El capítulo Seguridad y Justicia del ciclo Encuentros de Los Andes llega a su fin con la palabra del procurador general de la Corte Alejandro Gullé.
Con más de 38 años de experiencia en el Poder Judicial, ha pasado por varias responsabilidades: relator, juez de instrucción, camarista del crimen y ahora es el jefe de los fiscales.
Como con los otros entrevistados, se retoman varios de los temas tocados en las charlas previas, en un diálogo que delinea un escenario y algunas ideas provocativas. La formación y evaluación de desempeño de los magistrados, las nuevas formas de los procesos penales y la tecnología en la investigación y la prevención del delito han sido los tópicos que se reiteraron antes y ahora; con Gullé vuelven a aparecer.
“No hay una escuela de investigación. Los fiscales se hacen a pulmón, se capacitan con cursos sobre técnicas de investigación forense. Es lo más cerca que estamos de métodos investigativos. ¿Qué es lo que no tenemos ni nosotros ni ningún fiscal del país? Técnicas de investigación policial, clasificación de datos”, dice el procurador.
-¿Quiénes saben de eso?
-Quienes manejan esto bien son los organismos de inteligencia en seguridad. Sería bueno tener una guía, una entrevista, sobre todo sobre clasificación de datos. Porque el fiscal dirige la investigación, pero con la colaboración de la Policía y las unidades investigativas. Los que investigan en el campo son ellos. El año que viene entro en contacto para tratar de hacer una capacitación en esta temática.
-Aparece reiterado el hecho de que el examen del Consejo de la Magistratura es estrictamente de conocimientos en derecho penal y nada más. ¿Alcanza con los centros de capacitación que hay en el Poder Judicial para suplir esa falencia?
-Hacemos lo que podemos. Lo más cercano que tenemos para preparar y ponernos a tono son los centros de capacitación que tenemos tanto en la Corte como en el Ministerio Público. Lo ideal es una evaluación continua, que el aspirante tenga una escuela, porque llegan tras un examen solos al frente de batalla, sin protocolo claro, sin experiencia de campo. Se hacen a pulmón, esto es real.
-Otro tema que apareció en la sucesión de charlas es la evaluación de desempeño como un criterio objetivo que permite asegurar que un magistrado es un chanta.
-Exactamente. Eso podría estar a cargo de un organismo técnico del Consejo de la Magistratura para hacer evaluación de desempeño. Además, estaría bueno que el ingreso incluya una evaluación de desempeño de campo. Las primeras veces que va un ayudante fiscal a un crimen tiene menos calle que Venecia...
-Hace unos meses tuvo un cruce con la Justicia de Garantías. ¿Está mejor la relación?
-Está mejor. Queda un solo juez que sigue pensando que los fiscales no tienen facultades para detener por más de 24 horas. Es una temática que ha sido resuelta por las cámaras hace años. La Constitución dice que quien coloca en prisión es el juez; se refería al juez de instrucción, quien hacía lo que ahora hacen los fiscales. Córdoba lo solucionó modificando la Constitución.
-Volvemos al inicio: la tarea del fiscal requiere de buena recolección de prueba...
-Se hace lo que se puede. Estamos tratando de mejorar en la recolección de pruebas. Nos estamos modernizando en tecnología. El Ejecutivo nos está ayudando con la compra de aparatos de última generación. Nos acaban de acreditar el laboratorio de genética como uno de los mejores del país.
Estamos a la espera del software, el Codis, que es el que permite la comparación.
-El del FBI que todavía no llega...
-Hay mucho trámite burocrático en esto. El miércoles firmo convenio con el Ministerio de Ciencia y Técnica para aplicar un sistema que funciona en dos provincias, el GENis; no tiene la experiencia de campo que tiene el Codis, que está en todo el mundo, probado; el GENis es un producto nacional, hecho a pulmón, pero no impide que después agreguemos el otro. Para nosotros es vital tener un software de comparación.
-¿Se cansó de esperar?
-Sí. me cansé.
-Lo que se viene...
-Lo que se viene para el año próximo es que desaparecen los fiscales de cámara, pasan a ser fiscales en jefe y cada uno va a tener a su cargo una unidad fiscal especializada y va a colaborar en la investigación, discutir protocolos de trabajo. Quienes van a llevar a debate las causas serán los fiscales de instrucción. Cada uno se hará responsable de su investigación.
-Van a ser superfiscales...
-No. Antes que cantidad, prefiero calidad. No me sirve que eleven 100 causas a juicio oral y que 80 salgan absueltas por la duda. En la medida que cada fiscal se haga responsable de su propia investigación, van a ajustar la calidad de la investigación y de la prueba para obtener una condena. El proceso penal se estructura sobre distintos niveles de convicción. Para someter a una persona a prisión preventiva, basta la probabilidad. Después, en el juicio oral, para que haya una condena hace falta certeza absoluta.
-¿Cuál sería un porcentaje de condenas de éxito?
-Depende. En Estados Unidos la carrera del fiscal es política, no elevan a juicio una causa si no tienen un 80% de probabilidad de condena. En Neuquén hacen un descarte de casi el 70% de las causas que ingresan porque no son relevantes. Si la víctima tiene interés en que se continúe la investigación, que se constituya en querellante. Ellos se ocupan de las importantes y lo mínimo posible es lo que va a juicio. Lo mismo es lo que están haciendo en los países desarrollados. En el sistema nuestro, prescribe todo. La diferencia está en reconocer, sincerarse.
-Vuelvo atrás. Prisión preventiva sin certeza, que se suma a la reiterancia para mantener imputados detenidos. ¿Eso no agrava la situación en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos..?
-Por un lado queremos tener a todas las personas acusadas en libertad hasta que tengan sentencia que las declare culpables, pero por otro lado la sociedad dice ‘hasta cuándo vamos a tener a los delincuentes entrando y saliendo’. En Estados Unidos el sistema funciona con fianzas altísimas. Pero allá se justifica porque los juicios tardan un par de meses, acá los juicios se estiran años. Y si permanecen en libertad, la reiterancia es altísima, no paran de delinquir.