grano, directo al corazón. Si la canción está bien escrita es imposible quedar ileso.
Los tangos de Manzi, los de Discépolo, ¡ni hablar!, pero si te ponés a escuchar tangos como ‘La última esquina’ de Victoria DI Raimondo o ‘Conspiración’ de Elbi Olalla, interpretados por Altertango, te parten el alma. La escucha de un buen tango te puede transformar tu visión del mundo para siempre, contienen verdades universales.
¿No viste que a veces en algún bar siempre hay un tipo que para cada situación de la vida te tira la frase de un tango...? No hay con qué darle a eso... El tango no es solo una música, es una cultura, es una manera de vivir y de filosofar...
-¿Es posible escapar de las influencias?
-Creo que en realidad lo más importante y lo más valioso es ser genuino, sincero con uno mismo, no tratar de seguir tal o cual formula sino que la mano se mueva sola, que escriba lo que te dicta el corazón y no la cabeza, un jirón de frase, una melodía, después hay tiempo para refinar, pero primero que salga el monstruo indómito de la poesía, después ves qué tratamiento le das.
-Cómo ves, hoy en perspectiva, a esta generación que renovó el género y que te tiene como uno de sus mayores representantes?
-Creo que si hay una virtud en esta generación es que pudo apropiarse de una riquísima tradición poética, musical y cultural, para poder expresar sus propias inquietudes estéticas.
Para esto, tenés que hacer un doble movimiento: primero el de acercarte a la tradición, para conocer los elementos técnicos y estilísticos que hacen y conforman a un género centenario, pero siempre en continua evolución como es un género de música popular; pero también por otro lado tenés que atreverte a traicionar la tradición, a contravenir.
Si no lo hacés, estás copiando y pegando, no estás componiendo, estás haciendo lo que dice el compositor Ricardo Capellano, “una mera reproducción de lenguaje”, y eso no tiene sentido.
El tango nació del hibridaje. Creo que nuestra generación logró volver a abrir espacios posibles para el tango, escenarios, logró que nuevamente se difundiera una música que parecía casi erradicada de la escena musical argentina. Y creo que también estamos encontrando una voz poético musical que nos identifica.
La ficha
Tango en Vendimia
Hoy, desde las 20.
En: Espacio Julio Le Parc
Entrada general: 10 pesos.
"Música de patios", tangos con Alejandro Guyot y Darío Barozzi.
Mañana, a las 22
En: Los Dos Amigos (Ituzaingó y Santa Fe).