Por su pasión por la educación, la charla con Alejandro Castro Santander, director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de Universidad Católica de Cuyo, psicopedagogo, escritor y docente, podría durar el día entero. El experto, que participó del Ciclo de Encuentros que organiza Los Andes, tiene una mirada crítica sobre la educación actual a la que considera desactualizada y lejos de ser integral, ya que no incorpora valores y emociones.
Remarca también que el gobierno nacional no tiene un camino claro para transformarla y que el verdadero cambio viene de la mano de cada institución, así como de políticas educativas que alienten y acompañen.
-¿Cómo ve la educación pública hoy?
-Sea de gestión estatal o privada, está totalmente desactualizada, no responde a la escuela que necesita el país. Tenemos una escuela vieja que no deja conforme a nadie: ni a los docentes, ni a los padres, ni a los estudiantes. Donde cada vez que se le pone algo para mejorar, se le agregan detalles cosméticos que no impactan profundamente.
-¿Por qué cree que no se adaptó?
-Porque sigue haciendo las mismas cosas que antes sí funcionaban. Si bien en los últimos años, con la Ley Federal de Educación y con la ley Nacional de Educación, se empezó a hablar de educación integral, en realidad no es tal porque cuando hablamos de educación integral nos referimos a todas las dimensiones de las personas, pero en realidad está principalmente dirigida a lo racional.
-¿Qué otros aspectos deberían incorporarse?
-Los aspectos más blandos que hacen a lo afectivo, a lo emocional, que no entraron nunca. Hoy hay un convencimiento de que si no se trabaja con valores, con las emociones desde muy temprano y junto con la familia, no contribuís a la formación del ciudadano que la sociedad necesita. Hoy todas las demandas sociales que se hacen tienen que ver con seguridad, corrupción, falta de compromiso... que se mejorarían con buena educación. Pero no se apuesta a la educación, la mirada está puesta en otras cosas.
-¿Qué piensa de la "revolución educativa" que promueven desde el gobierno nacional?
-La pregunta para mí es: ¿revolución educativa o el retorno del doctor Frankenstein? Porque veo que están sumando partes pero sin proyecto. Viendo qué hacen en otro país que funciona, pero sin considerar que tenemos una realidad distinta. Como siempre digo: si no sabés adónde ir cualquier camino te lleva. El camino debería ser un proyecto de país y cuál es la educación para ese país que queremos.
-¿Cómo evalúa la gestión provincial en este sentido?
-Es muy similar a lo nacional pero con un error que calentó el ambiente, que fue el ítem aula. No se hizo de la mejor manera; tendrían que haber buscado otra forma de controlar el ausentismo, buscando un equilibrio y que el docente lo viera justo, no como un abuso de poder, ya que es un tema muy sensible. Como consecuencia se fomentó un mal clima, que uno puede ver en cualquier escuela que vaya.
-¿Cuál es para usted el mayor problema de la educación actual?
-No tiene uno, tiene muchos. Pero en este momento el central, que es el factor olvidado, es la convivencia. Somos muchos cuando nos encontramos en el ámbito educativo y lo que se está notando en lo social es desencuentro y maltrato.
-¿Qué se puede hacer ante este diagnóstico'?
-Me parece que el desafío lo tiene hoy cada escuela. A la política educativa le podemos pedir que aliente, que acompañe, que anime pero que no entorpezca, que no frene la potencialidad que tienen las instituciones cuando se piensan a sí mismas. Las ideas más claras las tienen en cada comunidad educativa, allí es donde tienen que recuperar idearios, principios y valores. Si son claros y el proyecto educativo está apoyado en ellos, realmente funciona.
-¿Puede ayudar al panorama actual el hecho de sacar la repitencia?
-Son temas viejos que ya se han discutido. Si sólo quito la repitencia y no hago nada, no sirve. Noruega, Japón o Israel no tienen repitencia pero cuando un niño tiene un pequeño indicador de algo, viene todo un escuadrón a ver qué pasa porque les preocupa el chico. En otros países, como en Finlandia y Costa Rica, la repitencia es excepcional porque lo cuidan y el que repite es por un caso gravísimo. Nosotros siempre llegamos tarde. Si uno dice no a la repitencia, pero vamos a cuidar a los alumnos como si fueran de cristal, estoy de acuerdo; pero como pinta cada cosa que hacemos nosotros, terminamos fracasando. Por ejemplo, España y Colombia cambiaron a un sistema de promoción automática y ahora volvieron.
-¿Por qué decidió dedicarse a la educación?
-Yo estudié Veterinaria en Buenos Aires, pero me di cuenta de que me había equivocado. Tenía prórroga por el servicio militar y suspendí la carrera para pensar. En ese entonces me mandaron a Mendoza a la Cuarta Brigada Aérea y me pusieron como asistente del capellán. El cura me pedía hablar con los chicos de la escuela Técnica Aeronáutica sobre Ética y me empezó a interesar. Cuando salí tenía dos opciones: Psicología o Psicopedagogía, y elegí la segunda. En el mismo momento que empecé a estudiar, empecé a trabajar en un colegio como preceptor así que hice todas las tareas que se pueden hacer en una escuela y me quedé en Mendoza.
-¿Le gustaría ocupar algún cargo público relacionado con su especialidad?
-No. Tiempo atrás fui asesor de Gabinete, aproveché para hacer un Congreso Internacional de Violencia y Política Pública y para hacer un estudio que la gestión siguiente metió en un cajón. Pero no volvería. Si bien uno es animal político, no logro compatibilizar con el deber ser que te pide la política partidaria. Yo adhiero a proyectos, no a promesas. Creo que me echarían a la semana.
Perfil
Formación. Alejandro Castro Santander es psicopedagogo institucional y licenciado en Gestión Educativa. Además es especialista en Gestión de la convivencia y Prevención temprana de la violencia en el ámbito escolar.
Experiencia. Ha desempeñado actividades docentes, directivas, consultoría institucional, orientación personal, asesoramiento familiar y formación de formadores por más de 30 años. Es investigador y autor de 20 libros.
Actualidad. Es director general del Observatorio de la Convivencia Escolar, que depende de la Universidad Católica de Cuyo.