“Nos hacía falta un título porque siempre hemos estado ahí, a un cachito, siempre nos faltaban unos centavos para el peso. Lo necesitábamos por todas las catástrofes como aluviones, terremotos e incendios gigantescos”, comentó al borde de las lágrimas Juan
Carlos Ramos, el encargado de seguridad en el centro de prensa. El hombre estaba feliz. “Sufrí mucho, pero me puse mi cábala”, agregó, mientras mostraba una réplica de la Copa América en su solapa izquierda. “Todo esto es emocionante; soy llorón, pero no quiero llorar acá. Es una emoción muy grande”, sumó Ramos.
Lo que dice el señor Ramos es cierto. Este país necesitaba mucho de una alegría como ésta, es que en las ultimas décadas han sido muchas las desgracias que ha vivido y ha golpeado a Chile.
“Pensé que nunca viviría algo similar. Tantas veces nos quedamos en la puerta, pero no se pudo, ahora hay que celebrar con moderación y alegría, le ganamos a un gran equipo, al mejor equipo del mundo, al número uno del ranking y eso le da más brillo a este campeonato obtenido”, apuntó Daniel Rivadeneira, un contador que juntó el dinero para pagar una de las costosas entradas y que estaba ronco de tanto gritar junto a sus hijos, Camila y Matías, que con sus camisetas rojas estaban muy felices.
“¿Qué te puedo decir, niño?” dice Marcelo Reeve, un traductor que no es muy cercano al fútbol pero que se arrimó hasta el estadio Nacional. Esto lo esperaba desde que perdimos las finales con Paraguay en el ‘79, Uruguay en el ‘87...hay que celebrarlo, mientras en el cielo de la comuna de Ñuñoa los fuegos de artificio cerraban el día más emocionante que vivieron los chilenos.
“Rompimos el hechizo. Ojalá estos fuegos de artificio se lleven lo malo del deporte nacional y sigamos festejando en los primeros lugares. Fue un partido con muchos nervios, costó, pero lo lograron los muchachos, este equipo lo merecía. A esta generación le faltaba esto” comentó Fernando Galleguillos, que anoche lloró como niño chico, mientras el arquero y capitán del seleccionado trasandino, Claudio Bravo y compañía recibían y levantaban la Copa América, la primera que obtiene la Roja en su historia.
Los más de 40 mil hinchas que llenaron el nuevo Estadio Nacional esperaron impacientes el momento de la premiación, después como la mayoría de los santiagueños fueron hasta la Plaza Italia, que en realidad es una gran rotonda, que une Avenida Vicuña Mackenna y la del Libertador, arterias donde se festeja todo tipo de cosas, algo así como la zona del Obelisco en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o el Kilómetro Cero en Mendoza. Fue alegría para la tierra larga y angosta.
Desde el Estadio Nacional
La publicidad que se ejerció durante los días previos a la definición, le dio resultados a los dueños de casa. Al final desde el tímido aire de copa del arranque, si lo comparamos al que hubo ayer, era impresionante el cambio. En los accesos al Estadio Nacional y en las estaciones del Metro (subte), de la línea cinco, que es la que lleva hasta las inmediaciones del denominado Coliseo de Ñuñoa, miles de personas enfilaron desde las 14 para luego mostrar una verdadera marea roja. Y otra vez los vendedores ambulantes se hicieron literalmente la América. “Sacar a mil, sacar a Mil”, decía Jorge Pedreros, que se recorrió todas las sedes vendiendo sus productos. “Esta tarde nos fue bien, pero tuvimos que rematar mercadería porque hasta las eliminatorias a Rusia 2018, no podemos guardarnos los productos”, apuntó.
Para la Paz
En una esquina de Avenida Maratón y Dittborn, personas de la tercera edad ofrecían café gratis a los hinchas. “Somos del diaconado de Ñuñoa”, contó el cura Francisco Llanos, que ideó esto sin importar la nacionalidad. “Lo hicimos en el primer cotejo de Chile ante Ecuador y ahora lo quisimos hacer para la final. Los argentinos son los que más nos han recibido el café”, agregó Amanda. “Acabamos de llegar y andamos dando vueltas”, contaba Carlos Cariola y su mujer Elizabeth, que llegaron desde Río Cuarto y que estaban perdidos, a poco del inicio de la final.
Por amor a la Albiceleste
Juan Ramírez y sus primos, Santiago y Paulo, llegaron desde Neuquén para la gran final. “Lo planeamos al inicio de la copa. Pedimos permiso en los laburos, juntamos algo de guita y nos mandamos. Llegamos hoy (por ayer) a la madrugada. La idea es pasear un poco y llevarnos la copa”, decía Juancito. Y agregaron casi a trío: “Ganamos 3 a 0, será un partido similar al que le hicimos a Paraguay, los goles, que los haga cualquiera, pero lo importante es que ganamos”.
Muy valientes
Hay que tener agallas para lo que hicieron Sebastián y Fausto Robredo, ambos hinchas de River, quienes se calzaron las camisetas del Millo, viajaron en subte y cuando se bajaron, caminaron las 15 cuadras de avenida Dittborn y en un momento un par de vendedores argentinos, los identificaron y le gritaron los “gallinas, son todos p...”a lo que los dos hermanos sonrieron y solamente saludaron con la mano. “Venimos de Córdoba. No tuvimos problemas, de todas formas pasamos piola con esta camiseta roja”, contó Fausto, mientras que debajo de la camiseta riverplatense se dejaba ver la albiceleste.
La reventa, a la orden del día
Una de las ‘profesiones’ más peligrosas de esta Copa América Chile 2015, es la que tuvieron los revendedores de entradas. Es que en el vecino país está penado este tipo de comercio y si algún carabinero sorprende a alguna persona, en el acto es detenida. “Son kamikazes estos tipos, me ofrecían una entrada en 1.500.000 pesos (cerca de 3 mil dólares); prefiero ver el partido por TV, es muy caro lo que cobran, además hay muchas falsas dando vuelta”, se quejó Luis Cantaruti, mientras se retiraba desde la avenida Marathon, una de las arterias que bordean el estadio Nacional.
“No estuvo buena la venta, cobramos caro, porque nosotros invertimos, además son entradas verdaderas, no falsas”, nos contó uno de los tantos revendedores que se daban maña para ofrecer tickets, por la módica suma de 750.000 pesos chilenos, algo más de mil y pico de dólares.
Casi sin final
Hubo varios argentinos que no pudieron conseguir boletos para el gran choque. “La reventa es carísima. Nos habían dicho que se podían conseguir en alguna boletería del estadio, pero solamente pusieron 4 mil para los hinchas visitantes. Lamentablemente no pudimos comprar nada, pero nos quedaremos en la cercanía del estadio, al menos celebraremos el título”, nos dijo Ramiro Carrizo, un rosarino que está afincado en Valparaíso hace 20 años y que se tomaba unos drinks con otros connacionales en un bar cercano al estadio Nacional de Santiago.